Charles Oliveira ascendió a lo más alto del universo de las MMA en 2021 cuando recogió el testigo de Khabib Nurmagumédov como campeón de peso ligero de la UFC. Fue en una pelea por el cinturón vacante frente a Michael Chandler, tres veces campeón en Bellator. Después, revalidó el título frente a Dustin Poirier, el luchador que había conseguido ganar en dos ocasiones a Conor McGregor.
El brasileño Charles ‘Do Bronx’ Oliveira es también el peleador con más sumisiones y finalizaciones en la UFC. Pero, a pesar de todo, siempre ha sido un luchador muy subestimado. Y esto es algo que Oliveira arrastra desde que era tan sólo un niño de un barrio deprimido del distrito de Vicente de Carvalho en São Paulo.
“Desde niño, mis padres recogían todo: latas, basura… cualquier cosa que se pudiera vender o hacer uso. Ellos pagaban mis clases de bjj, pero nadie se fijaba en mí en los torneos; por mi situación, por mi apariencia. Me llamaban ‘basurero’, pero jamás caí en ninguna provocación”, ha relatado Oliveira en alguna ocasión.
Oliveira comenzó a entrenar con tan sólo nueve años después de que le fuera diagnosticado un soplo al corazón y fiebre reumática. Él aprendía a luchar mientras su madre trabajaba como empleada del hogar en varias casas desde las cuatro de la mañana. Cuando a los 12 años ganó su primer campeonato regional de jiu-jitsu su carrera no estaba haciendo más que despegar.
Fue después de la pelea con Dustin Poirier cuando su liderazgo comenzó a titubear. En su tercera defensa del campeonato frente a Justin Gaethje en UFC 274, Oliveira no consiguió bajar hasta los 70 kilos en el pesaje y por ello es por lo que, aunque ganó la pelea de forma muy clara, no pudo revalidar su título.
El campeonato de peso ligero volvió a quedar vacante durante unos meses hasta que llegó el combate entre el brasileño e Islam Makhachev, el discípulo y sucesor de Khabib. Probablemente Oliveira defraudó a muchos cuando perdió con un sencillo triángulo de brazo ante Makhachev en el segundo asalto de la pelea estelar de UFC 280. Fue casi como ver perder a un principiante de jiu-jitsu.
