Alemania sigue ‘congelada’ y no se espera reacción. Tras conocerse hoy el comportamiento de las economías francesa y española en el último tramo de 2023, la economía más grande de la Unión Europea (UE) también ha publicado sus datos relativos al producto interior bruto (PIB). Así, la mayor potencia del bloque ha evidenciado su crisis: el PIB germano cayó un 0,3% entre octubre y diciembre en comparación con el tercer trimestre (comparativa intertrimestral). “Después de que la economía alemana se estancara más o menos en los tres primeros trimestres, los resultados económicos disminuyeron en el cuarto”, señala la Oficina Federal de Estadística (Destatis) en su nota de este martes.
Destatis ha revisado las lecturas del PIB de los trimestres anteriores, por lo que los datos más actualizados muestran que Alemania solo se expandió un 0,1% en el primer cuarto del año, estuvo paralizada en los dos siguientes (0% en el segundo y tercer trimestre) y retrocedió un 0,3% en el último. Se sigue evitando por ‘caprichos’ estadísticos la recesión técnica (dos trimestre seguidos de contracción), pero la imagen es desoladora, lamentan los analistas.
“El PIB alemán, que lleva estancado desde otoño de 2019, probablemente solo se moverá lateralmente con fluctuaciones durante unos cuantos trimestres más. Esto recuerda a los años posteriores al estallido de la burbuja bursátil en 2000, cuando la economía no creció significativamente durante cuatro años”, sentencia en una nota rápida tras la lectura de Destatis Jörg Krämer, economista de Commerzbank.
“Alemania se encuentra en una recesión poco profunda”, sintetiza Carsten Brzeski. El jefe de Macro de ING Economics vaticina que “al menos en los primeros meses de 2024, muchos de los lastres recientes para el crecimiento seguirán presentes“. E incluso subraya que, “en algunos casos, tendrán un impacto aún mayor” que en el pasado año. “Basta pensar en las repercusiones aún por determinar del endurecimiento de la política monetaria del Banco Central Europeo, la posible ralentización de la economía estadounidense o la nueva incertidumbre derivada de los recientes problemas fiscales” de Alemania, argumenta.
“Para empeorar las cosas, el nuevo año trajo nuevos problemas para la economía alemana: las huelgas de maquinistas de tren y las interrupciones de la cadena de suministro como consecuencia del conflicto militar en el mar Rojo han hecho todavía más probable otra contracción de la economía alemana en el primer trimestre” de 2024, agrega el economista del think tank de ING en su análisis.
“El apoyo al crecimiento procede aparentemente del consumo privado”, apunta Martin Moryson, Economista jefe para Europa de DWS, que añade en su comentario: “Con fuertes aumentos salariales, primas de compensación por la inflación, libres de impuestos, y una inflación a la baja, los consumidores deberían tener este año bastante más dinero en sus bolsillos, en términos reales, que el año pasado”. Pero el problema es que el dinero puede estar en los bolsillos y no salir de ahí.
“No se vislumbra un fuerte repunte”
El desánimo no solo impera entre los empresarios de Alemania, tal y como mostró la última lectura del índice Ifo de confianza empresarial, sino también entre los consumidores del país según reflejó el índice GfK conocido el pasado viernes: la referencia de este mes descendió a -29,7 puntos, el nivel más bajo desde marzo pasado. Se trata además del vigésimo séptimo mes consecutivo del índice GfK en negativo. Esto es, el pesimismo es generalizado entre los consumidores de la mayor potencia de Europa desde hace más de dos años.
“La mejora de la confianza de los consumidores el mes pasado fue aparentemente solo un breve brote antes de Navidad. Si había alguna esperanza de una recuperación sostenida del sentimiento, esta se destruyó de nuevo en enero”, lamentó Rolf Bürkl, experto en consumo del NIM. Este experto destacó también la disposición de la ciudadanía alemana a ahorrar (y no gastar). “Las crisis y las guerras, así como una inflación persistentemente elevada, hacen que los consumidores se sientan inseguros y, por tanto, impiden” que mejore su confianza, indicó GfK.
