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Festividad de la Octava del Niño Jesús en Azángaro es desde hoy Patrimonio de la Nación

El Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación a la Festividad de la Octava del Niño Jesús, que se celebra en la provincia de Azángaro, departamento de Puno, por constituir un espacio festivo que genera un alto sentido de comunidad y representación al integrar a los barrios, asociaciones, iglesia y gobierno local alrededor de la devoción al Machu Niño, figura que acompaña a los azangarinos como símbolo de unión familiar y devoción, al mismo tiempo que se mantienen prácticas propias de la ritualidad andina.

Así lo establece la Resolución Viceministerial N° 000046-2023-VMPCIC/MC publicada hoy en el Boletín de Normas Legales del Diario Oficial El Peruano, que indica que esta festividad se desarrolla posteriormente a la celebración de la Navidad, entre el 30 de diciembre y el 6 de enero.
Se trata del momento del año en que la comunidad azangarina rinde homenaje a la imagen del Machu Niño o Niño Grande, devoción de larga data en la ciudad. La imagen se encuentra custodiada en la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, santuario principal de la ciudad de Azángaro, también conocido como el Templo de Oro debido a las valiosas piezas de arte que alberga.
En quechua la palabra Machu tiene el significado de viejo o antiguo, si bien también tiene la acepción de mayor. Según la tradición oral local, los antecedentes históricos de la actual celebración se remontan hacia las primeras décadas del siglo XX, cuando las celebraciones navideñas en Azángaro eran protagonizadas por múltiples agrupaciones de música y danza que veneraban la imagen del Niño Jesús desde su víspera hasta el día de su procesión, el 26 de diciembre, saliendo del Templo de Nuestra Señora de la Asunción hacia la capilla en honor a la Virgen de Copacabana, localizada en el cerro Choquechambi.
Las agrupaciones y comparsas que protagonizaban estas celebraciones eran de carácter familiar, destacándose en particular conjuntos de sikuris como los Champakanchas y Munaypata Rosaspata, entre los cuáles existía una fuerte rivalidad.
Hacia mediados del siglo XX ocurren una serie de cambios que configuraron la actual Festividad de la Octava del Niño Jesús teniendo como protagonista la familia de Justo Zambrano, vecino azangarino reconocido por su labor de carpintería y ebanistería, y su esposa Pastora Ñaupa.
Siendo el señor Zambrano alferado de las festividades navideñas, tuvo que posponer las celebraciones para año nuevo debido al compromiso de entregar un trabajo encargado por la familia Lizares de hacendados locales, coincidiendo con la octava del Niño Jesús. Al año siguiente, la familia mantuvo las fechas y formó una comparsa de llamerada para venerar a la imagen en la fecha de su octava. Con el paso de los años, este nuevo calendario festivo se fue consolidando con la formación de nuevas comparsas de danzas y agrupaciones musicales.
La programación de la festividad incluye tanto el desarrollo de actividades religiosas, presentaciones artísticas y ferias tradicionales. Para ello se establece una comisión organizadora que se mantiene activa todo el año con el fin de asegurar un adecuado desenvolvimiento de la fiesta.
La comisión de la festividad está conformada por los alferados de los distintos barrios, el párroco del Templo de la Virgen de la Asunción, en representación de la iglesia católica, miembros de la Hermandad de la Octava del Niño Jesús, conformada por los devotos de la imagen, representantes de los conjuntos folclóricos y funcionarios de la Municipalidad Provincial de Azángaro. Cada cual cumple diversos roles que se ejecutan a lo largo del año.
La Hermandad coordina con el párroco las actividades litúrgicas y religiosas, incluyendo las misas, así como el cuidado, arreglo y vestido del Machu Niño a lo largo del año, ya que cada dos meses aproximadamente se le cambia de traje según la fecha que corresponda en el calendario litúrgico.

