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‘El camino del guerrero’: la titánica preparación de Aleksandre Topuria para convertirse en campeón de la UFC

“Es mi camino del guerrero, acepto lo que está por venir y yo sé que dentro de la jaula pueden pasar muchas cosas”, es la frase que resuena en la cabeza de Aleksandre Topuria, hermano mayor y guía de Ilia Topuria, todas las mañanas de cada uno de los días que dedica a su gran meta: llegar a la UFC y pelear por el título más deseado de las MMA.

En sus ojos, una mirada calmada. En su cabeza, la certeza del triunfo. Y en el corazón, el fuego interno y el ADN de guerrero georgiano necesario para exprimir su cuerpo en las sensaciones más extremas de dolor, todo por convertirse en lo que siempre quiso ser, el más grande dentro del octógono.

Para ello repite concienzudamente una rutina ‘militar’ -los llamados campamentos- que comienza cada mañana en su segunda casa, el Climent Club de Alicante. Allí llegó por primera vez con apenas 15 años sin más que unas pocas palabras en español en una mochila de conocimientos desbordada de pasión por las artes marciales. Junto a él, su hermano Ilia, ambos nacidos en Alemania y adiestrados en la disciplina de lucha grecorromana a su paso por Georgia antes de recalar en la costa mediterránea española.

“Llegaron con el padre, vinieron a mirar un poco el club, eran jóvenes, tendrían 14-15 años”, recuerda Agustín Climent, uno de los fundadores de un pequeño club ahora famoso en el mundo entero. “Empezaron a entrenar y enseguida los dos destacaron en el grupo, se veía que tenían un don y tomaron la decisión. El hermano más grande encaró a su padre y le dijo que quería dedicarse al cien por cien a la lucha y que iba a ser el mejor del mundo”, dice de memoria.

“Eran unos niños, no sabían ni hablar español cuando los cogimos, son como nuestros hijos”, narra el hermano de Agustín, Jorge Climent, antes de profundizar en los momentos más tensos de esos inicios. “Aleksandre habló con su padre y le dijo que no querían estudiar más… el padre nos quería matar” rememora risueño.

Sin embargo, muy pronto se disiparon las dudas a base de entrenamientos. Los dos pequeños guerreros demostraron que habían llegado al club con la determinación de triunfar, y ahora las fotos de Ilia y Alex decoran las paredes del gimnasio donde son recibidos como verdaderas estrellas.

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