El descubrimiento de un nuevo retrato de José de San Martín nos muestra un rostro distinto al que
conocemos

Las investigaciones de un coleccionista peruano de arte han dado con el hallazgo, en París, de un retrato, hasta ahora desconocido, del general José de San Martín, precisamente el año en que los peruanos asistimos a la reflexión y conmemoración de nuestro bicentenario.

Fueron varios los retratos que se hicieron del libertador mientras vivió, aunque solo posó por propia voluntad —según análisis iconográficos— en cinco ocasiones, número que podría llegar a ocho. De los cinco retratos sobre los que hay certeza, tenemos cuatro artísticos y uno “fotográfico”. Entre los primeros, están los de José Gil de Castro ( 1818 ), Jean Henri Simon ( 1824, una pieza numismática ), Jean Joseph Navez ( c.1824 ) y el atribuido a Jean-Baptiste Madou ( c.1828 ). El “fotográfico” es un daguerrotipo de 1848, captado en París, poco antes de su muerte. Con excepción de la medalla de Simon, los retratos citados forman parte de la colección del Museo Histórico Nacional de Buenos Aires.

El cuadro que hoy damos a conocer en El Dominical es un óleo de 40.5 x 32 centímetros. La pintura se halla en óptimas condiciones, salvo en algunos detalles que necesitan restauraciones menores. Es muy probable que esta haya sido realizada durante la estancia de San Martín en Bélgica, entre 1824 y 1831. Veamos el contexto.

La pintura de San Martín está en óptimas condiciones, salvo por una rasgadura cerca del hombro, que puede ser restaurada.
La pintura de San Martín está en óptimas condiciones, salvo por una rasgadura cerca del hombro, que puede ser restaurada.

La nueva vida en Bruselas

Procedente de Londres, el libertador, entonces de 46 años, fijó su residencia en Bruselas. Se alojó en un hotel un poco alejado del centro e instaló a su hija Mercedes en una pensión dirigida por una maestra británica que enseñaba francés, inglés y otras materias. Era Bruselas una ciudad del fugaz Reino Unido de los Países Bajos ( 1815-1830 ), de 100.000 habitantes y muy cosmopolita, en parte porque se habían refugiado allí liberales y republicanos franceses que huían de la restauración borbónica en el trono de París.

Uno de ellos fue el aclamado pintor Jacques-Louis David, autor de memorables cuadros de la Revolución francesa y el Imperio napoleónico. Varios artistas belgas del neoclásico pasaron por su taller. San Martín llegó a conocer a David en una reunión social, pues el autor de La consagración de Napoleón falleció en la capital belga el 29 de diciembre de 1825. Los retratos que hicieron Navez y Madou del libertador evidencian la influencia de David.

Cabe anotar que, en Bruselas, San Martín entró en contacto con la sociedad masónica Amis du Commerce, en la que podía disfrutar de largas tertulias con gente que compartía sus ideas.

Se sabe que frecuentaba los cafés De l’Amitié y Royal. Asimismo, seguía atento las noticias que venían de la guerra y la situación política en América, particularmente del Perú, debido a su correspondencia con Bernardo O’Higgins, quien, cuestionado en Chile, se había establecido en Lima.

Sin embargo, fue a través de un periódico que supo de la victoria del ejército patriota, al mando de Antonio José de Sucre, en la Pampa de Ayacucho. También en Bruselas se conmovió con la noticia del asesinato de su antiguo colaborador, Bernardo de Monteagudo, ocurrido en Lima el 28 de enero de 1825.

Cuando dejó el hotel donde se hospedaba, se mudó —ahora con su hermano y una criada— a una casa en la rue de la Fiancée 1422. Eso sí, todos los fines de semana acudía al internado a visitar a su hija y pasaba con ella el descanso estival.

Disfrutaba cabalgar con amigos por los campos de Waterloo y, para sus dolores reumáticos, seguía tomando láudano y viajaba asiduamente a tomar los baños termales de Elissen-Brunnen en Aix-la-Chapelle (Aachen), la antigua capital de Carlomagno. En una de esas incursiones, estuvo acompañado por el general Guillermo Miller. Tenía 53 años el libertador cuando, en 1831, abandonó Bélgica y fijó nuevo domicilio en París.

En Francia y a la edad de 72 años, San Martín falleció a causa de una penosa enfermedad. Sus restos están enterrados en Argentina. (Foto: Difusión)
En Francia y a la edad de 72 años, San Martín falleció a causa de una penosa enfermedad. Sus restos están enterrados en Argentina. (Foto: Difusión)

El general a los 50 años

En una época en que no existía la fotografía, solo un puñado de gente lograba retratarse, pues conseguir un pintor estaba reservado a familias acomodadas o personajes públicos. En este sentido, San Martín era ya en Europa un político y militar de renombre. Él mismo se presentaba como Generalísimo del Perú, Capitán General de la República de Chile o General de las Provincias Unidas de la América del Sur.

Su presencia no pasaba desapercibida, como lo demuestran sus contactos en el Viejo Mundo y las visitas que recibía de personalidades procedentes de Argentina, Chile o Perú. Su intensa actividad, al parecer, no le dio tiempo al libertador para posar, un trance que requería concentración y algunas incomodidades.

El cuadro redescubierto correspondería a la segunda mitad del decenio de 1820. Observamos a un San Martín cercano a los 50 años, casi de perfil, vestido con levita, chaleco y camisa al estilo imperio, el traje burgués que se impuso desde 1800.

Las facciones de su rostro coinciden con las que registraron Navez y Madou, incluso con el San Martín del pintor belga François Bouchot ( 1828, Museo de la Academia Militar de los Estados Unidos, West Point, NY ). El valor del documento histórico que presentamos es innegable. Queda para los investigadores de la iconografía sanmartiniana establecer el contexto en el que se pintó el cuadro, así como rastrear la identidad de su autor.

Que sirva esta primicia para honrar el legado del general San Martín, quien, hace 200 años, desde la Plaza Mayor de Lima, llamó a los peruanos a vivir en libertad, con instituciones sólidas, en que la ley sea igual para todos. Esa es la “promesa republicana” que tanto nos está costando construir.

Nota de redacción:

La iconografía de José de San Martín es amplia. Hasta ahora, la imagen más realista es la reconstrucción digital realizada por el artista y diseñador argentino Ramiro Ghigliazza, que este Diario presentó también en exclusiva en diciembre del año pasado.

El artista y diseñador argentino Ramiro Ghigliazza, el creador del retrato digitalizado de don José de San Martín
El artista y diseñador argentino Ramiro Ghigliazza, el creador del retrato digitalizado de don José de San Martín

En aquella ocasión, el rostro del libertador fue realizado tomando como base una pintura al óleo de 1824, en la que San Martín aparece con la bandera argentina envuelta alrededor del pecho. Para conseguir una mayor verosimilitud, Ghigliazza fotografió a personas reales que tenían facciones parecidas al héroe (gestos, mejillas, cejas, partes del rostro) y con esos fragmentos reconstruyó, pieza por pieza, la imagen del prócer nacido en Yapeyú en 1778.