Para Krämer, de Commerzbank, el descenso trimestral del 0,3% del PIB alemán en el cuarto trimestre no es una excepción: “El descenso de la producción industrial y el bajo nivel del clima empresarial Ifo indican que la economía alemana también se contraerá en el primer trimestre. El consumo privado, con el que cuentan los optimistas, ha decepcionado. Las empresas y los consumidores tienen que hacer frente a demasiadas cosas, habida cuenta del nuevo régimen de tipos de interés, los temores inflacionistas, la erosión del atractivo de Alemania como lugar de negocios y el desvanecimiento del viento de cola procedente de China. No se vislumbra un fuerte repunte”.
Las pistas que dejan los datos del cuarto trimestre, pese a que el desglose completo no llegará hasta el 23 de febrero, son bastante reveladoras. Según los estadísticos de Destatis, se produjo una caída significativa de la construcción y la inversión empresarial. El consumo privado, con el que cuentan los optimistas, fue menor de lo esperado. Y como muestra el desplome histórico del clima de consumo Gfk, no hay perspectivas de un rápido cambio a mejor.
“Los consumidores están profundamente inquietos, y no solo porque la elevada inflación haya mermado sus ingresos ajustados a la inflación. También parecen temer el futuro en general, que en alemán se dice Zukunftsangst“, explica Jörg Krämer.
“Las empresas también tienen mucho a lo que hacer frente debido a la subida de los tipos de interés, la perspectiva de unos precios de la energía persistentemente altos, la erosión a largo plazo de Alemania como localización empresarial o el desvanecimiento del viento de cola de China. Es poco probable que estos factores negativos desaparezcan pronto. Todo ello aboga en contra de una recuperación significativa una vez superada la recesión”, zanja el economista alemán.
Aunque cabe esperar que la situación empiece a mejorar en el segundo semestre de 2024, la tendencia debería seguir siendo compleja durante los próximos años, opina Enguerrand Artaz, gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier, “habida cuenta del mix energético ineficiente y la caída estructural de la demanda mundial vinculada al fenómeno de la desglobalización, donde destaca una China que importará menos productos alemanes”.
Las dos áreas más tocadas
El analista señala que dos áreas de la economía se ven especialmente afectadas. En primer lugar, el sector inmobiliario: “En Alemania se ha venido gestando una burbuja inmobiliaria durante la última década. Desde finales de 2013 y ante la escasez estructural de vivienda, agravada desde 2015 por la afluencia de inmigrantes, el precio medio de la vivienda de segunda mano ha llegado a aumentar más del 100 % -frente a un 20-25% en España y Francia- a mediados de 2022. Desde entonces, a resultas de la fuerte subida de los tipos de interés y la ralentización económica, los precios han caído más de un 15%. Esta espiral ha afectado, por extensión, al sector de la construcción, que registra uno de los peores descensos de actividad de su historia, lo que ha traído consigo las primeras quiebras entre las promotoras inmobiliarias”.
Después, el sector industrial. “El motor de la economía alemana ha acusado el fuerte encarecimiento de la energía, acentuado por el mix energético de gas y carbón de Alemania, y la caída de la demanda mundial, sobre todo china. Durante los dos últimos años, los pedidos industriales han descendido a su ritmo más elevado -exceptuando el periodo del covid- desde la crisis de 2008″, continúa Artaz.
“Estos factores han lastrado el consumo de los hogares, hasta el punto de que actualmente las ventas minoristas son inferiores en volumen a los niveles anteriores al covid. Esto comienza a hacer mella también en la tasa de desempleo, que está experimentando una tendencia al alza en Alemania. Así pues, no se prevé una mejora a corto plazo, máxime cuando los recortes presupuestarios de cara a 2024 que ha anunciado recientemente el gobierno germano deberían sustanciarse en la cancelación de determinadas inversiones -sobre todo en transición energética- que habrían podido dar apoyo al sector industrial”, expone el analista.