Para muchos peruanos, la maternidad es un asunto sagrado, un rol sacrificado y hasta heroico cuando hablamos de familias monoparentales, donde la madre debe trabajar incansablemente para sacar adelante a sus hijos; un largo caminar en el que muchas desarrollan modelos de crianza no siempre deseados, pero que cuyos efectos pueden ser significativos en la vida adulta de sus hijos.
Jessica Chire, psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM), explicó que las mamás por lo general reproducen los patrones de crianza que recibieron de sus propias madres, sin tener conciencia plena de los efectos que pueden tener en la personalidad futura de sus hijos.
Consultada sobre los tipos de madres peruanas que más ve en consulta, detalló las siguientes:
Mamá sobreprotectora o controladora. Es la que quiere cuidar demasiado a sus hijos y muchas de las veces toma decisiones por ellos. Se podría decir que actúa como un GPS, pues siempre quiere saber dónde están y qué hacen.
“Como no los deja ser, no les permite tomar decisiones, con lo cual termina generándoles mucha inseguridad. Uno puede detectarlas desde que entran a consulta. Son las que dicen “ten cuidado”, “cuidado te vas a lastimar”. Son las que trasladan sus miedos a los hijos”.
Como consecuencia de este modo de crianza, los hijos crecen inseguros, miedosos y eso se ve hasta grandes. Le consultan todo a sus madres, incluso cuando ya tienen una pareja.
Mamá perfeccionista. Es la que quiere que todo salga bien. La que busca la perfección en todo momento, en sus hijos y en ella misma.
“Son mamás que ayudan a sus hijos a hacer las tareas. Que les llaman la atención si no hicieron o copiaron bien; las que les borran las tareas o les rompen las hojas escritas para que vuelvan a hacer todo. Son aquellas que no les gusta cómo se han hecho los deberes de la casa o la limpieza del cuarto y comienzan a criticar una y otra vez”.
Para la experta, lo real es que nadie es perfecto y por tanto hay que aprender a aceptar que nos podemos equivocar y los hijos también.
“La mayoría de estas madres se siente culpable porque no se hicieron las cosas bien, buscan hacer todo por los hijos: la lonchera, cocinarle algo especial, ayudarle en las tareas, luego debe trabajar; al final terminan muy cansadas, agotadas, desgastadas y frustradas”.
Los hijos de estas madres tienen dos caminos: si son temperamentales, se dejarán mandar mientras sean pequeños. Pero llegado el momento se cansarán de las órdenes y responderán. Allí Aparecen los supuestos “hijos rebeldes”, “los que no hacen caso”. En madres de este tipo se escuchan frases como “me tienes que obedecer porque lo digo yo”.
Ahora, si el hijo tiene un temperamento introvertido, por lo general se exigirá demasiado en la vida. Buscará el perfeccionismo en todo lo que hace y se frustrará cuando no pueda cumplir las metas de la madre o las que él mismo se ha impuesto.
Mama cómplice. Es la mamá que quiere ser amiga de sus hijos, la que busca que le cuenten todo.
“Este tipo de mamá no es lo más positivo, porque los chicos necesitan un modelo, una autoridad, una guía, no una amiga más. El ser cómplices es más para sus pares, para los compañeros de su edad. Muchas madres se confunden y quieren que sus hijos les cuenten todo lo que hacen, y lo cierto es que hay que darles su espacio para que vivan sus propias
experiencias” refiere la experta.
Madres trabajólicas. Para la siquiatra, es un tipo de mamá que se ha incrementado en los últimos años por las demandas que impone la sociedad.
“La realidad de que estemos pasando en una pandemia ha hecho que las necesidades económicas se incrementen en muchas familias. Entonces hay mamás que prefieren estar en el trabajo todo el tiempo y solo se dedican a trabajar”.
La experta comenta que muchos jóvenes llegan a consulta quejándose de sus mamás, molestos porque están con ellos y no dejan el celular. Algunas pueden estar incluso en casa, pero siguen coordinando las cosas de trabajo o viendo sus negocios. Son madres que no saben parar.
