Practicar deporte entre amigos, además de ser una actividad beneficiosa para la salud, también sirve para pasar un buen rato. Por ello, ¿quién no ha disputado una ‘pichanga’ en su barrio? Antes solo bastaba con tener dos piedras para usarlas como arco y una pelota de fútbol, ahora se suelen alquilar una canchita. Sin embargo, lo cierto es que hasta, el día de hoy, esta costumbre de reunirse para jugar un partido entre ‘patas’ se ha convertido en una tradición peruana.
Cada vez que nos referimos a una ‘pichanga’, lo primero que se nos viene a la mente es un duelo de fútbol, puesto que es un término que está en el léxico peruano desde hace varios años y tiene un peculiar origen. Te contamos, a continuación, más sobre su historia.
¿Qué significa ‘pichanga’ en Perú?
Al emplear la palabra ‘pichanga’, siempre se hace alusión a un partido futbolístico informal. Es decir, que no necesariamente tiene que realizarse en una cancha de este deporte, sino también en un terreno donde se pueda llevar a cabo esta actividad, la cual casi siempre está conformado por jugadores que son amigos o familiares.
Origen del término ‘pichanga’
Según un informe de la Universidad de Piura, escrito por el catedrático Carlos Arrizabalaga, la acepción futbolística de ‘pichanga’ probablemente provenga del sentido de desorden que tiene el jugar entre amigos.
La palabra ‘pichanga’ es de origen quechua y viene de la derivación del verbo ‘pichay’, que significa limpiar. También está relacionada con ‘pichana’, una expresión que significa manojo de ramas y, además, se le suele llamar así a la escoba.
‘Pichanga’, según la RAE
Aunque en Perú relacionamos la ‘pichanga’ con un cotejo de fútbol, en otros países puede variar su significado. En Argentina se hace alusión a un vino que no se ha terminado de fermentar y, en Colombia, se relaciona más con el acto sexual.
¿Qué es un futbolista amateur?
El futbolista amateur es aquel jugador que practica el fútbol a nivel no profesional y con diferentes motivaciones, ya sea por ocio, salud, pasión al deporte, como también el hecho de poder ganar una retribución por su juego; aunque, al no cumplir una profesión específica en este caso, el pago es muy inferior a lo que recibe, por ejemplo, un futbolista de segunda división.
