Un centro urbano de artesanos especializados en cerámica y orfebrería al servicio de la élite mochica, ubicado en el sitio arqueológico Licapa II, en el valle de Chicama, región La Libertad, es uno de los hallazgos arqueológicos más resaltantes de este año 2022 en el Perú.La milenaria historia del Perú prehispánico sigue escribiéndose con cada nuevo hallazgo arqueológico que sorprende al mundo. Y este año 2022 se han descubierto nuevos vestigios que revelan la incontable riqueza cultural heredada de las antiguas civilizaciones que poblaron y transformaron nuestro vasto y complejo territorio. Estos descubrimientos enriquecen el notable patrimonio material e inmaterial de nuestro país.A continuación, los descubrimientos arqueológicos más notables del Perú en este 2022:Este año se registraron nuevos hallazgos en las inmediaciones del sitio arqueológico Montegrande, ubicado en la provincia cajamarquina de Jaén, lo que evidenció su condición de “foco civilizatorio” y reafirma con mayor solidez la hipótesis que hace cien años sostuvo el arqueólogo Julio C. Tello respecto a que el origen de la civilización andina peruana se encuentra en la Amazonía.
Nuevas revelaciones del Antiguo Perú: conoce hallazgos arqueológicos notables del 2022
Uno de estos hallazgos es una capa de tierra de color rojo que cubre horizontalmente una plataforma sobre la cual está construido el Templo de Montegrande, cuya arquitectura tiene forma de espiral y que se puede apreciar sobre todo en el centro de la espiral, reveló en entrevista con la Agencia de Noticias Andina el arqueólogo Quirino Olivera Núñez, investigador principal en este sitio arqueológico.
“Parece que la capa de tierra roja fue colocada en estado fresco porque se aprecian las huellas de las piedras que estaban tapando la entrada a la tumba”, manifestó.
Asimismo, se encontró una pieza de cerámica que representa la cabeza de un jaguar u otorongo, animal amazónico considerado sagrado en las culturas preincas, que estaba boca abajo y al costado de un “ritual de culto al fuego” o gran quema que constituye un evento posterior en el periodo Formativo Temprano, refirió.
Sobre esta figura felina, Olivera Núñez considero que se trataría de un antecesor de las emblemáticas “Cabezas clavas” del templo de Chavín de Huántar, cuyos rostros aluden también al jaguar u otorongo.
“Esto refuerza la hipótesis de Julio C. Tello quien consideraba que el origen de la civilización andina se encontraba en la Amazonía”, enfatizó el arqueológico que investiga en el sitio arqueológico Montegrande desde hace 12 años y presidente de la Asociación de Investigación Científica de la Amazonía de Perú (Asicampe).
Lea también:
Montegrande, el templo ceremonial que une a Perú y Ecuador
El sitio arqueológico Montegrande se encuentra ubicado a 3.5. kilómetros al sur de la ciudad de Jaén, a unos 10 minutos de su Plaza de Armas, en las inmediaciones del sector Montegrande.
El 17 de noviembre del 2009, este sitio arqueológico fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación. El 8 de mayo de 2021 se publicó la Resolución Viceministerial N° 000103-2021 VMPCIC/MC en el diario oficial El Peruano, que modifica la clasificación y denominación de paisaje cultural arqueológico Montegrande, por el de sitio arqueológico Montegrande.
El 10 de agosto del año 2021, mediante la Partida Registral N° 02082809, el sitio arqueológico Montegrande ha sido inscrito en la Superintendencia Nacional de Registros Públicos (Sunarp).
Científicos japoneses dieron a conocer en diciembre el hallazgo de 168 nuevos geoglifos cerca de las Líneas de Nasca, en la región Ica, consideradas desde 1994 Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
Este equipo de académicos de la Universidad de Yamagata, liderado por Masato Sakai, hizo el descubrimiento con la ayuda de arqueólogos locales, imágenes aéreas y drones, de 168 nuevos geoglifos o figuras de gran tamaño dibujadas en laderas o cerros.
De las 168 figuras, 50 tienen forma humana y otras representan a felinos, aves, serpientes y otras son figuras lineales y trapezoidales.
