La cultura Lima se desarrolló en la costa central, entre los valles de Chancay y Lurín, en el periodo comprendido del 200 al 700 d.C., contemporánea con las sociedades, también costeñas, Moche en el norte y Nasca en el sur. Se caracterizó principalmente a partir de su cerámica y arquitectura, ubicándose la ocupación de Huaca Pucllana en su etapa final, entre el 400 y el 700 d.C., cuando se produce un crecimiento sin precedentes, especialmente en el valle del Rímac. El sitio está formado por un gran edificio piramidal de cima trunca y estructuras bajas a su alrededor, en su mayor parte construido de adobes y rellenos de cantos rodados y arena. En general, todo Pucllana es un sitio ceremonial, pero, podemos decir que la parte baja posee características que le hacen tener un carácter más público en contrapartida a la pirámide cuyo uso ritual parece ser más restringido. A la parte baja se le denomina como Complejo Noreste. Está compuesto por un conjunto de plazas, patios y sistemas de recintos interconectados. Sin embargo, no todas las construcciones pertenecen al mismo tiempo sino a diferentes etapas.
La Gran Pirámide es un conjunto de edificios superpuestos. Se identificaron siete niveles o plataformas: el primero fue prácticamente destruido en la década del 40 del siglo pasado, y tras la excavación del área, se expuso una gran plaza; el segundo nivel posee un patio con banquetas pintadas color amarillo, altares escalonados, hoyos de postes alineados y cientos de pequeños hoyitos que parecen haber sido repositorios de ofrenda. Se conecta con el tercer nivel a través de un pasadizo; en éste encontramos un patio similar al anterior asociado a recintos techados, que a diferencia de aquel, cuenta con un sistema de rampas para acceder al siguiente nivel. El cuarto nivel es el más pequeño y está formado por una patio con banquetas y una escalinata de color amarillo, se accede al quinto nivel por medio de un pasadizo. El quinto nivel está formado por un patio con banquetas en dos niveles separadas por un muro. El sexto nivel ha sido excavado parcialmente y lo que se puede observar hasta el momento es una secuencia de recintos asociados a arquitectura bastante compleja pero mal conservada. Es difícil apreciar la disposición de ésta debido a la destrucción ocasionada por las tumbas Wari.
El elemento que une a la Gran Pirámide con el Complejo Noreste es una rampa en forma de zigzag de dimensiones monumentales. La secuencia de rampas en dicha área es conocida parcialmente y, al parecer el acceso se encontró siempre en la misma zona.
El principal material constructivo utilizado es el adobito de forma rectangular, hecho de barro a mano y secado al sol. La técnica constructiva más frecuente en el sitio es la del “librero” y consiste en colocar los adobes en posición vertical uno al lado del otro, con argamasa en la parte superior e inferior de las hileras, y dejando espacios vacíos entre ellos. Estas hileras formas paños hexagonales, que justo con el espacio entre los adobes confiere a las estructuras un carácter antisísmico. En etapas constructivas tempranas se tienen adobitos cuadrangulares, cúbicos y amorfos, así como también tapiales.
Complementando los muros y pisos tenemos los rellenos constructivos compuestos en su mayoría por cantos rodados y arena gris proveniente de los acantilados de la Costa Verde y el subsuelo de Lima, el cual posee diversas variaciones dependiendo de la presencia de basura o carbón, resultado de actividades que hasta el momento nos son desconocidas. Otro relleno predominante está constituido por los restos de demolición de arquitectura de etapas constructivas anteriores.
Se han definido tres actividades rituales que se realizan antes o durante el transcurso de la remodelación de la arquitectura: sacrificios humanos especialmente de mujeres jóvenes, rompimiento de vasijas de gran tamaño con compleja decoración de temas marinos y banquetes rituales donde predominaron los alimentos de origen marino, sobresaliendo entre ellos, por su valor ideológico y su aporte cárnico, el tiburón. Éstos se llevaron a cabo de manera más o menos simultánea.
Huaca Pucllana fue un importante centro ceremonial de la cultura Lima. No se descarta que en el sitio se hayan realizado otro tipo de actividades ligadas quizás a aspectos administrativos, pero la evidencia sugiere que la actividad ritual fue la principal. La representación de seres marinos sobre diversos soportes, parece no responder únicamente a un criterio económico, sino también a un carácter sagrado que pudieron adquirir al formar parte de un relato tradicional relativo a las divinidades: el caso más concreto de esto es el tiburón, consumido en banquetes rituales y a la vez representado ampliamente en cerámica (modelado y/o pintado) de contextos de rituales de rompimiento de vasijas y otros.