Marcos Alarcón (PUCP)
Existe consenso en asignarle a la Revolución Francesa un papel central en la historia de Occidente. Tanto es así que, de acuerdo a una división clásica, esta revolución inaugura la llamada Edad Contemporánea. No obstante, permanecen hasta la actualidad una serie de debates historiográficos en torno al carácter de esta revolución que pueden caracterizarse de la siguiente manera: si la Revolución Francesa fue en esencia una revolución política de una burguesía que derrocó un antiguo régimen feudal o si, por el contrario, fue una explosión política de demandas libertarias ante un régimen de carácter despótico más que feudal.
Más allá de estos debates, ¿cuál es la importancia de la revolución francesa? ¿Esta reside en que ella instauró la normalidad del cambio? Hasta ese momento, el cambio había sido visto como algo excepcional, efímero y casi siempre indeseable. La aceptación de la normalidad del cambio significó una transformación cultural fundamental. Así, se inaugura la idea de que un cambio político a corto plazo es inevitable y de que los sistemas políticos no son estructuras rígidas y eternas, sino que pueden cambiar eventualmente. Se consolida progresivamente la idea de que el cambio político constante a corto plazo es inevitable, lo que permite el surgimiento de tres instituciones como expresión y respuesta a esta novedad: las ideologías, las ciencias sociales y los movimientos políticos.
La Revolución Francesa estremeció a Europa y a sus colonias desde su inicio. Y el virreinato del Perú, perteneciente al imperio español en aquel momento, no se mantuvo al margen de las noticias y rumores que se suscitaron a lo largo de mundo. Los pobladores de aquella época se mostraron sumamente interesados por conocer lo que acontecía en Europa. No era una cuestión de menor importancia, pues lo sucedido en Francia, considerada hasta ese momento el paradigma cultural de la época, iba en contra de los principios que regían entonces la vida política y social de las monarquías absolutistas europeas y sus colonias ultramarinas.
Las noticias: su circulación y difusión en el período colonial tardío
En Europa, la reacción de las autoridades fue de horror y suma precaución ante la posible propagación del virus revolucionario francés. Por ello, se puso en marcha una serie de medidas para evitar la difusión de noticias. El principal de ellos fue la censura y el control de la información. En el caso peruano, la Inquisición tuvo un papel importante en esto. Ella era la que debía evitar las lecturas de textos prohibidos, así como juzgar a aquellos que simpatizaran con los ideales de la revolución. Por esos años tuvo lugar una actitud de xenofobia frente a los franceses residentes en el virreinato. Muchos de ellos estuvieron bajo el ojo público y algunos terminaron deportados.
No obstante lo mencionado, las enormes distancias y la demora en las comunicaciones, las noticias de lo sucedido en Francia en 1789 circularon desde un primer momento en estos territorios. Un primer soporte informativo fue la prensa, que surge en el Perú a comienzos de la década de 1790. Este medio sirvió como un instrumento de propaganda política de la élite de aquel momento. Desde sus páginas se condenó la Revolución.
Fueron dos los diarios que informaron sobre el suceso en particular. El primero, el Mercurio Peruano, un órgano dirigido por criollos ilustrados que contaba con el apoyo del gobierno virreinal; a través de sus páginas se ofreció un aspecto sumamente negativo de la revolución. El segundo, la Gaceta de Lima, fue un diario que surgió desde las esferas del gobierno virreinal con la expresa misión de informar sobre los sucesos revolucionarios. A pesar del control del gobierno detrás de estos medios informativos, el público, compuesto no solo por aquellos que sabían leer sino también por aquellos que por canales alternativos a la lectura directa podían acceder a la información contenida en los diarios, pudieron enterarse a través de sus páginas de los principales sucesos y personajes de la trama revolucionaria.
Un segundo soporte informativo, también expuesto a la censura, fueron los textos escritos como libros, folletos, pasquines y cartas. Los dos primeros circularon muy pronto en el Perú. Si bien los libros sobre la revolución que circularon fueron pocos, el número de folletos favorables a ella fue mayor. Estos últimos solían contener información muy breve y puntual, como por ejemplo la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. Por otro lado, los pasquines fueron un medio de expresión favorable a la revolución. Consistían en pequeñas papeletas con textos anónimos breves, en verso o en prosa, mediante los cuales se manifestaba la opinión favorable a la revolución. Eran colocados, a espaldas de la autoridad, en los principales puntos de la ciudad. Unos ejemplos de ellos son: “Qué haces ciudad que no procuras tu libertad”, “Viva la Francia y viva la libertad”, “Prevalezca por siempre el gran Dios, Viva la libertad francesa y muera la tiranía española”. Las cartas fueron antaño un importante medio de comunicación. Estas eran intercambiadas entre amigos, familiares, agentes reales, que se encontraban en distintas partes del imperio español. Por ello, su carácter más inmediato. A través de ella fue que se tuvo noticia por primera vez de lo sucedido en Francia.
Por último, un tercer canal de difusión y circulación de información fue la oralidad, lo gestual y simbólico. Por medio de los procesos judiciales de la época, es posible percibir la importancia que tuvo la oralidad en la circulación del evento revolucionario. No debemos olvidar que la mayoría de la población en Lima a fines del siglo XVIII era analfabeta, pero no por ella ajena a los diversos canales de información existentes. Así, las fondas, las pulperías, los cafés, las chinganas, el ámbito doméstico, se convirtieron en espacios de rica discusión e intercambio de ideas e información en el período que hemos mencionado. El poder político y religioso también se valdrá de la oralidad, por ejemplo, a través de la proclama de bandos por medio de pregoneros en los diversos poblados del virreinato. También, el púlpito será utilizado, por medio de los sermones, como un espacio para poner en cuestionamiento la Revolución Francesa y mantener el orden social y político locales.
Conclusiones
Como se ha mostrado, las noticias de la Revolución Francesa circularon desde temprano en el virreinato del Perú, pese a los intentos iniciales por implantar una política de censura desde la metrópoli española. Para ello, tanto los que estuvieron a favor de ella como los que estuvieron en contra, se valieron de diversos medios de difusión de la información. Esta revolución despertó vívidos temores en la élite local, pues lo realizado por este movimiento iba en contra de los principios legitimadores del orden social y político. No es casualidad que, en esta coyuntura, se active el recuerdo de la rebelión de Tupac Amaru y de las consecuencias de la movilización de la población campesina. La Revolución Francesa contribuyó a que la élite limeña fuera más renuente a la idea de la independencia por temor a una inversión radical del orden social.
Sin embargo, la Revolución Francesa tuvo un impacto particular para las colonias americanas de España. Ella dio pie que años después pueda desestabilizarse políticamente la metrópoli española a partir de la guerra contra Francia y la invasión napoleónica a España, favoreciendo de esta manera el accionar político de los movimientos independentista en América.