La India resulta interesante e importante para el resto del mundo como actor, temática y espacio geográfico debido a sus características internas y a su ubicación en el orden global. En este artículo se analizan su papel en el sistema internacional, la configuración regional y continental, las vulnerabilidades en el terreno de la seguridad, los problemas del desarrollo y la globalización, y su dinámica política, social y cultural. A pesar de sus muchas limitaciones, sería prudente caracterizar esta nación sudasiática como una potencia emergente, con las capacidades e intenciones para dar forma al sistema mundial.
¿Es importante la India? ¿Por qué el resto del mundo se preocupa por lo que está haciendo esta nación sudasiática, por lo que está experimentando y lo que está sucediendo en su interior? Si la India es interesante e importante, ya sea como actor, como temática o como espacio geográfico, es debido a sus características internas, así como debido a su ubicación en el orden mundial. La India es una potencia emergente a escala global y una potencia regional con base en la superficie terrestre euroasiática. Es un Estado con armas nucleares y diferendos fronterizos, que mantiene una gran dependencia de las importaciones de armas y resulta una víctima recurrente del terrorismo. Se trata de una economía en desarrollo que se globaliza rápidamente, cada vez más impulsada por la tecnología, aunque con muchas deficiencias respecto a sus necesidades energéticas. Es una democracia liberal que ha florecido en un entorno social pluralista y multicultural. Se trata de una antigua civilización, pero también mantiene un alto grado de violencia y división interna. Es un país que ha dado lugar a una amplia, variada y extensa diáspora, y que también tiene impacto sobre el ecosistema global.
Estas son algunas de las razones por las que la India es importante en el resto del mundo. En este artículo se analizan los factores que ayudaron a su surgimiento y los obstáculos que enfrenta. En las secciones siguientes se analizará su papel en el sistema internacional, la configuración regional y continental, las vulnerabilidades en el terreno de la seguridad, los problemas del desarrollo y la globalización, y la dinámica política, social y cultural.
Tamaño, prestigio y papel sistémico
La India es un país extenso. Solo China la supera en términos de población; solo Rusia, Canadá, Estados Unidos, China, Brasil y Australia, en cuanto a territorio. La conciencia de su tamaño se encuentra en la raíz de los continuos esfuerzos indios para lograr la autonomía estratégica. En ese marco, el no alineamiento fue el intento de un Estado poscolonial extenso pero débil para mantener la autonomía política en un mundo bipolar. Su apuesta fue por una política exterior original y a la vez prudente (desde una perspectiva realista) y ética (desde una perspectiva normativa). La India es demasiado grande como para tumbarse bajo el paraguas de seguridad de cualquier otro poder.
Aun cuando la India era un Estado débil, su tamaño le aseguró ser tratada como una potencia media. Es decir, un país que se encontraba en la categoría especial de los Estados que carecen de la capacidad de las grandes potencias para dar forma al sistema, pero cuyo tamaño, recursos y rol geopolítico impiden sin embargo que las grandes potencias los ignoren. Mientras que las potencias medias pueden carecer de la capacidad para desafiar la forma en que las grandes potencias regulan el sistema internacional, son lo suficientemente poderosas como para enfrentar cualquier intento de obligarlas a comportarse contra su voluntad. En la actualidad, con el aumento de su poder, la India ya es una potencia media en ascenso, o lo que denominamos una «potencia emergente».
Con los años, la política exterior india ha mostrado una dicotomía entre la teoría y la práctica; su oposición ideológica a la discriminación institucionalizada en la gobernanza mundial no ha frenado su voluntad pragmática de buscar el mejor acuerdo posible en el sistema internacional. Esta postura de la política exterior, mientras que puede aparecer en la superficie como hipócrita, se inspira en la naturaleza del sistema internacional en sí, formalmente basado en la igualdad soberana, pero en realidad atravesado por jerarquías de poder muy arraigadas y profundamente desigual. El ascenso de la India está directa y causalmente ligado al deseo del país de transformar su prestigio en mayor influencia en el sistema político internacional, como se manifiesta en la voluntad de ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad con derecho de veto.
