“Estamos a la espera de cualquier solicitud de ayuda por parte de nuestros socios brasileños, de las autoridades brasileñas, tanto si es a través de canales diplomáticos, como si es a través de los canales de seguridad, y por supuesto responderemos a esas peticiones de la forma adecuada”, dijo en una rueda de prensa el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.
El portavoz recordó que EE.UU. y Brasil son “socios cercanos, que trabajan juntos día a día en asuntos variados, y a veces, en temas de seguridad”.
Indicó que ambas naciones tienen procedimientos de cooperación bien establecidos, por ejemplo, cuando se produce una solicitud de información o una llamada a la acción por parte de Brasilia a Washington, aunque insistió en que el país suramericano no ha formulado ninguna petición en ese sentido.
Sin querer adentrarse en casos de visados individuales, que recordó que es información confidencial, Price explicó, en respuesta a preguntas de los periodistas sobre Bolsonaro, que si alguien entra a EE.UU. con un visado A, que se concede a diplomáticos o jefes de Estado, corresponde al beneficiario de ese documento salir de su territorio o pedir un cambio de su estatus en 30 días.
Bolsonaristas radicales
El domingo, poco después de que seguidores radicales de Bolsonaro asaltaran las sedes del Parlamento, la Presidencia y la Corte Suprema, el Gobierno de EE.UU., incluido el propio mandatario Joe Biden, se apresuró a condenar la violencia y apoyar las instituciones democráticas brasileñas.
Bolsonaro abandonó Brasil el pasado 30 de diciembre, dos días antes de la investidura del presidente actual Luiz Inácio Lula da Silva, a quien todavía no ha felicitado por su victoria en las elecciones del pasado mes de octubre, y puso rumbo a Florida sin previsión oficial de volver a su país.
Una fuente próxima al exmandatario reveló este lunes a EFE que Bolsonaro se encuentra ingresado en un hospital de Orlando por unos dolores abdominales.
La esposa del exgobernante, Michelle Bolsonaro, señaló en redes sociales que su marido está “en observación” en el hospital por una “incomodidad abdominal”.
Su hospitalización coincide con el frustrado intento de golpe de Estado que perpetraron el domingo miles de sus seguidores más radicales en Brasilia, donde invadieron y vandalizaron las sedes del Parlamento, la Presidencia y la Corte Suprema durante cuatro horas y media.
Bolsonaro rechazó de forma tibia la insurrección de sus partidarios y cargó contra Lula, quien acusó al ahora exgobernante de “estimular” a sus simpatizantes a atacar la democracia brasileña.