El Mundial de videojuego de España concluirá con el ‘gran monstruo’ en el último nivel: Inglaterra. La campeona de Europa será la rival de la Roja en la gran final de este domingo tras tumbar a la anfitriona Australia (1-3) en un partido decidido por los detalles… y por la pegada británica.
Se rifaba el último billete a la final en el Estadio Australia, donde se alzará la nueva campeona del mundo. Y la tensión en el ambiente se podía cortar con un cuchillo: era el partido de sus vidas. Australia salió con todo ante su gente, con la primera titularidad de su gran estrella Sam Kerr, lesionada antes del debut de Las Matildas. Inglaterra, más de lo mismo, sin Lauren James, que regresará el domingo tras cumplir su sanción por el feo pisotón que protagonizó en octavos, pero con una Alessia Russo en racha.
La igualdad fue máxima en la primera media hora, con avisos desde los dos bandos. Hayley Raso tuvo la más clara para el combinado oceánico a la salida de un córner —bajó el balón en el área con una sangre fría que asusta— y buscó la meta de Mary Earps. Pero su disparo se estrelló en la defensa británica y se marchó fuera. Antes la había tenido el equipo inglés en una jugada que despertó la ovación del público: balón picado por encima de la zaga australiana para Stanway en el interior del área. Aunque la delantera se encontró con la pierna de la guardameta Arnold.
Fue justo después de esas dos oportunidades, a 10 minutos del final de la primera mitad, cuando Inglaterra golpeó a Australia. La defensa oceánica se durmió en un saque de banda de su rival, y entre Alessia Russo y Lauren Hemp cocinaron el primero de las Lionesses. Aguantaron el balón lo justo, pisaron área y, mientras Hemp arrastraba defensas, Russo la dejó perfecta para que Ella Toone, que entraba sola en el área, destrozase la red con un zapatazo imparable.
Australia mejoró al inicio del segundo tiempo. Avisaron Kerr y Foord por arriba. Y a la tercera, el balón entró. No podía ser otra quien diese esperanza a todo un país más que Sam Kerr. La delantera del Chelsea recibió el balón en su campo tras un gran robo de Hunt, inició la cabalgada y reventó el balón desde más de 20 metros para devolver las tablas al marcador. Todo Sídney rugió con el gol y, con media hora por delante, Australia soñó con la final.
Ahí, en ese momento, pareció estar más cerca el segundo de Las Matildas que el de las Lionesses. La campeona de Europa se negó a caer y Hemp se inventó una ocasión de un error de Carpenter —la defensora perdió el balón frente a su portería cuando tenía la posición ganada—. No perdonó la delantera, que en este Mundial ha dejado la banda para hacer maldades en la punta de ataque.
Fue un jarro de agua fría que dejó helado a todo el estadio. Volvieron a surgir chispas en otra ocasión clara de Kerr, que remató alto un rechace de un córner que todo el mundo vio dentro. Y a la jugada siguiente, llegó la sentencia: Alessia Russo se desmarcó, abrió una grieta en la línea defensiva australiana y completamente sola, en el interior del área, puso el tercero. Quedaban cinco minutos para el final, era definitivo. Australia intentó recuperarse, pero ya era imposible. Inglaterra es finalista: se medirá a España este domingo por la estrella.