La dinámica regional y continental
En el sur de Asia, la India es claramente el poder regional: su población, PIB y gastos militares triplican los de todos sus vecinos sumados. En ese marco, no es sorprendente que la India sea una potencia de statu quo en el nivel regional. Sin embargo, el sur de Asia no tiene paz interna ni cohesión externa. Por otra parte, este papel de la India a escala regional es severamente cuestionado por algunos de sus vecinos, como Pakistán. En verdad, para la India, la región no es una plataforma de lanzamiento sino un ancla que debe arrastrar, y esto plantea un serio desafío para su política: Nueva Delhi no puede despegar a escala mundial si sus vecinos mantienen sus actuales suceptibilidades en relación con el desempeño en el vecindario.
¿Pero por qué sus vecinos han sido tan persistentes en su rechazo a la influencia india? Varias explicaciones son plausibles. En el caso paquistaní, su obsesión por buscar igualar a la India, un país siete veces más grande, seguramente radica en cuestiones de ideología e identidad. Sin embargo, también podríamos explicar la situación regional de la India en términos de sus propias políticas erróneas. En particular, las autoridades indias raramente han comprendido una verdad simple pero profunda sobre la política: el poder regional es el medio; el liderazgo regional, el objetivo. Y es claro que el poder, por sí mismo, no se convierte automáticamente en liderazgo; es más, puede llegar a ser un impedimento. Esto se debe a que el poder regional se basa en la distribución de las capacidades militares, lo cual genera todo tipo de prevenciones; en cambio, el liderazgo tiende a atraer a los vecinos a un proyecto regional coherente. Por lo tanto, el liderazgo regional es una condición que se puede lograr solo a través de iniciativas políticas concertadas.
El bajo rendimiento de la India en el desarrollo socioeconómico, tanto en términos absolutos como relativos, es otra explicación de su falta de liderazgo regional. Aunque ninguno de sus vecinos puede desafiar su dominación, no están dispuestos a cederle el liderazgo en la zona. Sin embargo, esta situación está cambiando: la economía de la India está creciendo y convirtiéndose en una parte dinámica de la economía global. Por lo tanto, unos vínculos estrechos pueden convertirse en una opción política más atractiva para sus vecinos.
En las últimas tres décadas, China –históricamente enfrentada a Nueva Delhi– ha construido fuertes vínculos políticos y económicos con casi todos los vecinos de la India en el sur de Asia. Mientras que esta última no ha presentado una visión regional viable ni invirtió mucho en buscarla, China ha construido una estructura de incentivos para cada uno de los países sudasiáticos, cuyo resultado neto ha sido el mantenimiento de la India en un marco regional que va en detrimento de sus intereses y ambiciones. Entre tanto, la India está impulsando la cooperación bilateral, como queda en evidencia en el acuerdo de libre comercio con Sri Lanka, al tiempo que está invirtiendo mucha energía diplomática en apuestas subregionales, como la Iniciativa de la Bahía de Bengala para la Cooperación Multisectorial Técnica y Económica (BIMSTEC, por sus siglas en inglés) y la Cooperación Mekong Ganga (MGC). La noción de una «vecindad extendida» que incluye Asia central y el Sudeste asiático es otro novedoso concepto con el que la política regional de la India está experimentando.
Como potencia en Asia y el océano Índico, la India tiene una ubicación geoestratégica. Además, el desplazamiento del centro de gravedad global de la zona euroatlántica al Pacífico asiático está aumentando el peso mundial de la India, como de los otros Estados asiáticos importantes. Asia, a diferencia de Europa, sigue viviendo en la era de la modernidad política, es decir que el principal motor político en todo el continente asiático sigue siendo el Estado territorializado y soberano, en vías de perfeccionamiento. Aunque el ascenso de China está creando una sensación de inseguridad en toda Asia, es poco probable que la India se involucre en los esfuerzos para contener a Beijing. El país es demasiado grande para ser un miembro de la comunidad de seguridad de EEUU. Sin embargo, tampoco puede ser parte de una alianza asiática contra el Oeste, por la sencilla razón de que tal eje estaría dirigido por China. Afortunadamente, Nueva Delhi no tiene que elegir entre la hegemonía global estadounidense y la hegemonía continental china. Incluso podría trabajar activamente con EEUU y China para construir una nueva arquitectura de seguridad cooperativa en la región Asia-Pacífico. Esto podría llenar un vacío real: a diferencia de Europa, África y las Américas, Asia carece de instituciones de alcance continental. Y en este marco, podrían surgir muchos resultados positivos de un «Proceso de Helsinki asiático» que reconfigure Asia en una estructura más cooperativa.
