El Real Madrid está en octavos de final del Mundial de Clubes como cabeza de serie tras imponerse por 0-3 al Salzburgo en el último partido de la fase de grupos. Vinícius, Valverde y Gonzalo fueron los verdugos del club austriaco, que sucumbió ante la presión alta, el dominio del centro del campo y un fútbol generalmente vertiginoso; una muestra perfecta de lo que puede llegar a hacer el equipo dirigido por un Xabi Alonso que sale muy reforzado.
Los blancos llegaban a Filadelfia con la obligación de ganar, ya no por ser primeros de grupo, sino también para confirmar las buenas sensaciones del partido anterior. Y vaya si las confirmaron. Los de Xabi Alonso, cada día mejor adaptados a las ideas de su nuevo entrenador, dominaron desde el minuto uno, aplicando una presión asfixiante, superioridades constantes en ataque y, por fin de forma oficial, una línea de tres centrales.
Tchouaméni se insertó entre Rüdiger y Huijsen, lo que permitió al Real Madrid exhibir un equilibrio inédito en los últimos años durante la fase ofensiva. Tardó en llegar el primer acercamiento verdaderamente peligroso, pero durante los primeros compases se pudo apreciar que este equipo juega a otra cosa… y puede funcionar.
Una jugada rapidísima de toques entre Valverde y Bellingham culminó con un mano a mano que Vinícius no pudo aprovechar. El brasileño, sin ser la punta de lanza en la presión, pudo aprovechar una posición ligeramente más centrada para sorprender constantemente a la zaga del Salzburgo.
Al filo del descanso, sonó la campana en un contragolpe fantástico del Madrid. Bellingham lanzó un envío profundo a la par que milimétrico, que Vini alcanzó con velocidad. Tras un recorte hacia dentro, el brasileño perforó la red con un seco golpeo con la pierna izquierda. Y apenas unos instantes después, el ‘7’ regalaría el segundo a Valverde con un tacón delicioso frente a Zawieschitzky.
Pero no todo fue de color de rosa. Los blancos notaron el cansancio en la segunda parte, y una buena parte de las virtudes exhibidas en el primer tiempo tuvieron que ser reemplazadas por otras nuevas. Daghim tuvo dos grandes ocasiones al regresar de los vestuarios, pero Courtois evitó la primera, y la segunda, nacida de una imperdonable pérdida de Bellingham, se fue alta.