Tras reunirse con un asesor de imagen en medio de una fuerte inestabilidad política, el presidente de Perú, Pedro Castillo, dejó súbitamente el gran sombrero blanco que le ayudó a forjar su identidad política y a ganar las elecciones de 2021.
Por tercer día consecutivo, el mandatario de 52 años que acaba de designar un nuevo gabinete ministerial, el cuarto desde su llegada al poder hace seis meses, se presentó este jueves en público sin su llamativo sombrero de copa alta y ala ancha.
El accesorio de paja de palma es típico de los campesinos de Cajamarca, la región norteña donde nació y vivió este maestro rural antes de mudarse al palacio de gobierno en Lima, el pasado 28 de julio.
El sombrero se había convertido en una extensión del mandatario izquierdista. Reforzó su imagen en la campaña, pero también era motivo de burlas de adversarios y de parte de la prensa. No se lo sacaba nunca, salvo cuando entraba a la iglesia.
Lo acompañaba en todas las sesiones con el gabinete ministerial, en sus encuentros con otros mandatarios e incluso cuando habló ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York y en el Consejo Permanente de la OEA en Washington.
“COACH” DE IMAGEN EN PALACIO
Los peruanos vieron por primera vez al presidente sin su inseparable sombrero el martes en la noche cuando juramentó a su nuevo gabinete.
Un día antes había recibido en el palacio presidencial a un asesor en liderazgo y superación personal, en momentos en que atraviesa su mayor índice de desaprobación desde que llegó al poder (60%) y su imagen se tambalea por errores y tropiezos, como la rotativa de ministros.
“Tengo la sospecha de que el ‘coach’ de imagen le aconsejó que tenía que cambiar y debía empezar por el sombrero”, dijo a la AFP el analista político Augusto Alvarez Rodrich.
“El problema es que se ha sacado el sombrero, pero no las ideas que estaban debajo del sombrero”, remató.
El ‘coach’ Saúl Alanya confirmó a la radio RPP que se reunió con Castillo, pero evitó dar detalles.
“MILAGRO” DE BOLSONARO
Hace una semana, el sombrero tuvo un papel estelar en el encuentro de Castillo con el presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, en la localidad fronteriza brasileña de Porto Velho. Esta cita sirvió para que las diferencias entre ambos quedaran “superadas”.
En un arranque juvenil Bolsonaro arrebató el sombrero blanco a Castillo y se lo puso en la cabeza, riendo. Se tomaron fotos abrazados.
La ocurrencia del presidente brasileño dio pasto a bromas y memes: “Ya lo saló [sembrar mala suerte]”, dijeron algunos.
En junio pasado, ante la inminente victoria de Castillo, Bolsonaro había afirmado que “sólo un milagro” impediría el triunfo del maestro rural. “Perdimos a Perú”, llegó a decir en esa ocasión.
“CHOTANO”
Estos sombreros son usados históricamente por los pobladores de la zona rural de Chota en Cajamarca. Es conocido como sombrero “chotano” o “bambamarquino”.
Al ser resistente, se volvió una prenda habitual entre hombres y mujeres que trabajan en el campo, aunque las nuevas generaciones lo usan menos.
Su confección es completamente artesanal y demora entre tres semanas y dos meses. Últimamente se ha convertido en una prenda de lujo, pues su precio puede llegar a unos 4.000 soles (1.000 dólares).
El presidente no usaba sombrero mientras era dirigente del magisterio y se hizo conocido en una huelga nacional en 2017.
El legislador Guido Bellido, del partido oficialista Perú Libre, se atribuyó en 2021 ante la prensa haber sido quien propuso a Castillo usar el sombrero como identidad política.
DESAYUNO FAMILIAR
Como candidato, Castillo recorrió todas las regiones de Perú, en ocasiones a caballo, llevando siempre su sombrero, lo mismo que en los debates electorales en televisión. Entonces el atuendo se volvió un ícono.
La mañana del balotaje ante Keiko Fujimori, el 6 de junio de 2021, Castillo desayunó en el patio de su casa en Cajamarca con el sombrero puesto. A su lado estaban sus padres, que son campesinos, quienes llevaban sombreros similares al suyo.
Luego acudió a votar con el sombrero y lo siguió usando cuando juró como presidente y en todas las ceremonias oficiales y actos públicos. Eso ayudaba a que la gente lo reconociera desde lejos cuando llegaba a alguna parte.