Hoy, como cada segundo domingo de mayo, el Perú y gran parte del mundo se detienen un instante para rendir homenaje a la figura más entrañable y poderosa de nuestras vidas: la madre.
No importa cuántos años pasen, cuán lejos estemos o cuán distintas sean nuestras historias: la palabra “mamá” sigue despertando la emoción más profunda, el recuerdo más tierno, el amor más verdadero.
En cada rincón del país, en cada hogar, en el campo y en la ciudad, en la costa, sierra y selva, hay una madre que ha dado todo de sí: su tiempo, su esfuerzo, su alegría y hasta su descanso, para ver crecer a sus hijos, para sacarlos adelante, para acompañarlos en la vida.
A ellas —a las madres trabajadoras, a las madres jóvenes, a las madres mayores, a las madres solteras, a las que partieron y dejaron su huella imborrable— les decimos hoy gracias. A las que luchan cada día en medio de las dificultades, que hacen de la vida un acto de amor permanente, les rendimos nuestro más profundo respeto y admiración.
En especial, saludamos a las madres peruanas que, en medio de un país complejo, a veces injusto, siguen siendo el sostén de millones de familias. Ellas que no se rinden, que no pierden la esperanza, que enseñan con el ejemplo.
Y extendemos este saludo con el mismo cariño a todas las madres del mundo, porque el amor de una madre no entiende de fronteras, idiomas ni colores. Es un lenguaje universal, que une, que abraza, que sana.
Desde este medio, nos unimos al reconocimiento y al cariño que hoy las rodea. Que este Día de la Madre sea también una oportunidad para reflexionar, para cuidar más, para valorar mejor, para amar con más fuerza.
¡Feliz Día de la Madre!
