Los cambios aprobados por la Generalitat en la tasa turística desde este 1 de abril más el incremento del recargo a este impuesto que aplica el Ayuntamiento de Barcelona provocará que las arcas municipales ingresen una media de seis veces más por los cruceristas en 2023 y 2024 respecto a 2019, tomando como referencia un número de viajeros de cruceros similar al de antes de la pandemia, según un estudio de la Universidad de Barcelona (UB).
Dicho documento estima que el 4,1 % de los visitantes de Barcelona provienen del turismo de cruceros, pero que su contribución al impuesto de establecimientos turísticos, incluyendo el recargo municipal, será muy superior, alcanzando el 13% del importe gestionado por el Ayuntamiento por este concepto.
Mientras la alcaldesa, Ada Colau, y los responsables municipales de su partido (Barcelona en Comú) insisten en su reclamación a la Generalitat de limitar la llegada de cruceros a la ciudad, los cruceristas pagarán 8 millones de euros en 2023 a las arcas municipales en concepto de tasa turística, y 9 millones en 2024, según la UB, que ja realizado el estudio por encargo de la asociación de las navieras de cruceros (CLIA).
Ante esta postura de la administración local, el documento argumenta que el crecimiento medio de la industria de cruceros entre 2010 y 2019 se sitúa en un 3,1%, frente al 4,3% de crecimiento en el total de los visitantes de la ciudad, y al 8% de los pasajeros llegados por vía aérea, y que en esa década solo en cinco ocasiones (0,1% de los días) hubo más de 30.000 cruceristas simultáneos.
Añade que el 65% de los movimientos se produce fuera de los meses de verano, y que en 2019, la proporción más alta de cruceristas respecto visitantes se produjo en septiembre y octubre.
Sí que reconoce que los visitantes de cruceros frecuentan más La Rambla, la Sagrada Familia y el barrio Gótico que la media de turistas, pero desde CLIA insisten en su propuesta al Ayuntamiento, hasta ahora desoída, de ampliar puntos de traslado para los cruceristas en la ciudad para descongestionar el centro.
El estudio también recoge los esfuerzos de los cruceros para reducir su impacto ambiental, como que el 80% de los barcos que atracan en Barcelona se autoabastecen de agua; que el 35% de turistas de cruceros que llegarán a Barcelona en 2023 lo hará a bordo de un barco propulsado por gas natural licuado (GNL), el combustible marino más sostenible existente en la actualidad a escala marítima, y que la planificación de las obras de electrificación en el puerto prevé que los barcos de crucero puedan conectarse a la red eléctrica de tierra en 2026, lo que supondrá el apagado de sus motores y, por lo tanto, la práctica eliminación de sus emisiones en puerto.