La investigación de la UCLA (Universidad de California Los Ángeles), publicada en Nature Reviews Earth and Environment, revela que la cantidad de polvo de las tormentas de polvo transportado desde los desiertos a otras regiones por la atmósfera ha aumentado aproximadamente un 55% desde mediados del siglo XIX, lo que ha incrementado su efecto refrigerante.

El estudio es el primero que demuestra el efecto global de enfriamiento del polvo atmosférico del desierto. Algunos efectos del polvo atmosférico calientan el planeta, pero como otros efectos del polvo contrarrestan el calentamiento -por ejemplo, dispersando la luz solar hacia el espacio y disipando las nubes altas que calientan el planeta-, el estudio calculó que el efecto global del polvo es de enfriamiento.

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Según Jasper Kok, físico atmosférico de la UCLA y autor principal del estudio, si los niveles de polvo disminuyesen, o simplemente dejasen de aumentar, el calentamiento podría intensificarse.

“Demostramos que el polvo del desierto ha aumentado y, muy probablemente, contrarrestado ligeramente el calentamiento de efecto invernadero, que no aparece en los modelos climáticos actuales”, afirma Kok, que estudia cómo las partículas afectan al clima. “El aumento del polvo no ha provocado mucho enfriamiento -los modelos climáticos siguen aproximándose-, pero nuestros hallazgos implican que los gases de efecto invernadero por sí solos podrían causar un calentamiento del clima aún mayor del que predicen actualmente los modelos”, afirmó.

Kok comparó la revelación con descubrir, mientras se conduce un coche a gran velocidad, que el freno de emergencia del vehículo se había accionado parcialmente. Del mismo modo que soltar el freno a fondo podría hacer que el coche se moviera aún más deprisa, detener el aumento de los niveles de polvo podría acelerar ligeramente el calentamiento global.

Aunque los niveles atmosféricos de polvo del desierto han aumentado en general desde la época preindustrial, la tendencia no ha sido constante: ha habido altibajos. Como hay tantas variables naturales y humanas que pueden hacer que los niveles de polvo aumenten o disminuyan, los científicos no pueden predecir con exactitud cómo cambiarán las cantidades de polvo atmosférico en las próximas décadas.

Según Kok, algunas de las partículas microscópicas en suspensión creadas por la quema de combustibles fósiles también contribuyen temporalmente al enfriamiento. Pero mientras los científicos llevan décadas determinando las consecuencias de estos aerosoles de origen humano, el efecto preciso de calentamiento o enfriamiento del polvo del desierto seguía sin estar claro hasta ahora. El reto al que se enfrentaban los investigadores era determinar el efecto acumulativo de los efectos conocidos de calentamiento y enfriamiento del polvo.

Además de las interacciones atmosféricas con la luz solar y la nubosidad, cuando el polvo cae a la Tierra puede oscurecer la nieve y el hielo al depositarse sobre ellos, haciendo que absorban más calor. El polvo también enfría el planeta al depositar nutrientes como el hierro y el fósforo. Cuando esos nutrientes aterrizan en el océano, por ejemplo, favorecen el crecimiento del fitoplancton que absorbe dióxido de carbono de la atmósfera, provocando así un efecto neto de enfriamiento, explica Kok.