Uno de los monumentos más visitados de la Plaza Roja de Moscú es el Mausoleo Lenin. Una tumba donde aún se conserva el cuerpo momificado del líder bolchevique que dirigió la Revolución de Octubre y que pasó a la historia por ser el primer presidente soviético. Entrar es gratis. Y según la época del año, las colas ¡eternas!
Vladimir Ilich Lenin nació un 22 de abril de 1870 y hoy tendría 146 años. Al leer como muchos rusos le rinden siempre homenaje en fechas especiales especial, me viene a la cabeza el día, no muy lejano, en el que contemplé su rostro frente al mío en la Plaza Roja de Moscú.
Sí. La visita al mausoleo donde descansa el cuerpo momificado del venerado líder bolchevique sigue siendo una de las más importantes atracciones de la capital de Rusia.
Se encuentra en la superlativa Plaza Roja, al lado del Kremlin y de la mítica catedral ortodoxa de San Basilio cuyas cúpulas de colores siempre asoman como emblema de la ciudad.
Entrada gratuita a la tumba de Lenin
Entrar a ver la momia de Lenin es gratis. Pero ¡ojo! según la temporada, conviene ser paciente pues las colas son eternas. Se puede contratar un guía extraoficial gracias al cual uno puede saltarse la larga espera, o lo que es lo mismo, colarse de todos. Eso sí, las prisas tienen un coste que oscila entre los 15 y 25 euros. Conviene tener en cuenta que esta es una costumbre típica en Rusia donde todo se agiliza y se resuelve a cambio de unos cuantos rublos.
Yo conseguí “colarme” gracias a la ayuda del guía que me acompañó durante parte de mi estancia en Moscú, un personaje peculiar gracias al cual me ahorré casi dos horas de larga y aburrida espera.
Con guía acelerador o sin él, antes de cuadrarse ante Lenin los agentes de la policía rusa, con muy pocos modales, obligan a dejar en una consigna todo aquello que el visitante lleve encima: bolso, mochila, cámaras, teléfonos móviles…
Las tumbas de Stalin, Breznev…
El camino hacia el mausoleo se pasa ante las tumbas de otros presidentes soviéticos como Stalin (quien también estuvo momificado durante años), Breznev, Andropov, Chernienko y otras figuras ilustres como el astronauta Yuri Gagarin o el escritor Máximo Gorki. Eso sí, los nombres están en cirílico, con lo que resulta un poco complicado identificar cada una de las tumbas. No cuelgo fotos pues como os comenté, tuve que dejar la cámara al entrar en la tumba.
Lo que si hay es actores caracterizados como estos personajes con los que hacerse un selfie, previo pago claro. Es una de las atracciones de la Plaza Roja.
Volvemos al interior del mausoleo, donde solo hay una cosa que hacer. Contemplar rápido a Lenin, quien reposa cual muñeco en una urna de cristal (blindada) suavemente iluminada. Al ver su cara intacta, choca pensar que murió ¡en enero de 1924!.
Cuentan que en aquella jornada los termómetros en Moscú marcaban ¡cuarenta grados bajo cero! A pesar del frío gélido una multitud salió a la calle. Había hogueras por toda la capital soviética y la marcha fúnebre sonaba por doquier, acompañada de explosiones de dinamita. Otro de esos días que pasarán a la historia de Rusia y del mundo.
La visita es casi fugaz. Hay que pasar muy rápido, casi a ritmo de marcha. No permiten pararse para contemplar con detenimiento al personaje ante el que se desfila. No se pueden hacer fotos. la explicación me la da una vez más Igor, mi guía ruso y acompañante en esta visita. “¡No es un animal de circo! Es una de las herencias del viejo sistema” me comenta Igor, 50 años, guía turístico, antes militar, uno de esos miles de moscovitas confundidos y desencantados de vivir en un país donde, asegura, “nunca nadie ha conseguido nada”.
No entiende por qué la gente hace cola para ver a Lenin (aunque lo acepta pues gracias a estas visitas se ingresa una buena suma de dienro). No comprende por qué no le dejan reposar en paz. Es uno de los muchos rusos que aún confía en la ideología de la Revolución, que cree ciego en el sueño de Lenin y que no soporta que pasen ante él “guiris” poco respetuosos, con chanclas y chicle y charlando mientras miran de qué color es hoy la corbata de su ya momificado camarada (la cual se cambia cada cierto tiempo).
De repente, una visión del pasado. Un grupo de niñas uniformadas, con una rosa roja en la mano entran al mausoleo. Es un colegio que ha decidido pasar su jornada de excursión visitando a Lenin. Definitivamente, sigue vivo para muchos rusos. La muerte y el paso del tiempo no han acabado con su esencia.
Las niñas desfilan cual militares, ordenadas y no se escucha ni una risa. Están serias y rígidas. Bien vestidas, elegantes para la ocasión. Su imagen es tan chocante que en cuestión de minutos los turistas de la chancla las rodean para inmortalizarlas.
RUTA POR LAS HUELLAS SOVIÉTICAS DE MOSCÚ Son muchas las huellas de la vieja URSS en Moscú. Haz una visita con un guía experto y descubre el pasado soviético de la capital rusa.
Los grandes almacenes Gum
Si algún día las profecías se cumplen y el hombre que dirigió la Revolución de Octubre y que pasó a la historia por ser el primer presidente soviético, resucita y sale de su tumba transparente a parte de cientos de turistas que le miran, lo primero que verá serán los Gum. Antes eran los grandes almacenes estatales pero hoy se han reconvertido en un lujoso centro comercial lleno de tiendas carísimas, de alta gama y donde, me cuenta mi guía a modo de chiste, los precios parecen números de teléfono.
¿Qué pensaría Lenin de todo esto?