Novak Djokovic sigue moviéndose con seguridad y cautela a la vez por París. Jugó cinco rondas con una doble mirada. Una más corta midiendo lo que necesitaba cada día y otra focalizada en el partido de semifinales, que fue compitiendo desde que llegó a la capital francesa, consciente de que el día señalado era en semifinales contra Carlos Alcaraz. Era la final anticipada, la ganó.
Aunque todo apunta a que ‘Nole’ levantará su tercera Copa de los Mosqueteros hoy domingo (15:00 horas), como en 2016 y 2021, en su duodécima final, la experiencia de sus 36 años y vivencias traumáticas, tipo su derrota ante Stan Wawrinka en el mismo escenario, en 2015, o contra Daniil Medvedev en el US Open de 2021, hacen que se contenga, evite cualquier despiste, una euforia traidora.
La situación es ideal. Tiene delante a un rival, el noruego Casper Ruud, que repite final una edición después pero a quien ha batido cuatro veces. Ha vivido esta situación muchas veces, es su 34ª final de Grand Slam. “La presión siempre está sobre mis hombros, y esta vez no va a ser diferente. Pero forma parte de este deporte y de la vida. Y, sí, la experiencia juega a mi favor, pero ¿gana partidos? No lo creo”, declara Djokovic. “Ayuda a que maneje mis emociones, he experimentado estas sentaciones en muchas ocasiones”.
En algunas pasadas sufrió el vértigo de la historia, cuando tenía a tiro récords de Roger Federer o Rafa Nadal. Han sido muchas temporadas de persecución, esta tarde puede liderar por vez primera la lista de más laureados. Igualado a 22 con el español, el suizo se detuvo en 20. El 23º le daría el mando, para luego perseguir un octavo Wimbledon y regresar al US Open. Mientras tanto, Nadal cuidando su cadera mínimo cinco meses.
“Mi preocupación es recuperarme bien, estar preparado para otra batalla larga. Después de la fina, si gano, hablemos entonces de historia”, subrayó Djokovic.
Abrió la temporada tomándose la revancha en Australia, extendiendo su registro a diez coronas en el país donde había sido retenido durante días antes de ser definitivamente deportado. Anduvo desaparecido en la gira de tierra previa a Roland Garros. Un tropiezo contra el italiano Lorenzo Musetti en Montecarlo, protegiendo su dolorido codo derecho, una derrota con su compatriota Dusan Lajovic en Banja Luka y batido por el danés Holger Rune en Roma, donde defendía hegemonía.
Selecciona objetivos ‘grandes’. “Me he situado otra vez en una posición realmente ideal para ganar un Grand Slam. Eso es básicamente lo que todavía me impulsa cuando me despierto por la mañana y pienso en la temporada y en las cosas que quiero lograr”, apuntó.
Tampoco Ruud, al contrario que la campaña anterior, había destacado en su terreno predilecto. Su título en Estoril fue la excepción a una gira gris. Pero el sorteo le envió a la parte más asequible del cuadro, lidió más que bien con el aún inmaduro Holger Rune y el todavía por recuperar del todo Alexander Zverev, y volvió a la final. Sabía el camino, lo aprovechó.
Otra cuestión es el último día, más selectivo porque si en 2022 chocó contra Rafa Nadal, ahora tiene delante a Novak Djokovic. “Espero que la tercera sea la buena”, suspiró Ruud incluyendo la que perdió ante Carlos Alcaraz en el US Open. “Tampoco seré ahora favorito. Intentaré aprovecharlo para jugar más suelto, sonriendo todo lo que pueda. Pero sé que será difícil”, acaba reconociendo.
Miembro del grupo de jugadores de la Rafa Nadal Academy, podría echarle una mano a su admirado manacorí pensando en la puja por ser el mejor de la historia. Aunque los antecedentes, por bagaje en Grand Slam y los ocho sets ganados en los cuatro duelos previos entre ellos, y el nivel de uno y otro invitan a pensar que la final está en manos de Djokovic. Depende de él. Salvo accidente.