Desde el inicio del proyecto de investigación en 2004 —y desde 2010 sobre terreno—, los científicos nipones ya han encontrado 358 figuras (incluidas las del nuevo descubrimiento), con las que buscan proteger estos yacimientos, pero también entender el objetivo con el que fueron creadas.
En noviembre de este año, investigadores peruanos y suizos redescubrieron una pintura mural de origen prehispánico con escenas mitológicas en la Huaca Pintada, ubicada en el distrito de Íllimo, en la provincia y región Lambayeque.
El arqueólogo de la Universidad de Friburgo, de Suiza, Sam Ghavami, quien lidera el equipo de arqueólogos, destacó que se trata de un descubrimiento excepcional porque es poco común desenterrar pinturas murales de tal calidad en la arqueología precolombina.
La pintura mural forma parte de un templo denominado Huaca Pintada, perteneciente a la cultura prehispánica Moche, cuyos pobladores veneraban la luna, la lluvia, las iguanas y las arañas.
En el fragmento del mural hallado, de unos 30 metros de largo, se aprecian con nitidez los colores azul, marrón, rojo, amarillo, negro, blanco y lúcuma (amarillo mostaza) con los que se pintó originalmente.
Ghavami afirmó que la escena representada en el fresco parece estar inspirada en la idea de una jerarquía sagrada construida en torno a un culto a los antepasados y sus vínculos íntimos con las fuerzas de la naturaleza.
Sostuvo que el valor de este mural radica además en el sincretismo estilístico entre dos culturas preincaicas: la Lambayeque, que se desarrolló en la costa norte de Perú entre los años 900 y 1350 y sus antepasados mochicas, que dominaron entre los años 100 a 850.
Investigadores descubrieron una galería en el monumento arqueológico Chavín de Huántar, ubicado en la provincia de Huari, región Áncash. El espacio descubierto pertenecería al periodo temprano de esta cultura y tendría una antigüedad estimada de más de 3,000 años.
El importante descubrimiento se produjo el viernes 20 de mayo y estuvo a cargo del equipo del Programa de Investigación Arqueológica y Conservación de Chavín de Huántar de la Universidad de Stanford de Estados Unidos.
La noticia fue confirmada por la Dirección Desconcentrada de Cultura de Áncash que resaltó que en el interior de la citada galería se hallaron dos vasijas ceremoniales, una de ellas con tallados realistas de un cóndor.
El equipo que hizo el importante hallazgo arqueológico, liderado por John y Rosa Rick, arqueólogos de la Universidad de Stanford, informó que la historia se remonta a 2018, cuando se descubrió a través de un ducto pequeño una galería, ubicada en lo más profundo de uno de los principales edificios de Chavín, llamado Edificio D. Gracias a las imágenes de una cámara robótica, se apreciaba un cuarto cerrado que poseía un objeto en el centro.
A causa de la pandemia de covid-19 las investigaciones arqueológicas se suspendieron, y recién, la semana pasada, el arqueólogo John Rick, director del proyecto de investigación, pudo ingresar por el estrecho pasaje, de unos 40 centímetros de diámetro, que conducía hasta la galería oculta.
Una vez dentro, aquel objeto que se veía en imágenes resultó ser un cuenco escultórico de piedra ceremonial, en cuya parte superior tiene en tallado tridimensional la cabeza de un cóndor, en los lados tiene grabado sus alas y en el lado opuesto de la cabeza tiene grabada la cola del ave. También se encontró otro cuenco o vasija de piedra, más sencillo, con el borde refinado. Ambas piezas son de 30 centímetros de diámetro por 25 centímetros de altura. La vasija del cóndor pesa 17 kilos.
Se estima que fueron depositados como ofrendas a la clausura de la galería hace 3,000 años. Debido a este hallazgo, se le ha denominado a este complejo la Galería del Cóndor.
A partir de este descubrimiento, Rick y su equipo afirman que este monumento tuvo galerías desde hace más de 3,000 años, indicando que la encontrada sea la más antigua conocida hasta la fecha. Además, afirma que este ambiente es netamente ceremonial y representa un espacio de tiempo transicional entre el sitio precerámico tardío de Caral, y el formativo medio y tardío como se conoce desde antes a Chavín.
