El belga Jasper Philipsen (Alpecin Deceuninck) volvió a demostrar su condición de mejor esprinter del momento al firmar un portentoso triplete en la séptima etapa del Tour de Francia, disputada entre Mont-de-Marsan y Burdeos, de 169,9 km, jornada de trámite que mantuvo al danés Jonas Vinggaard (Jumbo Visma) con el maillot amarillo de líder.
Está imparable Philipsen (Ham, 25 años), muy superior a todos sus rivales cuando se embalan en la recta de meta. En Burdeos le lanzó como un cohete Van der Poel y solo tuvo que remachar la faena brazos en alto, marcando un tiempo de 3h.46.28, a 45 por hora.
El belga, lanzado a por el maillot verde, evitó el récord de Mark Cavendish (Astana), quien busca desesperadamente su victoria número 35 de etapa para deshacer el empate con Eddy Merckx. El ‘Expreso de Man’ fue segundo y tercero el eritreo Biniam Girmay (Intermarché). Un desenlace previsto que encumbra a Philipsen, ya con 4 victorias en el Tour y 32 en su palmarés.
La general no se movió en absoluto. Los favoritos empezaron a recuperar fuerzas para la próxima batalla de montaña en el Puy de Dôme del domingo. Jonas Vingegaard (Jumbo) es el patrón del Tour, 25 segundos por delante de Tadej Pogacar (UAE) y con 1.34 minutos de renta respecto al australiano Jai Hindley (Bora). Carlos Rodríguez (Ineos), la gran esperanza española, es quinto a 3.30.
Después de las agitadas etapas pirenaicas, el Tour bajó a las tierras de Las Landas para afrontar dos jornadas golosas para los velocistas y para el reposo de los guerreros de la general. Una jornada cargada de emotividad relacionada con el inolvidable Luis Ocaña, aquel rebelde inconformista ganador del Tour de 1973.
‘El español de Mont de Marsan’, nacido en Priego (Cuenca) en 1945, dejó huella en la zona donde se formó como profesional del ciclismo, donde vivió y murió a los 48 años en 1994. Por eso la organización del Tour hizo coincidir el comienzo de etapa en esa localidad con la inauguración del Velódromo Luis Ocaña.
“Llegó el día de gloria, es un logro para nosotros”, decían las autoridades, entregadas al recuerdo. Para el director del Tour, Christian Prudhomme, “Ocaña fue un ídolo de la adolescencia”. Poco después, el pelotón se puso a rodar camino de Burdeos.
Tener un día de gloria debió plantearse el francés Simon Guglielmi (Arkea), convertido en un quijote que decidió rodar en solitario. Condenado de antemano, rodó en solitario desafiando a su propia condena, el pelotón y el calor que azotaba las rutas de Aquitania.
Llegó a tener 7 minutos de renta, pero todo fue un espejismo. A 73 de meta se unieron sus compatriotas Peters y Latour, quien aguantaron a dúo mantenidos por el pelotón “al baño maría” hasta el carpetazo final a la aventura a 4,5 km de meta.