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“La lucha contra la delincuencia en el Perú: Un problema multidimensional que exige más que mano dura”

La delincuencia en el Perú no es un fenómeno único, sino una red compleja que va desde el robo callejero hasta el crimen organizado transnacional, pasando por la corrupción sistémica que protege a los más poderosos. Mientras el ciudadano común sufre el impacto diario de la inseguridad —asaltos, extorsiones, violencia—, una élite de cuello blanco opera con impunidad en las sombras del Estado, perpetuando un ciclo de injusticia. Peor aún, hay indicios de que la crisis de seguridad está siendo instrumentalizada por sectores políticos que buscan capitalizar el miedo para promover agendas autoritarias, tal como ocurrió en Ecuador con el ascenso de Noboa.

1. La delincuencia visible: Lo que todos sufrimos

Hablar de inseguridad en el Perú evoca imágenes de ladrones de celulares, asaltantes de bancos, extorsionadores de transportistas y comerciantes, y bandas dedicadas a la minería y tala ilegal. Estos crímenes, aunque graves, son solo la punta del iceberg. Detrás de ellos hay redes organizadas que funcionan gracias a la complicidad de autoridades locales, policías corruptos y un sistema judicial lento.

  • Crimen urbano: Aumento de robos agravados, secuestros exprés y violencia en barrios.
  • Crimen rural: Minería y tala ilegal, narcotráfico y trata de personas en zonas alejadas del Estado.
  • Impunidad: Solo el 10% de denuncias llega a sentencia, según el INPE.

2. La delincuencia invisible: Los cuellos blancos y la corrupción estatal

Mientras el ciudadano promedio teme por su seguridad, los grandes delincuentes —funcionarios corruptos, empresarios evasores, políticos que negocian con la impunidad— operan sin consecuencias.

  • Narcopolítica: Vínculos entre autoridades y narcotráfico (ejemplo: el “Club de la Construcción” en Áncash).
  • Lavado de activos: Empresas fantasma que blanquean dinero del crimen organizado.
  • Corrupción judicial: Jueces y fiscales que archivan casos a cambio de prebendas.

¿Por qué es más peligrosa? Porque socava las instituciones, debilitando la capacidad del Estado para combatir el crimen común. Si la justicia no actúa contra un alcalde coimero, ¿cómo esperar que detenga a una banda de extorsión?

3. La inseguridad como herramienta política

En un contexto de creciente descontento, algunos sectores políticos podrían estar interesados en que el caos se mantenga, pues el miedo ciudadano es un combustible perfecto para discursos autoritarios.

  • El “efecto Ecuador”: El éxito de Noboa con su guerra contra el crimen muestra cómo la inseguridad puede ser usada para legitimar medidas excepcionales (y a veces antidemocráticas).
  • Los “fachosaurios” peruanos: Grupos que prometen “mano dura” sin planes reales, aprovechando el pánico social para ganar votos.
  • Falsa dicotomía: “O apoyas la represión sin límites, o estás con los delincuentes”.

4. ¿Cómo enfrentar el problema con seriedad?

La solución no está en medidas cosméticas ni en discursos alarmistas, sino en una estrategia integral:

A. Contra el crimen común:

  • Reforzar la inteligencia policial: Menos retenes, más tecnología (drones, cámaras, análisis de datos).
  • Reforma penitenciaria: Cárceles como centros de reinserción, no escuelas del crimen.
  • Justicia rápida: Tribunales especializados para delitos graves.

B. Contra el crimen organizado y la corrupción:

  • Fiscalías anticorrupción con autonomía real.
  • Persecución financiera: Rastrear el dinero ilícito (más poder para la UIF).
  • Limpieza en las instituciones: Auditorías obligatorias en PNP, FF.AA. y gobiernos regionales.

C. Contra el uso político del miedo:

  • Medios y sociedad civil deben vigilar a quienes prometen soluciones simples a problemas complejos.
  • Educación cívica: Que la ciudadanía exija planes serios, no eslóganes vacíos.

No caer en la trampa del autoritarismo

La delincuencia en el Perú es un monstruo de muchas cabezas: no se resuelve con balas ni discursos, sino con Estado, justicia y oportunidades. Mientras algunos apuestan por el miedo como estrategia electoral, la verdadera lucha está en reconstruir un país donde la ley funcione para todos —desde el ratero de barrio hasta el político corrupto—.

La seguridad no es solo cuestión de policías, sino de democracia.

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