El descubrimiento responde al proyecto liderado por John Rick, arqueólogo de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), con más de 50 años de experiencia, su esposa arqueóloga Rosa Rick, coordinadora del proyecto, junto a un equipo de arqueólogos jóvenes, en gran mayoría peruanos, y colaboradores locales. Este proyecto, que se realiza en coordinación con la Dirección de Cultura de Ancash, recibe el apoyo financiero de Antamina.
Un centro urbano de artesanos especializados en cerámica y orfebrería al servicio de la élite mochica, ubicado en el sitio arqueológico Licapa II, en el valle de Chicama, región La Libertad, fue descubierto este año por un equipo de investigadores del Programa Arqueológico Chicama de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).
El arqueólogo Henry Tantaleán, quien dirige el Programa Arqueológico Chicama, sostuvo en exclusiva a la Agencia de Noticias Andina que este barrio o “entramado urbano” tiene una extensión de 3 a 4 kilómetros cuadrados y se encuentra entre las huacas A y B del sitio arqueológico Licapa II, en el sector norte del valle de Chicama, que forma parte actualmente del distrito de Casa Grande, en la provincia liberteña de Ascope.
Licapa II es un complejo monumental de la cultura Mochica, con una importancia jerárquica menor en relación con el complejo El Brujo, ubicado a unos 10 kilómetros de allí, y que fue inicialmente investigado entre los años 2009 y 2012 por la arqueóloga estadounidense Michele Lorraine Koons, quien realizó algunas excavaciones.
Nueve años después, en 2021, el Programa Arqueológico Chicama realiza nuevas exploraciones en el sitio arqueológico Licapa II, entre las huacas A y B, donde la arqueóloga Koons había encontrado señales de la existencia de una zona residencial. “Realizamos dos pequeñas excavaciones de dos por dos metros para tener una idea de la profundidad y la potencia del sitio arqueológico”, comentó Tantaleán.
Y al volver a inicios de setiembre de este año para continuar con la investigación, siguiendo la pista de Koons, los arqueólogos sanmarquinos excavaron espacios más amplios, de 16 por 16 metros, y descubrieron evidencias de viviendas construidas con adobes y también cientos de restos de cerámica, piezas y herramientas de orfebrería, rastros de fundición de metales como el cobre, semillas de cultivos y otros vestigios que revelan la existencia de un bien planificado centro urbano de artesanos moches.
“Muy posiblemente se trate de artesanos de la élite mochica, donde además de cerámica se producían piezas de orfebrería, en vista de lo que serían hornos de metalurgia encontrados en las excavaciones”, afirmó Tantaleán al referir que este centro urbano tendría una antigüedad de 600 a 800 años después de Cristo, cuando se produce el despegue en el desarrollo cultural moche.
Sostuvo que el espacio urbano descubierto se asemeja al núcleo urbano de las huacas del Sol y de la Luna, en Lambayeque. “Se trata de recintos rectangulares construidos con adobes de dimensiones estandarizadas y bien alineados con el eje principal. Es un asentamiento urbano muy bien organizado y planificado donde sus ocupantes residían permanentemente”, enfatizó.
Además de los objetos producidos por los artesanos se han encontrado en Licapa II restos de semillas de cultivos y huesos de animales con los que se alimentaba la población residente, lo que muestra el vínculo de las urbanizaciones moche con las zonas de producción agrícola que contaban además con obras hidráulicas como canales que abastecían a los campos de cultivo con agua procedente de ríos del valle. Todo ello, sumado a las pirámides ceremoniales o gubernamentales generaba una dinámica de poblamiento y de culto o religión, subrayó.
Tantaleán detalló que en estos recintos se encontraron, en los primeros 12 días de trabajo de campo, evidencias de cobre nativo, extraído de canteras y todavía no procesado, así como escoria de cobre, pero también elementos de cobre trabajado y herramientas para laminar este metal muy utilizado por la cultura mochica en sus objetos religiosos, armas de guerra y utensilios diversos.
