Resulta positivo y hasta esperanzador que, por fin, haya cierto movimiento en sectores que estaban inmóviles y silenciosos respecto al régimen de Boluarte. Esto tiene que ver directamente con la censura del Lugar de la Memoria y todo movimiento en defensa de la memoria y la verdad es siempre una buena noticia.
A veces, sin embargo, toca también ser impopular cuando algunos análisis sorprenden por su limitación sobre todo en contextos donde el adversario fascista está tan claro y tan bien delineado como es el caso peruano. Leo por ahí que, en algunos espacios, hay quienes denuncian el cierre del LUM alertando que hoy es el LUM, pero “mañana” seremos “todos los que piensan distinto”. Esto me genera una preocupación. ¿A quiénes se refieren con ese “todos”? Porque, OJO, eso YA ESTÁ PASANDO desde hace más de cien días. No hace falta temerle al “mañana”, sino empatizar con hace tres meses como mínimo.
Los que piensan distinto en el Perú ya están o muertos a balazos y perdigones, o heridos, o detenidos arbitrariamente, o atacados racistamente por las fuerzas del (des)orden, o terruqueados por el poder mediático, o reprimidos sin piedad. ¿Acaso ellos no son también el “todos”? El problema, insisto, no está en “mañana”. La pesadilla empezó hace meses y lo preocupante no sólo es que algunos hayan tardado tanto y esperado la clausura de un lugar emblemático de la democracia como el LUM para notarlo, sino que aún cuando eso ocurre obvian que la amenaza no empezó ayer con esa clausura sino que se vio ayer en esa clausura que es parte de los pasos que iniciaron el 7 de diciembre con un golpe de los poderes que hoy son los que gobiernan.
Ayer no empezó nada. Parece una obviedad, pero en estos tiempos parece que las obviedades tienen que ser dichas en volumen muy fuerte, por más impopular que así sea. Y aquí el volumen siempre estará muy alto.