Vulnerabilidades en seguridad
Hay cuatro cuestiones diferentes pero interconectadas referidas a la seguridad que están estrechamente relacionadas con las perspectivas de futuro de la India: disuasión nuclear, fronteras inestables, dependencia de la importación de armas y terrorismo. Analicemos en primer lugar la cuestión nuclear. El programa de armas nucleares de la India se puso en marcha a finales de 1940, fue parcialmente revelado a mediados de 1970 y salió a la luz recién en la década de 1990, medio siglo después de iniciado el proceso. Las armas nucleares, en sí mismas, no hacen de la India un poder emergente. Sin embargo, muchas naciones, en particular China, comenzaron a tomar en serio a la India solo después de su abierta nuclearización en 1998, pero esta capacidad nuclear plantea varios retos. El primer desafío, y sin duda el más importante, se refiere a la construcción de relaciones de disuasión nuclear con Pakistán y China. Un segundo objetivo consiste en insertar la capacidad nuclear de facto del país dentro de la arquitectura nuclear mundial, como un Estado de armas nucleares (NWS, por sus siglas en inglés). En tercer lugar, sería de interés para la India consolidar su papel como fuerza positiva en cuestiones nucleares globales. Tal vez la iniciativa más importante podría ser la de promover activamente el desarme nuclear global, un tema sobre el que ha habido movimiento en los últimos años: por primera vez en la historia, importantes políticos realistas estadounidenses están pidiendo el desarme nuclear1. El segundo punto débil de la seguridad de la India se refiere a las fronteras terrestres, muchas de las cuales están en disputa. Los límites varían enormemente desde el punto de vista geográfico, de los terrenos montañosos del Himalaya, los pantanos de Kutch, el desierto de Thar, las tierras bajas de Terai, las llanuras fluviales cruzadas del Punjab y el manglar del delta de Sundarbans. India debe decidir qué fronteras necesita fortalecer más y cuáles, por el contrario, debería relajar. Por ejemplo, una forma de hacer frente a la entrada de millones de ciudadanos de Bangladesh sería establecer un sistema de permisos de trabajo para extranjeros residentes.
La India vive en una vecindad difícil. Por lo tanto, garantizar el suministro de armas para sus fuerzas de combate sigue siendo una preocupación central del gobierno. La industria militar nacional no es suficiente para cubrir las necesidades, y los programas de investigación y desarrollo militar se han caracterizado por retrasos y deficiencias de todo tipo. Por lo tanto, el país adquiere sistemas de armas extranjeros costosos y sofisticados con el fin de mantener a un cierto ritmo la modernización militar.
Por último, la India ha sufrido más violencia terrorista en las últimas décadas que cualquier otro país. Entre 1994 y 2005, 11 personas fueron asesinadas por día, en promedio, en ataques terroristas o acciones antiterroristas. La mayoría de los terroristas, en las últimas dos décadas, ingresaron desde Pakistán, lo que obligó al Ejército indio a dedicar la mayor parte de su atención a las operaciones de seguridad interna. Mientras que muchos analistas suponen que las acciones de Pakistán contra la India están vinculadas únicamente a la disputa por Cachemira, el objetivo final de la guerra asimétrica del país vecino es limitar el poder indio a un tamaño con el que Pakistán se encontraría más cómodo.
Los problemas del desarrollo y la globalización
Las privaciones socioeconómicas arraigadas todavía afectan a gran parte de la población y transforman la vida de cientos de millones de ciudadanos indios en una lucha perpetua por la supervivencia. Este es el lado oscuro del ascenso indio, lo que explica por qué las necesidades de las zonas rurales pobres son una de las principales preocupaciones de la política comercial. El 30 de julio de 2008, las negociaciones sobre la Ronda de Doha colapsaron en Ginebra cuando el ministro de Comercio Kamal Nath frenó varias veces los intentos de los países desarrollados de ampliar el acceso de sus productos agrícolas al creciente mercado indio diciendo: «Yo vengo de un país donde 300 millones de personas viven con un dólar al día y 700 millones de personas viven con dos dólares al día. (…). No se necesita ser un genio para decidir entre las medidas de subsistencia y los intereses comerciales»2. El subdesarrollo también se manifiesta en una infraestructura inadecuada, ya sean puertos, aeropuertos, puentes, carreteras, electricidad, saneamiento, escuelas u hospitales. El fracaso no se limita a la infraestructura física: seis décadas después de lograr la independencia, la India todavía tiene que crear sistemas públicos de educación y salud.
