Si quieres ver por dónde caminaban los dinosaurios y se arrastraban los antiguos ciempiés gigantes, sigue sus huellas. Eso es lo que hacen los científicos en Nueva Brunswick, Canadá, donde las mareas más altas del mundo suben y bajan más de 12 metros dos veces al día en la bahía de Fundy. Entre escarpadas estribaciones y acantilados rocosos junto al océano Atlántico, este fenómeno está revelando uno de los escondites de fósiles más ricos de Norteamérica.
Aunque la mayoría de los descubrimientos en esta provincia poco visitada son obra de investigadores, los científicos ciudadanos (estudiantes, residentes locales e incluso visitantes) han participado en varios hallazgos significativos. Es una ayuda bienvenida en un lugar donde una pieza del rompecabezas de la historia antigua puede desaparecer tan rápido como aparece.
“Es una carrera contra corriente”, afirma Matt Stimson, conservador de geología y paleontología del Museo de Nueva Brunswick, en Saint John, la ciudad más grande de la provincia. “La Madre Naturaleza hace el trabajo de excavación por nosotros. Continuamente sale a la luz algo nuevo. Pero también se puede borrar”.
Los científicos reconocen la abundancia paleontológica de Nueva Brunswick desde la década de 1840, cuando las minas de carbón revelaron flora y fauna fosilizadas. A lo largo de las tres eras evolutivas de la Tierra, la región ha sido una incubadora volcánica de vida invertebrada; una selva tropical rica en oxígeno y biodiversa que dio origen a los dinosaurios; y una tundra dominada por gigantes peludos y errantes como los mastodontes.
Entre los descubrimientos recientes más significativos figuran las huellas de invertebrados y vertebrados atrapadas en piedra a lo largo de las playas de la costa atlántica. “Cuando dejamos de buscar sólo huesos, los descubrimientos fueron reveladores”, afirma Stimson. “Un animal sólo puede dejar un cuerpo o esqueleto, pero miles de huellas”.
Olivia King, investigadora asociada del Museo de Nueva Brunswick, ha realizado varios hallazgos notables en los últimos tres años. Entre ellos, la mandíbula de un proto-reptil del tamaño de una salamandra y las huellas del dinosaurio más antiguo del continente, posiblemente el más pequeño (unos cinco centímetros).
“Hasta hace poco, la gente creía que todos los fósiles importantes se encontraban en Nueva Escocia”, dice refiriéndose a la provincia situada al sureste de Nuevo Brunswick, en la bahía de Fundy. Nueva Escocia se conoce a veces como las “Galápagos de la edad del carbón” por sus árboles fosilizados, trilobites y reptiles primitivos del Periodo Carbonífero (hace entre 359 y 299 millones de años). “Pero lo que estamos encontrando en Nueva Brunswick es equivalente o más antiguo que los yacimientos de Nueva Escocia”, afirma King.
Los ciudadanos científicos han descubierto muchos hallazgos recientes. Dos estudiantes universitarios locales, Luke Allen y Rowan Norrad, han descubierto cientos de restos en los últimos años. Entre ellos, la huella de un ala de libélula del tamaño de un halcón, hasta ahora desconocida, y huellas de anfibios que datan de Romer’s Gap, una ruptura en el registro fósil de los tetrápodos (animales de cuatro extremidades) que en gran medida no está documentada.