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Opinión

Mykola Riabchuk: “Zelenski era un pacifista y quiso negociar con Putin”

Guerra Ucrania – Rusia, última hora en directo de la invasión y los ataques rusos

Mykola Riabchuk (Lutsk, 1953) es un hombre que viaja y las impresiones que recoge sobre la visión de la guerra en su país le dejan perplejo, aunque está seguro de que todo se debe a “falsas percepciones de Rusia” establecidas en el ámbito académico y diplomático. Gran conocedor de los trazos sociológicos de Ucrania, podría hablar de ellos largas horas. La entrevista tuvo lugar durante la reciente cita de opositores rusos Memorial Meets in Madrid, organizada por el Ministerio de Exteriores, el Cidob y la Fundación Rafael del Pino.

¿Recibidos con flores?

“Los rusos se creyeron su propia propaganda sobre Ucrania y el FSB vendió a Putin lo que quería”

¿Es posible que los servicios de inteligencia de Kyiv, el USB, engañaran a los rusos –el FSB, exKGB– sobre cómo los ucranianos iban a reaccionar ante una invasión?

No lo creo. Creo que los rusos se creyeron su propia propaganda. Inventaron esa historia de que ucranianos y rusos son un solo pueblo y sobre una junta fascista que tomó el poder en Kyiv en el 2014, que los ucranianos acogerían a las tropas rusas y al señor Putin. ¡Lo creían! Leí a los propagandistas rusos…

¿El FSB lo creía también?

Probablemente le vendió al señor Putin lo que quería. Año tras año los sondeos de opinión, muchos fiables, indicaban que los ucranianos eran cada vez más prooccidentales y que los rusos habían perdido completamente apoyo desde el 2014. El SBU y el FSB podían leerlo. Y aun así, el tópico recurrente de la propaganda rusa decía que los ucranianos eran buena gente eslava y los que no cumplían este estándar eran cretinos, idiotas que deben ser eliminados. Quizá solo abandonaron esa idea en marzo o abril, cuando encontraron fuerte resistencia, y la propaganda cambió: la población entera está infectada por el fascismo, requiere reeducación. La europeización produce fascistas. Es una declaración ideológica.

Al parecer el mismo día de la invasión el presidente Volodímir Zelenski tenía que entrevistarse con varios oligarcas ucranianos. ¿Cuál era la idea de esa reunión?

No lo sé. Quizá Zelenski pensaba que algunos tenían contactos con oligarcas rusos y trató de usarlos para una negociación… Pero parece que incluso si eso era así los oligarcas rusos no tenían influencia sobre Putin. Ahora Rusia es una verdadera dictadura. Hay que entender que para Putin no es cuestión de negociaciones: necesita una total domesticación, una emasculación de Ucrania. Ucrania debería ser como Bielorrusia.

¿Por qué hablar de esa mitología rusa sobre Ucrania, cuando sabemos que el objetivo de Putin es mantenerla fuera de la influencia europea, de la OTAN y de Estados Unidos?

Bueno, es que la cuestión es nuestra propia existencia. La identidad imperial rusa implica la apropiación de Ucrania, debe ser asimilada o eliminada. Desde Pedro el Grande se han utilizado diferentes métodos: asimilación mediante la educación, la iglesia… Eso fracasó. Optaron por el genocidio y se provocó el hambre para eliminar a cinco millones de campesinos. El golpe definitivo, de Putin, para domesticar Ucrania fue al descubrir con la elección de Zelenski que no quedaban fuerzas prorrusas en Ucrania. En el 2019, cuando el supuesto ultranacionalista Petró Poroshenko perdió las elecciones y el supuesto cosmopolita Zelenski las ganó, pareció que Ucrania había hecho claramente su opción europea. No por geopolítica sino por valores, por democracia, por derechos humanos y libertad. Y en Occidente mucha gente empezó a entender que desde el s.XVIII los ucranianos no tenían nada en común con Rusia.

En el 2004, cuando la revolución naranja, algunos decían que los nacionalistas ucranianos querían dividir el país…

Bueno, entiendo que toda complejidad necesita ser simplificada, y en el caso de Ucrania es muy simple: este y oeste, prorrusa o proeuropea. Pero es mucho más complicado. Hubo una división enorme, ideológica, sobre modelos y visión del futuro, pero no de una forma clara que dividiera a la sociedad como en Bosnia o Irlanda. Muchos interiorizaron valores soviéticos, no creían que pudiéramos ser europeos, tenían miedo, eran reticentes quizá por tener muchos parientes, amigos en Rusia… Había un apego a la tradición soviética, al imaginario de la comunidad eslava y ortodoxa. Esa gente no era prorrusa tal como la describían los medios, era ambigua; quería unirse a Europa pero a la vez mantener buenas relaciones con Moscú. Pero la gente de posiciones ambivalentes puede cambiar, y eso es lo que ha pasado, gradualmente, y lo que observamos especialmente ahora.

