La realidad de las personas intersexuales, nacidas con patrones cromosomáticos, genitales y gónadas que difieren de las características que presentan de manera binaria los cuerpos de hombres y mujeres, ha sido muy poco explorada y socialmente nada normalizada. Ni siquiera la ambiciosa Ley Trans hace énfasis suficiente en estos casos, cuyo bajo porcentaje, un 1,7% según la ONU, ha hecho que permanecieran por lo general en la sombra. La medicina ha decidido durante siglos someterlos, en muchos casos, a ablaciones y castraciones nada más nacer, para supuestamente proporcionales una existencia normal y alejada de las burlas y las persecuciones.
La compositora Raquel García-Tomás se hace eco de esta realidad en su nueva ópera, Alexina B., encargo del Gran Teatre del Liceu que 175 años después acoge por fin el estreno absoluto de la obra de una mujer. La pieza, que combina instrumentos acústicos con electrónica, está basada en un caso real, el de Adélaïde Herculine Barbin, también conocida como Alexina B., cuyo testimonio vital es el primero que se dispone documentado en un libro de memorias de un intersex.
Nacida en Francia en 1838, Barbin se suicidó poco antes de cumplir los treinta, en unas humildes golfas de París. Incapaz de comprender su cuerpo y de hallar su lugar en una sociedad que asociaba el hermafroditismo a la homosexualidad y el lesbianismo, inhaló gas tóxico. Dejando, eso sí, una autobiografía manuscrita. Así, en un patriarcado decimonónico cuyo máximo terror era el afeminamiento de un hombre, el hecho de no ser un varón completo llevó a la medicina a presentarla como niña.
Creció como niñas hasta que en la pubertad constató que su cuerpo no se desarrollaba como el del resto de compañeras de escuela. Nunca tuvo la menstruación y cuando obtuvo su primer trabajo como institutriz, se enamoró de la hija de la directora de la escuela y se declaró hombre. Quería casarse con ella. Tras pasar por exámenes médicos, un juez le permitió registrarse civilmente como hombre, y adoptar el nombre de Abel. Sin embargo, tampoco en este rol encontraría la paz.
Sus memorias, rescatadas en 1868 por el médico forense Regnier, fueron editadas por el presidente de la Académia Francesa de medicina, Auguste Tardieau (que suprimió fragmentos que no se han recuperado), fueron publicadas por el filósofo Michel Foucault en 1978. Esas vivencias las recoge ahora la ópera que han creado a lo largo de tres años y de manera conjunta y simultánea la compositora -y Premio Nacional 2020- Raquel García-Tomás, quien aplicó y ganó a unas becas Leonardo de la Fundación BBVA; la libretista francesa Irène Gayraud -el texto de la pieza es en el original francés-, y la directora de escena Marta Pazos, con quien Tomás ya había colaborado en la celebrada Je suis narcissite.
Previas entrevistas con personas intersexuales y documentándose para llevar a cabo una aproximación respetuosa con esta realidad, el trío creativo ofrece en cuatro únicas funciones a partir de este sábado 18 de marzo una pieza con un lenguaje musical y verbal que es un viaje de ida y vuelta desde la estética del siglo XIX hasta la actual. García-Tomás, que también firma la videocreación de la pieza, explica que, de la misma manera, “el libreto explora des de los lenguajes hablados más propios de las memorias, en francés decimonónico, pero también hay momentos libres y con formas poéticas del siglo XXI.
“No sólo describimos las acciones, sino las emociones. Sobre todo las de Alexina, y para describir eso se crea una música con sugerencias, algo muy sensorial, en el que la electrónica tiene un peso importante, describiendo máxima alegría y máxima angustia, a la vez que se utilizan recursos audiovisuales. Porque el lenguaje de la ópera va más allá: tienes desde la base a flashbacks, planos subejctivos, etc”.
El recurso de la electrónica obliga a amplificar tanto la orquesta -de unos 20 músicos- hasta las voces… “porque así podemos recoger las sutilezas, los susurros, el llanto… lo que en una película haría la posproducción de audio”, apunta García-Tomás. El papel protagonista lo asume la mezzosoprano Lidia Vinyes-Curtis. Y Ernest Martínez-Izquierdo será finalmente el director musical, debido a que la tardanza en hacer llegar la partitura ha obligado a Josep Pons a renunciar a asumir el estudio y preparación de esta nueva ópera.
El resto del reparto lo forman Alicia Amo, en el papel de Sara, la enamorada de Alexina/Abel. Elena Copons en papeles diversos de policía, de madre, etc., Xavier Sabata dando vida a tres doctores distintos así como al juez, y Mar Esteve con múltiples papeles también. Además del Cor Vivaldi Petits-Cantors de Catalunya que se suma dando vida a las compañeras de colegio de la protagonista.