Mamá descalificadora. Es aquella que se queja constantemente o desautoriza a la pareja porque no cumple con lo que ella espera o desea.
“Las mamás de este tipo crean familias desorganizadas, donde cada uno tiene sus propias reglas, algo que los hijos usarán hábilmente a su favor. Como el papá y la mamá no hablan el mismo idioma, buscarán al que le dé más facilidades, Al final, los perjudicados serán los hijos porque no hay reglas claras”.
Mamá infantil o adolescente. Es la mamá que compite con su hija o hijo adolescente, que está muy pendiente de la moda, de lo moderno, de lo actual, en vez de estar pendiente de sus hijos y necesidades.
“Algunos chicos dicen en consulta me da vergüenza verla, porque mira cómo se viste. Es la mamá que parece más joven, que incluso anda hasta con jeans rotos, con los cabellos pintados fucsia. Los adolescentes tienen mucho fastidio porque sienten que ella no es una autoridad, una guía para ellos”.
Posiblemente esa mamá quiere compartir cosas en común con su hijo o hija y por eso trata de imitar sus estilos, pero no se da cuenta que su rol es el de modelo, el cual no podrá cumplir si se iguala a sus hijos.
Mamá maltratadora.- Es la mamá que maltrata a su hijo psicológica o físicamente de forma regular o esporádica.
“En nuestra cultura hemos normalizado el famoso “chanclazo” de la mamá. Lo cierto es que maltrato es maltrato, es un tipo de violencia contra los hijos. Si bien algunas personas maltratadas luego tienen éxito en la vida debe entenderse que esto no se debe al maltrato recibido, sino a la resiliencia que tuvieron para sobreponerse al maltrato y salir adelante”.
Para la psiquiatra del INSM, la sociedad vive en estos momentos las consecuencias del maltrato que recibieron muchas personas cuando fueron niños. “Si todos hablamos el mismo idioma, de no permitir el maltrato psicológico o físico, bajo ningún punto de vista, lograremos ser una mejor sociedad”.
¿Y cómo ser una mejor mamá?
“Una madre es buena en la medida de que su hijo nunca la necesite en el futuro”, refiere la especialista.
Aunque puede sonar duro para la mayor parte de las mamás, explica que esa es la máxima demostración de que han hecho un buen trabajo con los hijos porque han logrado que sean personas autónomas, que saben tomar decisiones y pueden resolver sus conflictos; porque les han dado las herramientas necesarias para defenderse en la vida.
“Una buena mamá aprende a escuchar y entiende que los hijos tienen diferentes etapas, que sus necesidades cambian. Las necesidades de un bebé no son las mismas que las de un niño o un adolescente. Algunas mamás dicen a mis tres hijos les he dado lo mismo por igual, pero no, se trata de personas diferentes y, por tanto, tienen diferentes necesidades. Siempre hay que ser conscientes de la etapa que viven y saber escucharlos de verdad”.
Jessica Chire refiere que una buena mamá no debe facilitarles la vida a los hijos. Ellos tienen que aprender a tomar decisiones y solucionar dificultades. Aunque cuenten con el apoyo de sus padres, deben sentirse seguros de que pueden afrontar la vida, hacerse cargo de ellos mismos.
“Hay que aprender a validarlos siempre. Cuanto menos me necesite significa que estoy haciendo bien mi trabajo como mamá. El objetivo debe ser tener hijos independientes. El hijo o hija que está muy pegado a la madre no va a poder tomar decisiones, ni tampoco crecer”.
Comentó que muchos jóvenes, e incluso adultos con pareja, consultan todo a la mamá para saber si están haciendo bien las cosas.
“Culturalmente, venimos con la idea de la mamá que nos cuida y protege todo el tiempo y está bien, siempre y cuando, ella se mantenga como una espectadora, no metida dentro de la vida de un hijo o hija, sobre todo cuando son adultos”.
La psiquiatra saludó a las mamás que desean mejorar las formas de vincularse con sus hijos, de sanar las heridas que pudieron generarles durante la crianza, destacando que para eso se necesita además de amor, mucha madurez.