“Las piernas duelen ya a todo el mundo”, suspira Carlos Rodríguez en la meta de Poligny tras otra jornada de rock and roll en este Tour de los asombros, que este sábado afronta su última etapa competitiva, un precioso e instantáneo paseo por los Vosgos, apenas 132 kilómetros pero seis puertos entre Belfort y Le Markstein. Con el amarillo sentenciado en favor de Jonas Vingegaard, aún restan varios alicientes, frentes abiertos a resolver allá donde hace un año Annemiek Van Vleuten protagonizara una bella gesta.
Las diferencias de Vingegaard con el resto dan para comparaciones, para buscarlas entre las más amplias de la historia del Tour. La pájara de Tadej Pogacar en La Loze no sólo le eliminó definitivamente, por momentos le hizo temer hasta por su segunda plaza. Está a 7:35 del amarillo y su compañero Adam Yates, tercero, a 10:45.
El objetivo del UAE, una vez descartado el triunfo total, son esos dos puestos en el cajón de París. Al británico, que mostró una gran condición en Courchevel, le amenaza principalmente Carlos Rodríguez, cuarto a 1:16 y con todo el apoyo del Ineos para jugar al ataque. Un poco más atrás cabalga Simon Yates a 1:34 de su hermano. Y, sin hacer mucho ruido, sexto es Pello Bilbao, a 2:05 de un podio que sería “histórico” para él. “Siempre ha sido mi fuerte la tercera semana. Cuando es tan duro, tan aeróbico, por experiencias previas sabía que me iba a desenvolver bien”, confesaba estos días el del Bahrain, que se daba a sí mismo “un 10%” de posibilidades: “La carrera irá loca, cualquier cosa puede pasar. Cuando las fuerzas están al límite, dos minutos no es tanto”. Desde Alejandro Valverde en 2015 no hay un español en el podio del Tour. “Es un sueño”, admite Pello.
El mal sabor de boca de Pogacar tras su hecatombe el miércoles en los Alpes aún late en el seno del UAE. Con la cautela por delante y a la expectativas de la salud del esloveno, a poco que las fuerzas le vuelvan a acompañar no hay duda de que querrá despedirse del Tour con una victoria parcial, la que sería su 11ª a sus 24 años.
El terreno parece propicio, sin descanso desde Belfort, un campo de minas por Alsacia. Se suben seis puertos, 3.600 metros de desnivel acumulado en 132 kilómetros, los dos últimos de primera categoría, el Petit Ballon (9.3 km à 8.1%) y el Col du Platzerwasel (7.1 km à 8.3%). “Va a ser dura. Espero que mis piernas, mi cuerpo y mi mente estén ya recuperados. El último par de días ha sido también duro, ya veremos cómo estoy mañana. En todo caso, me he sentido mejor que ayer. Contamos con un equipo muy potente y vamos a ir a por la victoria de etapa”, confesaba Tadej tras la etapa de Poligny ganada por su compatriota Mohoric.
Ciccone, con el maillot de la montaña.
Ciccone, con el maillot de la montaña.MARTIN DIVISEKEFE
Ayer Jasper Philipsen sentenció el maillot verde de la regularidad. Si no tiene percances de aquí a París, lo logrará el belga por segundo año consecutivo. El blanco de los jóvenes también parece claro, por cuarta y última vez, para Pogacar. Sin embargo, el de puntos rojos que porta Giulio Ciccone está más abierto que nunca antes de las seis últimas cotas del Tour.
Desde 1992 un italiano no se hace con este logro. Fue Claudio Chiappucci el último. Pero no lo tiene fácil en del Lidl Trek, que sólo aventaja en seis puntos a Felix Gall y en siete a Jonas Vingegaard, el último ganador. Más lejos y ya casi sin opciones aparece Powless, el corredor que más lo llevó durante el presente Tour. “Gall y Vingegaard serían mis nombres a vigilar. Sin embargo, en realidad no necesito vigilar a nadie. Simplemente debo ir a por todas y recoger tantos puntos como sea posible”, confesaba este viernes Ciccone, quien ya fue campeón de la montaña en el Giro de 2019.