El párroco se dedica a coordinar acciones de limpieza y cuidado del templo, asegurando su conservación como espacio sagrado que custodia a los patronos de la ciudad. Por su parte, las autoridades locales aseguran el orden público durante la festividad, participando también como devotos durante la procesión al niño y representantes durante las paradas y concursos asociados a la fiesta tradicional.
Finalmente, los alferados de cada barrio organizan a los danzantes y bandas de música o conjuntos folclóricos que participan en la festividad, y brindan los agasajos y convites a la comunidad. Asimismo, se organizan para realizar los homenajes al Machu Niño consistentes en arreglos florales, altares y fuegos artificiales, entre otras manifestaciones de la devoción a la venerada imagen.
Los danzantes y músicos que participan en la Festividad de la Octava del Niño Jesús pertenecen a asociaciones y agrupaciones folklóricas organizadas por los barrios de Azángaro, así como otros distritos de la provincia o región. La variedad de danzas que participan de la festividad es representativa de la riqueza cultural de la región e incluye comparsas de morenadas, tinkus, sikuris, unucajas, caporales, waka waka, kullawada y diablada. Recientemente, se ha introducido un conjunto de la tunantada, danza del valle del Mantaro, por su popularidad y difusión alcanzada a nivel nacional.
Una semana previa al inicio de la festividad, los diversos grupos realizan sus ensayos en las calles de la ciudad, practicando las coreografías que bailarán como expresión de su devoción y fe al Machu Niño. Al día siguiente de la Navidad se instala en la ciudad una tradicional feria de alasitas, característica de todo el altiplano peruano. La feria de alasitas es parte del contexto de la Festividad de la Octava del Niño Jesús, así como la celebración del nuevo año en la ciudad.
Las actividades propias de la fiesta inician el 30 de diciembre, cuando las principales plazas y calles de la ciudad se vuelven escenario de las bandas de músicos, recibidas por los alferados de los diferentes barrios, así como por los representantes de los clubes y asociaciones.

El 31 de diciembre inicia con el Alba tradicional en el cerro y apu tutelar Choquechambi, donde confluyen los numerosos conjuntos musicales conformando la denominada Banda de Músicos Unificada de los Aswan Qhari, la cual entona melodías del repertorio azangarino como el popular huayño “Azangarina cholada”, considerado un himno de la provincia. La jornada continúa con un concurso de bandas de música y grupos de sikuris en el estadio de la ciudad, la tradicional cera apaycuy o ritual de entrada de cirios consistente en la entrega de velas o cirios a la imagen del Niño, y la Misa de víspera. Por la noche, la fiesta del Niño se amalgama con los festejos de año nuevo con la quema de fuegos artificiales, música y bailes en la plaza principal.
El 1 de enero es el día principal de la festividad, realizándose por la mañana la misa central de la Octava tras la cual se venera a la imagen del Machu Niño en el atrio de la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción, con la participación de diversas comparsas y agrupaciones musicales. Seguidamente, inicia la procesión del Niño, recorriendo las principales calles de la ciudad y visitando los altares colocados por las familias devotas y alferados.

En cada altar, la imagen del Niño Jesús hace una parada para dar su bendición. Tras la procesión se realiza un pasacalle con los conjuntos folklóricos. El 2 de enero se realiza la gran parada folklórica, a semejanza de las que se realizan con motivo de la festividad de la Virgen de la Candelaria en la ciudad de Puno, y de los carnavales en la ciudad de Juliaca. Esta es encabezada por las autoridades y representantes de las principales instituciones.
El 3 de enero, las asociaciones, alferados y devotos acuden al cementerio principal de la ciudad para visitar a los antiguos danzantes y miembros de los grupos. Asimismo, se hace entrega de los premios y estímulos a los conjuntos folklóricos que participaron en el concurso y parada folclórica. La jornada culmina con el gran kacharpari o despedida, en el que danzantes y músicos se despiden de la ciudad hasta el siguiente año.
Finalmente, el 6 de enero se realiza una misa por Bajada de Reyes, con la cual se hace un agradecimiento a la imagen del Niño Jesús hasta el próximo año.

La Resolución Viceministerial encarga a la Dirección de Patrimonio Inmaterial, en coordinación con la Dirección Desconcentrada de Cultura de Puno y la comunidad de portadores, la elaboración cada cinco años de un informe detallado sobre el estado de la expresión declarada, de modo que el registro institucional pueda ser actualizado en cuanto a los cambios producidos en la manifestación, los riesgos que pudiesen surgir en su vigencia, y otros aspectos relevantes, a efectos de realizar el seguimiento institucional de su desenvolvimiento y salvaguardia, de ser el caso.

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