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Opinión

Pablo Najarro Carnero: Puno; entre la necesidad y la protesta

Puno y su postura antisistema, ha estado en la palestra desde diciembre pasado. El voto mayoritario de Puno, apostó por un candidato que venía del Perú profundo; un maestro cajamarquino.

Es cierto que en el camino Pedro Castillo defeccionó. En un momento inicial, a pesar de su falta de experiencia en gestión pública, pues su paso por una dirigencia provincial del SUTEP no bastaba para gobernar el país, comenzó eligiendo personas idóneas para algunos ministerios claves. Luego, en una mala decisión fue derivando a prestar oídos a quien le prestó la oportunidad para llegar a la alta magistratura política. Y así el ex gobernador regional de Junín, lo llevó a desbarrancarse ante la mirada atónita de propios y extraños.

Para Puno, la salida de Castillo del gobierno fue el resultado de un largo drama de obstrucciones gestado por el fujimorismo perdedor: el Congreso no lo dejo gobernar.

Lo que no se escuchó fue que, lamentablemente, los nombres propuestos por Cerrón eran aves rapaces que sólo llegaron a los ministerios para el saqueo dada la oportunidad, a lo que se sumaba una notoria incapacidad para los cargos designados.

Un día antes de la fiesta de la Inmaculada Concepción, sin más respaldo que su palabra, Castillo anunció la disolución del congreso. Lo que vino luego, lo conocemos todos, y poco a poco Puno se levantó contra la presidenta Dina Boluarte, quien había prometido irse se caía el presidente, pero las promesas son solo promesas. Lo de siempre.

Vinieron las protestas en Juliaca. Los desbordes de la protesta en el intento de tomar el aeropuerto y las consiguientes muertes de diecisiete coterráneos. Después, soldados muriendo al cruzar el río Ilave por donde no debían, ciertamente a presión, evitando dar combate. Llegamos a marzo y las protestas en Puno no cesan. Es más, ante los caídos en Juliaca, se suma toda la región para ir a la cabeza del Perú, Lima, a persistir en la protesta. Más allá de los hechos conocidos. Hay variables preocupantes.

No hay y se entiende, cabezas visibles de la protesta. La experiencia del aymarazo enseña.

Muchas provincias viajan a Lima con agendas diferentes. Unas pidiendo que vuelva Castillo. Otras pidiendo nueva constitución y/o cierre del congreso. Todos pidiendo nuevas elecciones. Los discursos van variando según a cada uno le parece lo más razonable. Aguerrida lucha por varios frentes pero sin un norte especifico.

En un segundo momento, los dirigentes que llegan desde Puno, curiosamente varones, asumiendo liderazgos y representatividad de una lucha en las cuales no dieron la cara. Las mujeres no tuvieron voz. En Lima las dirigencias se reúnen entre cuatro paredes, anuncian que ya han hecho respetar la lucha, pero los que están dando la batalla en las calles sienten que han sido traicionados. Sienten que ni el SUTEP, ni la CGTP, menos la CONULP los representan. Saben que de algún modo hablaron con representantes del gobierno de Dina Boluarte, ¿Pero que hablaron? ¿En qué quedaron? Nunca lo dijeron.

Quienes más perdieron o perdimos, fuimos los puneños con pérdidas de vidas. Quienes más perdimos somos aquellos que vivimos del trabajo de cada día. Tres meses de lucha, que en vez de afectar al gobierno nos afectaron a nosotros.

Ha habido un esfuerzo por la democracia consistente de Puno, pero las necesidades personales, sobre todo económicas, hacen que se reduzcan las medidas de lucha para una agenda más puntual: Adelanto de elecciones. Veremos qué pasa. Días van, días vienen.

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