Después de décadas de desarrollo autárquico, la economía india rápidamente se fue integrando en la economía global. Cuando el país abrió su economía en 1991, el temor a que las empresas indias fueran inundadas por productos fabricados por la competencia extranjera era generalizado y palpable. Este temor fue ejemplificado por el llamado «Club Bombay», un grupo informal de algunos de los más prominentes magnates, que se unieron para proteger los intereses de las empresas locales de los depredadores extranjeros. Dos décadas después, está claro que muchas empresas indias son competitivas a escala mundial en múltiples sectores y mercados. A menudo incluso forman parte de los depredadores en la jungla mundial de las fusiones y adquisiciones. Aunque la demanda interna es el motor de dos tercios de la economía, varias empresas indias, sobre todo en sectores como la tecnología de la información y los productos farmacéuticos, están cada vez más orientadas hacia el exterior.
Pero la globalización crea sin duda una serie de nuevas vulnerabilidades por la exposición a los problemas de la economía mundial. Mientras que algunas voces en la vida pública india están promoviendo un retorno a la autarquía, la mayoría de los responsables políticos y formadores de opinión reconocen que el país ya no puede quedar separado de la economía global. Sin embargo, la tarea de proteger la economía nacional de las toxinas mundiales se ha convertido en una gran responsabilidad para los gestores económicos. Deberán estar atentos para percibir, y ágiles para responder a los desafíos y las oportunidades que emanan de la economía mundial.
Limitaciones tecnológicas y dependencia energética
La industria india ha optado históricamente por una producción trabajo-intensiva, que aprovechaba la gran población rural, con escasa formación y generalmente subempleada. Sin embargo, en los últimos años la tecnología se ha convertido en un aspecto importante y también en una debilidad de la economía. La India es ahora una economía de producción de tecnología en muchos sectores significativos, incluyendo algunos de vanguardia como la biotecnología y la nanotecnología. Sin embargo, el dinamismo de estas áreas debe equilibrarse con la persistente dependencia del país de la tecnología en muchos otros sectores de la economía, que van desde la agricultura hasta la aviación. En un mundo globalizado, la tecnología no puede germinar en un solo país en forma aislada. Los imperativos gemelos de acceso a la tecnología y aprovechamiento de las fortalezas tecnológicas de la India plantean varios retos.
Después de su prueba nuclear de 1974, la India sufrió varias restricciones a la importación de tecnología como resultado de la arquitectura multilateral de no proliferación. Sin embargo, después del acuerdo de cooperación nuclear civil con EEUU en 2008, se quebró el aislamiento tecnológico, y en la actualidad el país participa en grandes proyectos científicos internacionales como el Reactor Experimental Termonuclear Internacional (ITER, por sus siglas en inglés) y el proyecto Gran Colisionador de Hadrones en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en francés). Las capacidades tecnológicas de ciertos sectores, como la ciencia espacial, son ahora reconocidas a escala mundial. La primera misión lunar india, Chandrayaan 1, lanzada en 2008 y cuya labor se desarrolló en órbita polar en torno de la Luna, llevaba tres cargas útiles de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), dos cargas útiles de la NASA y una carga útil de la Academia de Ciencias de Bulgaria. Por otro lado, ciertas marcas de tecnología india, como Biocon, Infosys Technologies y Suzlon Energy, se encuentran entre los líderes mundiales en sus respectivos campos. Sin embargo, la falta de competitividad global del sector universitario es un gran obstáculo para la competitividad tecnológica de la India.
El acceso a la energía representa un aspecto crítico de esta vulnerabilidad: la India tiene una enorme población de una base socioeconómica baja que está creciendo y modernizándose rápidamente. De hecho, el país es el sexto consumidor de energía en el mundo y muestra una de las tasas de crecimiento energético más rápidas. De acuerdo con la Comisión de Planificación, se prevé que las necesidades de energía comercial primaria totales de la India aumentarán de 403 Mtep (millones de toneladas equivalentes de petróleo) en 2006-2007 a 2.289 Mtep en 2031-20323. Según la Agencia Internacional de Energía de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la demanda india de electricidad subirá en promedio 5,4% anual entre 2004 y 2030, el crecimiento más rápido de la demanda de electricidad en todo el mundo. La generación de electricidad pasará de 669 TWh (teravatios-hora) en 2004 a 2.314 TWh en 20304. Pero, al mismo tiempo, en 2005 las estimaciones señalaban que 487 millones de indios (44,5% de la población) no tenían acceso a la electricidad. La escasez de energía, tanto en las ciudades como en las zonas rurales, se está convirtiendo en una cuestión de gobernanza elemental que podría tener un impacto en la seguridad interna del país.
