Novak Djokovic fulminó este domingo a Daniil Medvedev en una infernal batalla tenística por el título del US Open en la pista Arthur Ashe de Nueva York y sumó su vigésimo cuarto título de Grand Slam (6-3/7-6(5)/6-3). El serbio comenzó arrollador en un partido que el ruso convirtió en un infierno en el segundo set, pero el de Belgrado escapó a la trampa y firmó otra noche de ensueño para empatar a Margaret Court como el jugador con más grandes de la historia.
Novak Djokovic atemorizó al pabellón repleto de estrellas – y cubierto en este día de final a causa de la fuerte lluvia- desde su entrada. El serbio tenía una misión y no daba un paso en vano a la hora de sellarla. Sabía el tipo de rival que tenía enfrente, capaz de tumbar a Alcaraz días antes, por lo que ejecutó desde la primera bola un plan perfecto basado en el juego rocoso de peloteos largos.
Los resultados fueron inmediatos, pues la mala entrada a pista del ruso alimentó la ambición del serbio, materializada con un break a las primeras de cambio que sirvió a Nole para sellar el primer set con relativa facilidad.
Apenas 48 minutos tardó ‘El Djoker’ en dar el primer zarpazo en el marcador ante un incómodo Medvedev. El supercampeón no se salió ni un ápice de su plan diseñado junto a su entrenador, la leyenda Goran Ivanisevic, y tampoco cambió en un segundo set convertido en un infierno por ‘The Chessmaster’.
El ruso dio un paso al frente en la segunda manga, arriesgó más en busca de golpes ganadores y pronto sacó a relucir la fatiga del veterano tenista serbio. Djokovic empezó a dejar señales claras de fatiga y de que su físico no estaba a la misma altura que la de un Medevev con los pulmones de un maratoniano. Había mucho partido por delante.
El tiempo dejó de existir en la Arthur Ashe, cada juego era un episodio propio, ajeno a un reloj que seguía corriendo sin ser advertido por un público embelesado por la batalla. El juego ascendió a otro nivel a la vez que decaían las fuerzas de los combatientes, y como no podía ser de otra manera, todo se resolvió en el tie break.
El ruso encontró la clave para reiniciar el partido, pero los tie break siempre benefician a los más grandes, y es evidente que ya no hay nadie por encima de Djokovic en una pista de tenis. El serbio sacó energías de la nada, y cerró un segundo set con el que empezaba a oler ‘la 24’.
Esa segunda manga interminable de 105 minutos extenuantes y de magnífico tenis les dejó con el tanque vacío de gasolina: Djokovic se fue al vestuario y Medvedev recibió atención médica en la pista. Pero lo peor para el ruso no eran sus dolencias físicas, sino el golpe mental de haber dejado escapar el set -y probablemente el partido- en la muerte súbita.
Así, en el arranque del tercer capítulo del partido, con un ritmo mucho más rápido, concedió dos ‘break’ consecutivos (4-2) para desenrollar la alfombra roja hacia el título a Nole.
Djokovic también estaba al límite y perdió una vez su saque. Pero en cuanto vio que el triunfo estaba ya a la vista, apretó los dientes y estiró la mano para alcanzar otro hito histórico en una carrera de leyenda.