También se encontró hornos que presentan restos de carbón adherido a las paredes de adobe y piezas de cobre utilizadas para avivar el fuego en los procesos metalúrgicos y de combustión.
“Todo indica que estos recintos funcionaron como talleres de metalurgia, orfebrería y cerámica, que abastecía los requerimientos de la clase gobernante mochica. A diferencia de otros centros similares, en Licapa II todo está muy bien organizado por tratarse de un lugar aledaño a dos centros ceremoniales como las huacas A y B.”, afirmó.
En cuanto a los restos de cerámica encontrada, describió que se trata de vasijas con decoración hermosa y con escenas bastante complejas, “de línea fina”, que muestra la etapa más avanzada del arte cerámico mochica. Todos estos vestigios serán analizados en el laboratorio para profundizar en los estudios.
bien hasta ahora solo se encontró evidencias materiales, Tantaleán no descarta que en las excavaciones se pueda encontrar restos humanos. “No se descarta que existan tumbas al interior del centro urbano”, expresó.
Respecto a lo que se espera encontrar más adelante, el arqueólogo sanmarquino dijo que continuarán las excavaciones de manera horizontal y profundizarlas. “Esperamos encontrar más evidencias de esta producción metalúrgica y de cerámica, además hallar debajo de este asentamiento urbano, vestigios de una ocupación poblacional mucho más temprana de la época moche relacionada posiblemente a una presencia poblacional más humilde del que estamos encontrando ahora que muestra el apogeo mochica en esta parte del valle de Chicama”, puntualizó.
El arqueólogo sanmarquino destaca que la importancia de este descubrimiento radica en que hasta ahora lo que se había descubierto sobre la civilización mochica estaba vinculado a la élite gobernante: pirámides, fortificaciones militares y centros administrativos, pero no se había detectado asentamientos urbanos donde residieron poblaciones dedicadas a labores artesanales especializadas, como ocurre con Licapa II, según indican los vestigios que se están encontrando.
Asimismo, dijo que se desconocía hasta ahora que en este lugar había orfebrería. “A lo mucho se sabía que había cerámica y quizás textiles. Pero con estos hallazgos estamos evidenciando que hubo producción metalúrgica en este asentamiento urbano mochica”, anotó.
Arqueólogos de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco descubrieron muestras de arte rupestre en un sector del Qhapaq Ñan o Gran Camino Inca que atraviesa el Parque Arqueológico de Machu Picchu.
Francisco Huarcaya Quispe, responsable del sector del Camino Inca que cruza el Parque Arqueológico de Machu Picchu, informó que este hallazgo se produjo a inicios de setiembre, a la altura del kilómetro 87 de la vía férrea que conduce a la ciudadela inca, en la margen izquierda del río Vilcanota.
Explicó que se trata de un conjunto de imágenes pintadas sobre diversas partes de una enorme roca y representan imágenes de camélidos y del sol, deidad más importante para la civilización inca. También se han identificado gráficos abstractos y otros con formas geométricas. “Hay otras imágenes que no se pueden identificar debido a problemas geológicos y al desgaste de la roca debido al largo tiempo de exposición al sol, al viento, las lluvias y la filtración de agua”, anotó.
El arqueólogo precisó que este arte rupestre estaba asociado a un contexto funerario y de culto a los apus, como los nevados Huacayhuilca y Casamentuyoc, así como al río Huilcamayo, considerado sagrado y ubicado cerca de la zona.
Además de esta evidencia de arte rupestre se descubrió huesos humanos correspondientes a parte de un cráneo y un fémur expuestos a la superficie y cubiertos parcialmente por maleza.
Huarcaya afirmó que este hallazgo fue fortuito mientras se realizaba un trabajo de prospección arqueológica en la zona. “Ahora nos encontramos en una fase inicial y hemos solicitado que se desarrollen las labores de conservación de este sitio arqueológico para evitar que se pierdan los pigmentos utilizados en este arte rupestre por acción del paso del tiempo”, manifestó.
Sostuvo que estas evidencias culturales de arte rupestre constituyen una información muy valiosa para conocer la cosmovisión de las poblaciones de antiguos peruanos que habitaron esta parte del Valle Sagrado en Cusco.
