Un centro urbano de artesanos especializados en cerámica y orfebrería al servicio de la élite mochica, ubicado en el sitio arqueológico Licapa II, en el valle de Chicama, región La Libertad, acaba de ser descubierto por un equipo de investigadores del Programa Arqueológico Chicama de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Un centro urbano de artesanos especializados en cerámica y orfebrería al servicio de la élite mochica, ubicado en el sitio arqueológico Licapa II, en el valle de Chicama, región La Libertad, acaba de ser descubierto por un equipo de investigadores del Programa Arqueológico Chicama de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).
Así lo reveló en exclusiva a la Agencia de Noticias Andina el arqueólogo Henry Tantaleán, quien dirige el Programa Arqueológico Chicama, al precisar que este barrio o “entramado urbano” tiene una extensión de 3 a 4 kilómetros cuadrados y se encuentra entre las huacas A y B del sitio arqueológico Licapa II, en el sector norte del valle de Chicama, que forma parte actualmente del distrito de Casa Grande, en la provincia liberteña de Ascope.
Licapa II es un complejo monumental de la cultura Mochica, con una importancia jerárquica menor en relación con el complejo El Brujo, ubicado a unos 10 kilómetros de allí, y que fue inicialmente investigado entre los años 2009 y 2012 por la arqueóloga estadounidense Michele Lorraine Koons, quien realizó algunas excavaciones.
Nueve años después, en 2021, el Programa Arqueológico Chicama realiza nuevas exploraciones en el sitio arqueológico Licapa II, entre las huacas A y B, donde la arqueóloga Koons había encontrado señales de la existencia de una zona residencial. “Realizamos dos pequeñas excavaciones de dos por dos metros para tener una idea de la profundidad y la potencia del sitio arqueológico”, comentó Tantaleán
Y al volver a inicios de setiembre de este año para continuar con la investigación, siguiendo la pista de Koons, los arqueólogos sanmarquinos excavaron espacios más amplios, de 16 por 16 metros, y descubrieron evidencias de viviendas construidas con adobes y también cientos de restos de cerámica, piezas y herramientas de orfebrería, rastros de fundición de metales como el cobre, semillas de cultivos y otros vestigios que revelan la existencia de un bien planificado centro urbano de artesanos moches.
“Muy posiblemente se trate de artesanos de la élite mochica, donde además de cerámica se producían piezas de orfebrería, en vista de lo que serían hornos de metalurgia encontrados en las excavaciones”, afirmó Tantaleán al referir que este centro urbano tendría una antigüedad de 600 a 800 años después de Cristo, cuando se produce el despegue en el desarrollo cultural moche.
Sostuvo que el espacio urbano descubierto se asemeja al núcleo urbano de las huacas del Sol y de la Luna, en Lambayeque. “Se trata de recintos rectangulares construidos con adobes de dimensiones estandarizadas y bien alineados con el eje principal. Es un asentamiento urbano muy bien organizado y planificado donde sus ocupantes residían permanentemente”, enfatizó.
Además de los objetos producidos por los artesanos se han encontrado en Licapa II restos de semillas de cultivos y huesos de animales con los que se alimentaba la población residente, lo que muestra el vínculo de las urbanizaciones moche con las zonas de producción agrícola que contaban además con obras hidráulicas como canales que abastecían a los campos de cultivo con agua procedente de ríos del valle. Todo ello, sumado a las pirámides ceremoniales o gubernamentales generaba una dinámica de poblamiento y de culto o religión, subrayó.
Tantaleán detalló que en estos recintos se encontraron, en los primeros 12 días de trabajo de campo, evidencias de cobre nativo, extraído de canteras y todavía no procesado, así como escoria de cobre, pero también elementos de cobre trabajado y herramientas para laminar este metal muy utilizado por la cultura mochica en sus objetos religiosos, armas de guerra y utensilios diversos.
También se encontró hornos que presentan restos de carbón adherido a las paredes de adobe y piezas de cobre utilizadas para avivar el fuego en los procesos metalúrgicos y de combustión.
“Todo indica que estos recintos funcionaron como talleres de metalurgia, orfebrería y cerámica, que abastecía los requerimientos de la clase gobernante mochica. A diferencia de otros centros similares, en Licapa II todo está muy bien organizado por tratarse de un lugar aledaño a dos centros ceremoniales como las huacas A y B.”, afirmó.
