Un templo de paja y adobe construido en el Altiplano boliviano hace más de cuatro siglos resguarda murales centenarios de autores europeos y locales, hechos con pinturas elaboradas en el lugar. Pasada la pandemia de COVID-19, esperan el regreso de turistas para contribuir a su conservación.
La iglesia de Santiago de Curahuara de Carangas fue construida en 1587, a 3.800 metros sobre el nivel del mar, en el departamento de Oruro. Declarada Monumento Nacional en 1960, ostenta el título de la Capilla Sixtina de los Andes.
El padre Rafael Choque Flores está a cargo del templo desde 2018. Acompañó a Sputnik en el recorrido por la iglesia y explicó cada detalle.
Lo primero que destaca del templo es su fragilidad: sus pinturas centenarias adheridas a las paredes de barro no tienen ningún tratamiento que alargue su vida. Los pigmentos “provienen de plantas, minerales, en algunos casos de sangre animal también. Lo rojo y lo azul resaltan en muchas de las representaciones”, explicó Choque a Sputnik.
También hay fragilidad en el techo de paja, que periódicamente se debe cambiar. De lo contrario ocurriría lo de 1901, cuando las lluvias hicieron mucho peso y terminó desplomándose para matar a dos comunarios. Además, se perdieron para siempre los murales de ese sector.
Hoy ese espacio vacío ya no cuenta ningún episodio de la Biblia. En las demás paredes y techos perduran las escenas de estilo medieval, algunas muy sanguinarias, con indígenas decapitados y bebés degollados.
© Sputnik / Sebastián Ochoa
“Probablemente sean dos autores. En la parte del presbiterio se observa un estilo europeo. Pero en este sector [donde se encuentran los asientos de la feligresía] las figuras son de un estilo mestizo”, dijo el padre Choque.
Al padre Choque lo intrigan “la representación misma de flores, plantas, frutales, como sandías, higos, uvas, que no son de esta región. Lo mismo las aves, como pavos reales, que acá tampoco existen”.
El recuerdo del turismo
Curahuara de Carangas queda a 165 kilómetros de la ciudad de Oruro y a 200 kilómetros de la frontera con Chile. En sus años coloniales de esplendor, llegó a tener 28.000 habitantes. Hoy apenas llegan a los 5.000.
El pueblo fue creado durante la Colonia española como un puesto en el camino entre las minas de Potosí, Oruro y los puertos desde donde se exportarían los metales. Desde entonces su población se dedica a la cría de llamas y alpacas. Cultivan papa, quinua y cebada, fundamentalmente.
La iglesia consagrada a Santiago era el principal atractivo turístico de la región, además del parque nacional Sajama y la montaña homónima, la más alta de Bolivia con sus 6.542 metros.
Pero la llegada a la región del COVID-19, en marzo de 2020, cortó la visita de turistas.
“La situación de la pandemia, como en todo lado, ha afectado. Esta población que vivía del turismo igual ha sido afectada. Pero a partir de medio año se han levantado las restricciones y ahora, poco a poco, se trata de normalizar la llegada de turistas, sobre todo extranjeros”, dijo el padre.
El bautisterio
© Sputnik / Sebastián Ochoa
En una de sus esquinas, casi oculta, se encuentra la sala más sobrecogedora del templo. La luz es muy tenue, pero no se pueden tomar fotos con flash. El ingreso no tiene más de un metro de altura, por lo cual es necesario entrar casi agachado. Según el padre Choque es para que obligatoriamente se haga una reverencia. Es la sala del bautisterio.
En el centro de la sala hay una pila bautismal de piedra tallada, donde durante siglos se echó agua bendita sobre cabezas de niñas y niños de la comunidad.
© Sputnik / Sebastián Ochoa
Las paredes y el techo relatan escenas del diluvio universal, del arca de Noe, también del bautismo de san Francisco Xavier a indígenas. “Esa representación dice mucho, porque los indígenas están acercándose voluntariamente al bautismo”.
Esta difiere de la pintura de una brutal escena del llamado “bautismo de sangre”, que implicaba bautizar a los infieles con su propia sangre al degollarlos, para así despedirlos de este mundo como a mártires.
En un rincón, una parte de la pared estaba muda. Había entrado agua por el techo y borró la delicada pintura silvestre. “La lluvia es el peor enemigo que se tiene. Hasta antes de 2007 no había presencia permanente de padres. Solamente venían los padres oblatos de Turco (Oruro). Y por la cubierta de paja había filtraciones, que fueron lavando la pintura”, contó Choque.
© Sputnik / Sebastián Ochoa
Y una brutal escena del llamado “bautismo de sangre”, que implicaba bautizar a los infieles con su propia sangre al degollarlos, para así despedirlos de este mundo como a mártires.
En un rincón, una parte de la pared estaba muda. Había entrado agua por el techo y borró la delicada pintura silvestre.
“La lluvia es el peor enemigo que se tiene. Hasta antes de 2007 no había presencia permanente de padres. Solamente venían los padres oblatos de Turco (Oruro). Y por la cubierta de paja había filtraciones, que fueron lavando la pintura”, contó Choque.
El olvido de un pueblo
La iglesia de Santiago de Curahuara de Carangas en Oruro
El apóstol Santiago es el patrono de España desde el siglo IX. Cuando conquistaron estas alturas trajeron su culto. “En toda esta región del occidente: La Paz, Oruro, Potosí, Santiago es la fiesta que prepondera”, dijo el padre Choque.
“Acá la fiesta patronal debería ser para Santiago, pero se ha perdido en 1995. Es la última vez que se recuerda que se llevó la fiesta patronal de pasante”, es decir con participación de toda la comunidad. “Ahora se tiene una celebración familiar” en cada casa, comentó.
Los sacerdotes que pasaron durante los últimos siglos “han sabido utilizar la cosmovisión, las creencias de la gente de ese entonces, como las deidades en las cuales creían los indígenas”, indicó.
Un mural del apóstol Santiago en Curahuara de Carangas en Oruro
A Santiago lo emparentaron con Illapa, el dios andino del rayo. “Según documentos, cuando llegaron los primeros curas, provenientes de Lima [Perú] trajeron la imagen de Santiago para que la gente se anime a bautizarse”, contó Choque.
Uno de los murales del techo muestra a Santiago con su caballo rodeado de cuerpos mutilados. “Está vestido con una armadura española. Se pueden observar cabezas decapitadas de indígenas y se ve a Santiago en busca de colonos que han quitado las vidas. De ahí es que popularmente lo conocen como el justiciero“.
En este sentido, afirmó que en las áreas rurales “muchos templos están consagrados a Santiago porque en tiempos de lluvia el rayo es el principal enemigo. Entonces le dan atribuciones a Santiago para que no suceda nada en estos lugares”.