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Prohibición del aborto aumenta la morbilidad materna en El Salvador

En El Salvador, la prohibición de abortar cuando una embarazada gesta un feto con malformaciones fatales puede aumentar la morbilidad, causando más complicaciones innecesarias, concluye un estudio publicado en el American Journal of Obstetrics and Gynecology Global Reports.

La investigación analizó 239 embarazos entre 2013 y 2018 en el país centroamericano, utilizando los registros del Hospital Nacional de la Mujer —el hospital público de referencia en salud de la mujer— y las estadísticas oficiales del Ministerio de Salud salvadoreño.

El estudio reportó que en más de la mitad de los embarazos (54,9 por ciento) y luego del diagnóstico de malformación fetal la mujer tuvo al menos una complicación de salud relacionada con el embarazo, como polihidramnios (exceso de líquido amniótico), infecciones, obstrucciones, preeclampsia (hipertensión arterial) y sangrado.

Además, 47,9 por ciento se sometió a un procedimiento invasivo, como cesáreas prematuras, extracción de líquido amniótico, descompresión de la cabeza fetal e histerectomía (extracción del útero).

“Una malformación fatal conlleva aún más morbilidad. Cuando el feto resulta inviable, es éticamente incorrecto no priorizar la vida de la mujer”.
Marcos Nakamura, obstetra e investigador del Instituto Nacional de Salud de la Mujer, el Niño y el Adolescente Fernandes Figueira de Brasil
En El Salvador, el código penal prohíbe la interrupción del embarazo bajo cualquier circunstancia desde 1998. El personal médico que desobedezca puede enfrentar sanciones legales, y las mujeres tienen dos opciones: continuar el embarazo o hacerse un aborto ilegal. Según un otro estudio de 2013, el código anterior de 1974 era menos punitivo, y el actual no impide los abortos clandestinos.

La ginecóloga obstetra Sandra Carolina Ugarte, primera autora del estudio y especialista en medicina fetal que trabaja en el Hospital Nacional de la Mujer, afirma que todos los fetos de las mujeres incluidas en el estudio fallecieron al nacer o en el período neonatal. No hubo muerte materna, pero el sufrimiento causado a la paciente podría haberse evitado con un aborto seguro y consentido, asegura la investigación.

“No hay beneficio en continuar el embarazo en casos de una malformación incompatible con la vida extrauterina. Hay situaciones en las que el embarazo empeora la condición del bebé, como aquellos que tienen cerebro, pero no cráneo. El líquido amniótico destruye el cerebro. La medicina fetal se preocupa por el feto, pero llega un momento en que hay que reconocer que el bebé no va a vivir”, dijo a SciDev.Net.

La mayoría de las pacientes tenía baja escolaridad, bajos ingresos y solo 3,8 por ciento de las 239 mujeres trabajaban en condiciones de formalidad. De los embarazos, 74,5 por ciento fueron no planificados y el 53,1 por ciento eran mujeres de 24 años o menos. El 11,7 por ciento eran menores de edad.

La realidad socioeconómica asociada al aborto no sorprende, ya que datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que las muertes de mujeres causadas por complicaciones en abortos inseguros suceden en particular en poblaciones socialmente vulnerables en países de bajos ingresos.

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