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Economía

60 millones de europeos viven en regiones con un PIB per cápita peor que el del año 2000

Las elecciones europeas de este domingo darán paso a una legislatura de cinco años en las que una de las muchas tareas de la Unión Europea será reavivar aquellas regiones del bloque lastradas con tasas bajas de crecimiento, poco o nulo desarrollo industrial y apenas oportunidades para su población.

Más de 60 millones de europeos viven en regiones con un PIB per cápita inferior al del año 2000, un tercio de los 450 millones de ciudadanos habitan en zonas que “lentamente se han quedado atrás” desde comienzos de siglo y 75 millones desarrollan sus vidas en áreas con crecimiento económico inexistente.

Son datos del informe del grupo de expertos de alto nivel nombrado por la Comisión Europea sobre el futuro de la Política de Cohesión que, según el texto, “debe reformarse” para convertirse en “una herramienta dinámica que libere el potencial económico mientras reduce las desigualdades y consolida el modelo de economía social”.

El trabajo fue liderado por el economista español Andrés Rodríguez-Pose, quien, en conversación con EFE, defiende que, lejos de haber fallado, la Política de Cohesión ha tenido un “impacto positivo”, pero “se ha centrado en la parte estática, en los niveles de desarrollo”, dejando de lado “el dinamismo y las oportunidades”.

“Se ha invertido más en las zonas más pobres, pero no se ha invertido lo suficiente en zonas en declive” dentro de regiones con niveles intermedios de desarrollo o incluso ricas, explica, sobre un instrumento que actualmente supone un tercio de todo el presupuesto comunitario (392.000 millones entre 2021 y 2027).

Así, mientras que las regiones del centro y del este en países como Lituania, Polonia y Rumanía han mostrado un “dinamismo considerable” en términos económicos, la mayoría de las regiones del oeste “se han quedado atrás”, apunta el informe, provocando que el PIB per cápita de muchas áreas griegas, italianas o del noreste francés sea inferior al observado hace casi 25 años.

Muchas regiones europeas se enfrentan también a “trampas de desarrollo”, incapaces de recobrar el dinamismo que tuvieron antaño, u ofrecen escasas oportunidades a su población, un fenómeno especialmente pronunciado en el sur y este del continente y que también golpea a zonas metropolitanas con economías boyantes.

Con este escenario, las instituciones europeas son conscientes de la necesidad de reformar de cara al futuro una Política de Cohesión que, además de contribuir a mejorar la competitividad del bloque y reducir las desigualdades territoriales, afrontará el gran reto de acoger una posible nueva gran ampliación.

En ese contexto se enmarca el documento encargado al grupo de expertos liderado por Rodríguez-Pose, catedrático de Geografía Económica en la London School of Economics. El informe apuesta por pasar de una Cohesión basada en “categorías de regiones” a otra “basada en retos” que invierta en cada zona dependiendo de la “intensidad” del desafío al que se enfrenta.

“Puede haber regiones que son pobres, menos dinámicas y con falta de oportunidades; entonces necesitan más niveles de inversión mientras que en otras que van bien, pero tienen importantes bolsas de falta de oportunidades se invierta solo en uno de los retos”, explica.

La meta de impulsar el desarrollo en todos los rincones del bloque llega en un momento en que la UE se ha marcado el objetivo de acelerar las transiciones verde y digital al tiempo que recupera músculo industrial e invierte en seguridad y defensa, prioridades que pueden absorber fondos de un presupuesto comunitario ya muy limitado.

En opinión de Rodríguez-Pose, pueden contemplarse “sinergias” entre objetivos tradicionales y nuevas prioridades, pero advierte de que surgirá un “problema” si se derivan fondos pensados para el desarrollo territorial a “generar actividades donde ya hay dinamismo”.

“No se puede conseguir una transición ecológica si gran parte de los beneficios o las oportunidades se van a concentrar en la zonas ya más dinámicas y desarrolladas y el resto de la UE sale perjudicada”, avisa.

Aunque el futuro de la Política de Cohesión apenas ha copado titulares durante la campaña electoral, la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sí ha planteado una idea innovadora: adoptar un procedimiento similar al de los planes de recuperación para hacer que los fondos regionales sólo lleguen a los países una vez adoptadas una serie de reformas e inversiones pactadas anteriormente.

De nuevo, el economista español cree que ambos modelos pueden ser “compatibles” pero insta a no perder de vista dos ventajas de la Política de Cohesión en su diseño futuro: la dimensión territorial y el grado de democratización de sus procesos de toma de decisiones.

“Hay que tener mucho cuidado con modelos de decisión rápida (como el del fondo de recuperación) en un momento en que la polarización política está llegando a niveles insostenibles”, advierte

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