Un equipo de arqueólogos descubrió la tumba de un líder religioso del antiguo Perú, bautizado como el “sacerdote de los pututos”, cuya osamenta data de hace 3,000 años, en el sitio arqueológico de Pacopampa, ubicado en el distrito de Querocoto, provincia de Chota, región Cajamarca.
Los directores del Proyecto Arqueólogico Pacopampa, Yuji Seki y Daniel Morales informaron del importante descubrimiento, quizá el de mayor trascendencia en relación a lo hallado anteriormente en la mencionada zona arqueológica.
En tal sentido, se mencionó que la tumba de este importante líder sacerdotal, hallada en La Capilla, es más antigua que las tumbas descubiertas anteriormente: la Dama de Pacopampa (2009) y los Sacerdotes de la Serpiente Jaguar (2015) que datan de 700-600 a.C.
Es un edificio a 600 metros de Pacopampa, ambos componentes del complejo ceremonial, el más importante y extenso de la sierra norte durante el Periodo Formativo (ca. 1200-400 a.C.).
El personaje adulto, enterrado en la tumba hallada, presenta como ofrendas un importante ajuar de objetos exóticos entre los que se encuentran collares de grandes y pequeñas cuentas de conchas marinas (blanca) y de malaquita (verdes), orejereas de piedra semipreciosa; destacando varios pututos o waylla kepa, trompetas hechas de grandes conchas marinas, provenientes de las costas de Tumbes y Guayaquil, que fueron decorados con finas líneas.
Este hallazgo revela que estos importantes artefactos musicales y rituales están presentes en Pacopampa mucho antes que en Kuntur Wasi y Chavín de Huántar.
El nuevo descubrimiento requiere de la pronta ejecución del proyecto de inversión pública para la construcción del Centro de Interpretación (Museo de Sitio) gestionado conjuntamente por el Gobierno Regional de Cajamarca y el Plan Copesco–Mincetur.
Investigadores hallaron este año una tumba que pertenecería a la élite moche, que data de 600 años después de Cristo, a más de un metro de profundidad de la plataforma Uhle, junto al patio de las serpientes, en el sitio arqueológico huaca de la Luna, ubicado en la provincia de Trujillo, región La Libertad.
Una mujer, cuya edad fluctúa entre 30 y 35 años de edad, ocuparía la tumba, y tras su deceso fue enterrada con varias ofrendas, entre ellas 24 vasijas o cerámica decorados con figuras de animales y figuras geométricas, piezas de metal (cobre) en las manos y también restos humanos.
Para Enrique Zavaleta, arqueólogo responsable de la excavación, las ofrendas con las que ha sido encontrado este personaje, y su cercanía a una de las zonas decoradas más importantes después de la propia huaca de La luna, hace suponer que se trataría de una persona que ocupaba un cargo administrativo importante en dicha época.
“Esta es la plataforma funeraria más importante después de la huaca de la Luna y se supone que aquí enterraban a los personajes importantes del periodo Moche IV. De comprobarse que se halló a una mujer, sería una de las damas más ricas de la época”, refirió Zavaleta.
El arqueólogo mencionó que las vasijas tienen figuras de zorros, felinos y aves, además de los tradicionales cántaros con figuras geométricas.
Otro aspecto detectado por los arqueólogos es el buen estado de conservación de la dentadura y de los huesos, que hacen suponer que debió tener una alimentación especial y de mucha calidad en comparación a los demás.
“Nosotros lo que buscamos es conocer las técnicas constructivas de los moches en esta plataforma, y durante este proceso es que hemos encontrado esta tumba. También hemos encontrado un espacio al costado que aún no hemos excavado, así que no podríamos determinar si se trata realmente de un entierro o no”, apuntó.
Hasta el momento, en la zona se han encontrado alrededor de 23 tumbas y el 70 % son hombres y el resto mujeres que datan del periodo Moche III, alrededor de los 550 años después de Cristo. Las excavaciones también han permitido identificar dos procesos constructivos en dicha área intervenida.