La cantidad de ciudadanos chinos que optan por iniciar una vida matrimonial fue de 11,6 millones en 2021, 708.000 menos que en el año anterior, según el Anuario Estadístico de China 2022 publicado en diciembre pasado. Se trata de la primera vez en muchos años que esa cifra cae por debajo de los 12 millones.
En comparación con 2013, cuando 23,86 millones de personas contrajeron matrimonio por primera vez, la caída ha sido del 51,5 % en los últimos ocho años. También ha aumentado la edad media a la que los chinos deciden establecer lazos conyugales, de 24 años en 2010 a 28 años para 2020.
Entre las razones del por qué en el gigante asiático no se apresuran a casarse están los altos costes de mantener la familia. Tradicionalmente, el matrimonio implica la necesidad de comprar una vivienda y criar a los hijos, algo que no todos se pueden permitir.
También hay quienes prefieren seguir gozando de la libertad de la vida de solteros y consideran sabia la decisión de no contraer nupcias. “El matrimonio es como una apuesta. El problema es que la gente corriente no puede permitirse perder, así que yo decido no participar“, explicó un usuario de Weibo, cuyas declaraciones compartió South China Morning Post.
Además, la política gubernamental que está en vigor desde enero de 2021 en busca de mejorar la estabilidad social establece un período de ‘calma’ de 30 días para aquellos que quieren divorciarse. Si bien esta medida ayudó a reducir drásticamente la tasa de divorcios en el país, generó controversia por desfavorecer a las mujeres, sobre todo aquellas que no tienen una fuente de ingresos independiente.
El tiempo de espera se prolonga aún más si la pareja se niega a divorciarse, y eso “sin mencionar que muchas solicitudes de divorcio ni siquiera fueron aprobadas cuando se trataba de infidelidades y violencia doméstica”, señaló otra usuaria de Weibo, para la que “casarse es como ir al infierno“.