Las centrales térmicas alimentadas con carbón generaban 69% de la electricidad en 2004, y se estima que la participación del carbón se mantendrá sin cambios en 2030. La India tiene enormes reservas de carbón y, por lo tanto, no tiene dependencia externa de este combustible. Esto se puede contrastar con la situación respecto al petróleo y el gas: las importaciones de petróleo, que fueron de 69% en 1980, bajaron a 44% en 1990 gracias a los esfuerzos concertados para aumentar la producción nacional, pero debido al rápido crecimiento de la economía india se espera que –al ritmo actual– en 2030 alcancen 87% de la demanda5. La dependencia energética tiene un impacto macroeconómico directo: la factura adicional que resultó del aumento de los precios internacionales de petróleo y gas entre 2002 y 2005 fue equivalente a 3,1% del PIB de la India y a 22% de sus exportaciones totales durante ese periodo6. Por ello, compañías de gas y petróleo indio expandieron sus intereses y actividades de exploración en la región de Asia-Pacífico (Myanmar y Vietnam), Rusia, América Latina (Colombia, Brasil y Cuba), Oriente Medio y norte de África (Libia, Egipto, Siria, Irán, Yemen, Omán y Qatar) y África (Costa de Marfil, Nigeria, Guinea Ecuatorial, Sudán, Congo-Brazzaville y Gabón)7. En los próximos años, la India llevará a cabo todas las opciones energéticas viables: la construcción de gasoductos y de reactores nucleares, la diversificación de los suministros de petróleo, una revisión de las centrales térmicas de carbón y la inversión en combustibles alternativos y energías renovables. La frenética búsqueda de la energía será, sin duda, un interés prioritario de las autoridades indias.
La dinámica política, social y cultural
Tomando como origen la civilización de Harappa (2600 a. C.-1900 a. C.), la historia de la India suma unos 4.600 años, pero ¿por qué su antigüedad es relevante para el análisis de la India contemporánea y de sus intereses? Un profundo sentimiento de certeza milenaria y de civilización impregna a la mayoría de los indios, especialmente a los que no tienen una educación formal. Durante el movimiento de liberación, la unidad cultural del país, como se demuestra con más fuerza a través de las generaciones en la práctica continuada de la peregrinación, era el antídoto esencial para la presunción de Winston Churchill de que la India no era una nación sino un término geográfico, como la línea del Ecuador.
De hecho, la India es socialmente plural y, por definición propia, es constitucionalmente inclusiva. El proyecto monumental «La gente de la India» de la Encuesta Antropológica ha identificado, ubicado y descrito con meticulosidad la existencia de 4.384 comunidades8. Según Rochana Bajpai, «la India tiene uno de los regímenes más antiguos y extensos de derechos de las minorías en un sistema de gobierno comprometido con las normas de la democracia liberal»9. De los diversos aspectos sociopolíticos y socioculturales que pueden tener un impacto en el ascenso de la India, el más importante es la experiencia democrática. La democracia india ha sobrevivido durante más de seis décadas y ahora se está expandiendo y profundizando: los grupos sociales que han estado al margen de la sociedad están disfrutando por primera vez del acceso al poder político. Mientras que una sociedad más inclusiva está en proceso de ser creada, también hay un profundo cinismo en la ciudadanía sobre los políticos y la política. Otros factores políticos de importancia son la federalización del poder en la India contemporánea, como también el establecimiento de la política de coalición como la nueva norma política en la formación de los gobiernos nacionales.La de la India es también una sociedad extremadamente violenta, con fisuras internas profundas. Es el hogar de tres agrupaciones políticas violentas10. En primer lugar, los movimientos étnicos que prevalecen desde la independencia en 1947 a lo largo de las periferias del país. En segundo lugar, por lo menos desde la década de 1960, los grupos de izquierda que operan sobre diferentes terrenos con mayor o menor intensidad, impugnando tanto la persistencia de las estructuras feudales de la tierra como proyectos de desarrollo modernistas. Por último, grupos de derecha surgidos desde 1980, que han sido el resultado de la dislocación social y la desigualdad de ingresos que acompañan el proyecto de modernización del Estado, y son en cierta medida un fenómeno global. Sin embargo, el último tipo de fisura violenta también se puede atribuir a la deliberada política de Pakistán.
