Los países occidentales cometieron un “autoengaño fatal” al creer en el concepto del politólogo estadounidense Francis Fukuyama sobre “el fin de la historia”, que sugería la imposición de la civilización occidental en el mundo, señaló el columnista del diario alemán Die Welt Michael Stürmer en su artículo.
La idea del “fin de la historia” surgió tras el colapso de la Unión Soviética. Sugería que la civilización occidental se había impuesto en todo el mundo, lo que indicaba la culminación de una era de enfrentamientos ideológicos, revoluciones globales y guerras.
El columnista sostiene que era solo una fantasía, ya que la idea era demasiado hermosa como para ser cierta y la euforia no duró mucho.
Los países occidentales adoptaron un enfoque muy precipitado al solucionar la situación de Europa del este tras la desintegración de la URSS aceptando a Polonia y a los países bálticos en la UE y en la OTAN con una sonrisa ganadora sin tener en cuenta la opinión de Moscú, escribió el autor.
“Rusia tuvo que ocultar su molestia bajo una sonrisa. Pero las antiguas cuentas siguen abiertas hasta el día de hoy”, señaló.
Stürmer cree que surgió un sistema en el continente europeo creado no sobre la base del equilibrio, sino sobre la hegemonía con EEUU como líder absoluto. Sin embargo, la situación cambió posteriormente, ya que Rusia bajo un nuevo liderazgo empezó a declarar que no estaba dispuesta a interpretar un papel secundario en el nuevo orden mundial, motivo por el que volvió a la escena internacional.
Según Stürmer, Occidente subestimó a Rusia porque el breve periodo de debilidad tras el colapso de la Unión Soviética no fue su fin. Así, la atractiva idea del “fin de la historia” desembocó en un “autoengaño fatal”. En retrospectiva, sostiene, la mejor oportunidad de crear un orden mundial orientado a Occidente estaba entre las agonías de Rusia y los triunfos de EEUU. Pero, según el autor, esta oportunidad ya se ha perdido y no está claro si se presentará otra.