En cuanto a los restos de cerámica encontrada, describió que se trata de vasijas con decoración hermosa y con escenas bastante complejas, “de línea fina”, que muestra la etapa más avanzada del arte cerámico mochica. Todos estos vestigios serán analizados en el laboratorio para profundizar en los estudios.
Si bien hasta ahora solo se encontró evidencias materiales, Tantaleán no descarta que en las excavaciones se pueda encontrar restos humanos. “No se descarta que existan tumbas al interior del centro urbano”, expresó.
Respecto a lo que se espera encontrar más adelante, el arqueólogo sanmarquino dijo que continuarán las excavaciones de manera horizontal y profundizarlas. “Esperamos encontrar más evidencias de esta producción metalúrgica y de cerámica, además hallar debajo de este asentamiento urbano, vestigios de una ocupación poblacional mucho más temprana de la época moche relacionada posiblemente a una presencia poblacional más humilde del que estamos encontrando ahora que muestra el apogeo mochica en esta parte del valle de Chicama”, puntualizó.
El arqueólogo sanmarquino destaca que la importancia de este descubrimiento radica en que hasta ahora lo que se había descubierto sobre la civilización mochica estaba vinculado a la élite gobernante: pirámides, fortificaciones militares y centros administrativos, pero no se había detectado asentamientos urbanos donde residieron poblaciones dedicadas a labores artesanales especializadas, como ocurre con Licapa II, según indican los vestigios que se están encontrando.
Asimismo, dijo que se desconocía hasta ahora que en este lugar había orfebrería. “A lo mucho se sabía que había cerámica y quizás textiles. Pero con estos hallazgos estamos evidenciando que hubo producción metalúrgica en este asentamiento urbano mochica”, anotó.
Tantaleán destacó el apoyo que el Programa Arqueológico Chicama viene recibiendo en este trabajo en Licapa II, tanto del Ministerio de Cultura como de la municipalidad distrital de Casa Grande y de la propia comunidad del centro poblado Garrapón, ubicado a cuatro kilómetros siendo el más próximo a la zona, cuyos habitantes están ayudando a los arqueólogos con las excavaciones.
Hemos proyectado permanecer en el sitio arqueológico hasta el 30 de setiembre y tenemos un proyecto a largo plazo para excavar este año, el 2023 y el 2024”, adelantó.
Como ocurre con otros sitios arqueológicos en Perú, Licapa II no se libró en el pasado de los huaqueros, quienes extrajeron seguramente importante patrimonio de la zona, y en la actualidad existen intereses de granjas avícolas que operan cerca y que quieren expandirse sin respetar que este sitio arqueológico cuenta con protección legal dispuesta por el Ministerio de Cultura.
Henry Tantaleán resaltó que, desde agosto de este año, el Programa Arqueológico Chicama es un Programa de Investigación Arqueológica con fines de investigación. “El Ministerio de Cultura otorga, generalmente, permisos anuales para realizar prospecciones en sitios arqueológicos y nosotros hemos contado con ello durante dos años. Pero hace unos meses decidimos ampliar nuestra responsabilidad y compromiso con la investigación en este valle y nos hemos propuesto crear un programa arqueológico en el valle”, dijo.
Explicó que esta es una categoría superior que tiene el Ministerio de Cultura y que solo lo da a ciertos programas que están dirigidos por personas que tienen cierta experiencia, que han estado trabajando en la zona y que tienen respaldo institucional. En este caso, el Programa Arqueológico Chicama cuenta con el respaldo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y el Instituto Peruano de Estudios Arqueológicos que proporcionan el financiamiento requerido para las investigaciones.
Esto ha permitido que nos brinden una autorización de cuatro años en el valle de Chicama y que no solo se circunscribe a Licapa II, sino en otros sitios donde se puedan realizar prospecciones y excavaciones. Es un programa codirigido por mi persona y por la magister Carito Tavera Medina e integrado por estudiantes de la UNMSM”, finalizó.
Henry Tantaleán es arqueólogo formado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de la cual es catedrático del Departamento de Arqueología y es también director del Museo de Arqueología y Antropología de la Decana de América.
También se desempeñó como docente de Arqueología de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo de Lambayeque y fue profesor visitante de las universidades de Stanford (EE.UU.) y de Rennes (Francia) e investigador en la UCLA (EE.UU.). Obtuvo maestría y doctorado en Arqueología Prehistórica en la Universidad Autónoma de Barcelona (España). Es investigador principal del Instituto Peruano de Estudios Arqueológicos.