La India sigue siendo extremadamente sospechosa de mantener líneas de batalla dibujadas sobre la base del extremismo y la exclusión cultural, en la línea del concepto de «choque de civilizaciones» de Samuel Huntington. Con las poblaciones suníes y chiíes más importantes del mundo después de Indonesia e Irán, respectivamente, la paz social interna de la India depende de su feroz resistencia a cualquier alineación exterior que tenga como blanco alguna religión. Este factor explica, por ejemplo, por qué la India está dispuesta a mantener fuertes lazos tanto con Israel como con Irán.
Finalmente, en la última década, el gobierno ha puesto en marcha una política proactiva para restablecer los lazos de los migrantes indios con el país. Esta iniciativa comenzó con la creación de un Comité de Alto Nivel sobre la diáspora india que presentó su informe en diciembre de 200111. Esta nueva política de incorporación extraterritorial marca una clara ruptura con el pasado, cuando la India demostró poco interés por los pravasi, es decir, las personas de origen o descendencia india ciudadanos de otros países. ¿Cómo se explica este radical cambio de política? El primer factor es religioso-cultural: la aparición de la afirmación hindú en el territorio nacional y la de la diáspora han sido simultáneas y se refuerzan mutuamente12. El segundo es económico: los indios residentes en el extranjero enviaron remesas por 24.600 millones de dólares en el año fiscal 2005-2006, lo que representa 3,08% del PIB (para comparar, las exportaciones del sector de software trajeron al país 23.600 millones de dólares en 2005-2006)13. Sin embargo, el último factor –la política– es tal vez el más importante. El gobierno se ha dado cuenta de la impresionante influencia que los pravasi pueden ejercer en el proceso de formulación de políticas en sus países. La presión ejercida por las organizaciones indoamericanas en EEUU es sin duda el ejemplo más importante de esta influencia14. Tampoco es una idea extravagante considerar la perspectiva de una futura acción militar india para evitar las persecuciones de los pravasi, como aquellas sucedidas en las últimas décadas en Birmania, Uganda y Fiji.
Conclusión: el propósito de poder
En este artículo hemos analizado las fortalezas y debilidades de la India en los planos nacional, regional y global. A fin de cuentas, sería prudente caracterizar el país como una potencia emergente, a pesar de sus muchas limitaciones. Sin embargo, a medida que ascienda y se convierta en un Estado con las capacidades e intenciones para dar forma al sistema, el mundo se hará una pregunta: ¿qué va a traer India a la mesa? Todas las grandes potencias tienen capacidades importantes; sin embargo, tienen visiones muy diferentes del tipo de sistema internacional que deberían suscribir.
La India aún no ha entendido que tiene que articular una visión atractiva y distintiva de los asuntos del mundo de la que otros Estados y las sociedades también puedan beneficiarse. Por el momento, demasiados países y personas solo ven la huella negativa de la India sobre los bienes comunes: conforme se desarrolla, el gigante sudasiático se va convirtiendo en un gran consumidor de energía y emisor de contaminación. Sin embargo, esto también sugiere que un importante nicho se está abriendo en la política mundial y que la India estaría en condiciones de ocuparlo. La fragilidad del ecosistema planetario está a punto de sustituir al terrorismo como el problema internacional de nuestros tiempos15. También es cada vez más obvio que la lógica y la dinámica de la territorialidad soberana, tal como está configurada actualmente, no pueden hacer frente a este desafío existencial que, por su propia naturaleza, trasciende las fronteras estatales. Una forma en que la tragedia de los bienes comunes podría mitigarse es mediante la evolución de una nueva forma de tutela, que funcionó bien después de la Segunda Guerra Mundial durante el proceso histórico de la descolonización16. La tutela es un componente en la búsqueda de una «política exterior ética»17 y es un aspecto fundamental de la noción de «responsabilidad de proteger»18. El concepto de tutela tiene profundas raíces gandhianas19 y podría ser un elemento «natural» de la política exterior india. La idea central de la tutela gandhiana es que nosotros, como individuos, instituciones y grupos, estamos inmersos en algo más grande que nosotros mismos. Bien podemos estar en la cúspide de una transformación de la política mundial, en el que el bien común deje de ser una aspiración altruista y se convierta, en cambio, en un interés egoísta por razones de pura supervivencia. Este papel puede haber sido escrito especialmente para la India.