¿Qué es el lanzón monolítico?

El lanzón monolítico de Chavín, conocido popularmente como el lanzón, es una escultura elaborada por la cultura Chavín de Perú. Este gran monolito data, aproximadamente, del año 1000 a. C. y está situado en el Viejo Templo del centro religioso y ceremonial de Huantar.

El nombre de esta representación en piedra se debe a su forma, que recuerda a un colmillo. Sin embargo, los expertos consideran que se trata de una denominación incorrecta, ya que realmente se trataría de una huanca, palabra quechua que designa a una piedra sagrada.

Todas las hipótesis elaboradas hasta la fecha coinciden en señalar que el lanzón tenía un significado religioso. Algunos autores lo consideran como la deidad suprema de Chavin de Huantar, mientras que otros afirman que formaba parte de un oráculo.

Lo primero que destaca de la escultura es su gran tamaño. Se trata de un pilar de 5 metros de altura trabajado para darle una forma humanoide. La figura tiene colmillos de jaguar, patas con forma de garras y cetros en las manos. Precisamente, la mezcla entre rasgos humanos y animales es una de las principales características del lanzón.

Descubrimiento

La primera referencia escrita del lanzón fue realizada por el italiano Antonio Raimondi, quien visitó el Templo de Chavín a mediados del siglo XIX. En ese mismo siglo, en 1871, el peruano José Toribio Polo bautizó el monolito con el nombre por el que hoy se le conoce.

Como se ha señalado, en la actualidad esa denominación no se considera correcta, ya que los estudiosos prefieren el término huanca, piedra sagrada en quechua.

“Gran Imagen” o “Dios Sonriente”

Ya en el siglo XX, la obra fue detalladamente estudiada por varios arqueólogos, como Julio C. Tello, en 1923, y John Rowe, en 1962. Fue este último quien llamó a la imagen Dios Sonriente o Gran Imagen y la catalogó como la deidad principal de la religión chavín.

Hay que tener en cuenta que, entre ambos investigadores, una catástrofe natural impidió en acceso a la sala en la que se encuentra el Lanzón. Se trató de un aluvión que, en 1945, tapó la entrada a las galerías subterráneas.

Características/descripción del lanzón

El lanzón se encuentra situado en el Templo de Chavín de Huantar. La construcción de este complejo se realizó en dos etapas diferentes: Templo Viejo (900 – 500 a. C.) y Templo Nuevo (500 – 200 a. C.).

El primero de ellos fue diseñado en forma de U y cuenta con varias galerías subterráneas con celdas. Es en este Templo Viejo en el que se encontró el lanzón monolítico.

Como el resto de los templos de esta cultura, el Templo Viejo está conformado por diferentes galerías de roca situadas en varios niveles. Dentro de esta estructura se puede encontrar un pasillo muy estrecho que lleva hasta la cámara en la que se encuentra el lanzón.

Conexión con el exterior

Otras galerías conducen desde la zona en la que se encuentra el monolito hasta el exterior, concretamente hasta la Plaza Circular. Según los arqueólogos, esta plaza tenía un significado ceremonial

Por otra parte, John Rowe afirmó que la escultura debió realizarse en los inicios de la construcción del Templo Viejo. Así, existe consenso en considerar que data, aproximadamente del año 1000 a. C.

Los arqueólogos coinciden también en que el lanzón representaba a la principal deidad entre los chavines. Su culto era atendido por los sacerdotes, los únicos que podían entras en las galerías subterráneas. Igualmente, se considera que los templos de Huantar fueron el principal centro de peregrinación para esta cultura.

Descripción general

El lanzón mide unos 4,5 metros de altura y tiene forma de obelisco. En su gran mayoría está formado por una gran pieza de granito blanco que los artesanos labraron en forma de lanza. De esta forma, lograron representar a una figura que mezcla rasgos humanos con los de un felino.

La cabeza, que ocupa casi un tercio de toda la estructura, cuenta con una boca felina dotada de dos colmillos de gran tamaño. Igualmente, esta cabeza también muestra unas serpientes retorciéndose, como si se tratara de la medusa griega. Las cejas, por su parte, parecen dos colmillos curvos.

Uno de los costados muestran una sonrisa, motivo por el que algunos expertos le han puesto el sobrenombre de Dios Sonriente. De igual forma, también se distinguen dos brazos, uno que baja y otro que sube.

Debajo de la cabeza aparecen unas líneas que representan el pecho de la criatura. Los expertos han interpretado que la figura lleva ropajes anchos y cabezas de felinos tallados en esa vestimenta. Por último, los pies se alargan hasta adoptar las forma de dos serpientes.

Características del lanzón

La característica principal del lanzón, más allá de su tamaño y forma, es la mezcla entre rasgos animales y humanos. Esto, estéticamente, otorga a la pieza un estilo visual bastante confuso. Algunos expertos señalan que los colmillos y las garras pueden asociarse al jaguar, aunque otros también ven referencias al caimán. Ambos animales eran comunes en la iconografía andina.

Las cabezas de animales labradas en la vestimenta y que comparten la misma boca también es otro elemento de gran complejidad. Técnicamente, este tipo de representaciones en los que dos o más elementos comparten contorno, se denomina rivalidad de contorno.

En el arte Chavín, esta técnica tenía una motivación religiosa. Se trataba de diferenciar entre aquellos que podían distinguir la auténtica forma, los creyentes, y los que no.

Relación con la religión

Parece haber acuerdo entre los expertos en considerar el lanzón como la divinidad suprema del Chavín de Huantar. Sin embargo, las teorías sobre su significado religioso son variadas.

Un ejemplo en la opinión de Richard Burger, un arqueólogo que afirma que la pose de la pieza le otorga el papel de dios mediador entre opuestos. Sería, de esta forma, la personalización del orden y el equilibrio.

Eje del cosmos

El lanzón se encuentra ubicado de tal forma que su mirada se dirige al oriente. La parte superior se encuentra clavada al techo, mientras que la inferior está enterrada en el suelo. Algunos autores afirman que esta posición convierte al lanzón en el eje del cosmos. La gran columna sería, por lo tanto, la medidora entre la tierra y el suelo.

Luis Guillermo Lumbreras, un arqueólogo de Argentina, opina que el Lanzó representaría a un mediador del tiempo. Según su hipótesis, se habría utilizado para señalar el comienzo del solsticio de verano, cuando se iniciaba la época de lluvias.

Oráculo

Otra teoría es la propugnada por Thomas Patterson. Este experto opina que la zona superior del lanzón tuvo que estar conectada con el piso superior, ya que la estatua cuenta con una acanaladura que recorre su estructura y termina en un agujero en la cabeza del dios.

Esta circunstancia, siempre según este estudioso, pudo ser aprovechada para crear un oráculo. Así, los adivinadores estarían junto a la figura y los que acudían en busca de respuesta en el piso de arriba. La acanaladura permitiría que las voces provenientes del piso inferior se transmitieran al superior, con lo que parecía que el propio dios quien hablaba.

Centro de iniciación

El lanzón era, según muchos arqueólogos, el lugar de destino para muchos aspirantes a sacerdotes. Estos debían ingresar en los pasillos del complejo y confrontar con la figura. Algunos hallazgos parecen confirmar que estos peregrinos se encontraban bajo el efecto de sustancias alucinógenas, con lo que el efecto de ver el Lanzón debía ser impresionante.

Tras este rito de iniciación, los futuros sacerdotes llegaban a la plaza circular. Allí eran recibidos por todo el pueblo, que celebraba que hubieran pasado la prueba.