¿En el 2014 Kyiv cometió un error al enviar tropas al Donbás?

Creo que cometió el error de no reconocer que se trataba de una invasión rusa, porque de hecho no hubo un alzamiento local sino que fueron agentes rusos. La operación podría haber tenido éxito si Rusia no hubiese enviado tropas regulares en otoño del 2014. Fue una gran derrota y tuvimos que firmar los acuerdos de Minsk. Y Rusia trató de manipularlos. La idea era hacer de Ucrania un Estado disfuncional, como Bosnia.

¿Nunca hubo posibilidad de relanzar de algún modo los acuerdos de Minsk?

No. Zelenski trató de hacer algo. Ganó las elecciones con la esperanza de negociar alguna cosa con Putin. Lo creía sinceramente, me parece. Y los primeros encuentros demostraron que era imposible. Putin quería la sumisión total. Zelenski era un pacifista, no representaba el bando de la guerra, pero se encontró con una actitud inaceptable. La idea principal de los acuerdos de Minsk implicaba que te los devolvían pero estarían controlados por Moscú, que tendría allí sus agentes, capaces de vetar cualquier decisión del Gobierno ucraniano. Por supuesto habría sido más fácil librarse de esos territorios, pero no se trataba de territorios. Zelenski no lo entendió al principio, sino más tarde. Rusia no estaba interesada en territorios…, bueno, aparte de Crimea. La mera existencia de Ucrania deslegitimaba toda esa mitología de los rusos del sur. Esta cuestión había que resolverla, y para Putin requiere una solución final.

Si la guerra dura mucho llegará un momento en que Putin necesitará negociar algo…

Creo que no lo hará. No puede echarse atrás, ha invertido demasiado en esto, su imagen, todo… Volver a las fronteras de febrero, por no hablar de Crimea, es imposible para él. Es el perro alfa , debe ser el líder absoluto y persuadir a todos de que lo es. Si no, será devorado por su propia manada.

Usted puede oír en cualquier parte: Zelenski pide tanques, luego aviones… Esto nos llevará a la tercera guerra mundial.

¿Cómo hemos de defendernos, entonces? Mire, Putin no va a atacar ningún país de la OTAN porque entiende que habría respuesta. No está loco, créame. Y ahora entiende mejor que bien que los países occidentales y la OTAN no son tan débiles. Cuando en enero del año pasado Biden dijo que en cualquier caso no iba a interferir, perdón pero eso fue una luz verde para Putin… No hay que decir eso, tu enemigo no debería estar seguro de lo que vas a hacer o no.

EE.UU. ha dicho que quiere debilitar a Rusia. Y eso se sustenta en la sangre de los ucranianos.

Lo sé. No voy a entrar en la cabeza de Biden pero Ucrania resiste no porque quieran los americanos sino porque tiene que resistir, no es cuestión de si hay un plan americano o no. Si Rusia puede hacer esto una vez puede volver a hacerlo. La idea de cambiar el régimen en Rusia, llevarla al punto en que la élite entienda que el líder no es legítimo, impulsa un cambio. Y la deslegitimación puede llegar por varias vías. Una es la derrota en Ucrania; otra es la situación económica, que se deteriorará si las sanciones funcionan. Internacionalmente hace falta más aislamiento, por eso lo apoyo en el deporte y la cultura, porque su soft power trabaja para el hard power ahora. Es instrumentalizado para promocionar el poder de Rusia.

¿Se refiere a prohibir a Shostakóvich o a Dostoievski,?

Ponerlos a un lado mientras dure la guerra. Se que es una acción radical y que mucha gente no la acepta, pero la cultura es utilizada como capital simbólico del imperio y crea la idea equivocada de Rusia: esas atrocidades están muy mal, pero ¡miren qué gran cultura! Leí una entrevista con Mijail Petrovski, el director del Hermitage y un firme partidario de Putin..

Hubo un intento de instalar un Hermitage en Barcelona…

Lo sé. Petrovski dijo que cada hora de exposiciones rusas en el extranjero “es nuestra operación especial”. Usa la misma expresión que el Kremlin. Un director cultural habla en términos militares. Mire, hay 400 monumentos a Pushkin en Ucrania. Pero no van de Pushkin el poeta, son signos de dominancia imperial, marcan el territorio. No tengo nada contra Pushkin, aunque fuera un poeta imperial, pero ¿por qué 400 Pushkin en Ucrania? Es desproporcionado. Uno sería suficiente. Al menos mientras dure la guerra, ¡pongamos todo esto en la nevera!

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