La economía mundial está en la unidad de cuidados intensivos. Ahora bien, aun cuando según el último análisis de la OCDE, el PIB global mostrará una “sustancial desaceleración” en 2023, no contempla una recesión en su escenario central.

Es más, de acuerdo con la media ponderada de Bloomberg, elaborada a través de los pronósticos de los diferentes analistas macroeconómicos, el PIB mundial crecerá a un ritmo del 3,1% este año y el que viene lo hará en un 2,1%.

Precisamente, si el mundo va a pasar de puntillas al borde de la recesión es gracias a China. Es cierto que el gigante asiático, al igual que el resto de países del mundo, está sufriendo las consecuencias de esa desaceleración económica debido a distintos factores como el Covid-19 o la guerra de Ucrania. Tanto la OCDE como Bloomberg pronostican que el PIB del país crecerá un 3% este año y para 2023 se expandirá un 4,7%. Hay que tener en cuenta que entre 2011 y 2021 la economía del país asiático crecía en torno al 7% de media e incluso en 2010 el PIB llegó a expandirse un 10,6%, por lo que, a pesar de que crecerá, los datos no son buenos.

Con todo, el músculo chino seguirá sosteniendo la economía del mundo porque las otras dos grandes potencias mundiales (Unión Europea y Estados Unidos) aportarán muy poco a la expansión del PIB mundial el año que viene. Las previsiones para Estados Unidos son una expansión del PIB del 1,7% este año, según la media de Bloomberg, y para el próximo está previsto que crezca un 0,4%. Por su parte, los pronósticos para la Unión Europea la sitúan en un crecimiento del 3,2% para 2022 y de un 0,2% en 2023.

El investigador principal del Real Instituto El Cano, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y experto en Asia, Mario Esteban, comentó a elEconomista.es que la economía China “aun ralentizada” va a seguir siendo el motor del PIB mundial. El experto aseguró que, aunque las perspectivas son más pesimistas que en 2021, “la situación económica del país va a ser buena” incluso habiendo cerrado a cal y canto varias ciudades.

El experto estableció una comparativa con la economía de India. Esteban dice que “va a tener un crecimiento superior a la economía China”, en torno al 7% para 2022 y se acercará al 6% en 2023, según la OCDE. En cambio, la economía de India es, aproximadamente, “cinco veces y media inferior” a la del gigante asiático. Es decir, el PIB de India es 2,7 billones de euros, mientras que el chino asciende a 15. Por tanto, aun teniendo un crecimiento mayor que el PIB chino, su aporte es muy inferior y por eso China será el sostén mundial.

Para reafirmar esta tesis de que el peso de China evitará la recesión, hay que analizar los datos de Bloomberg para los países del G-20. Por ejemplo, Alemania retrocederá en 2023 un 0,7%, Canadá hará lo propio con un -0,4%, e Italia está en el 0,1% negativo según Bloomberg. Japón expandirá su PIB un 1,2% en 2023; la economía del Reino Unido se contraerá un 0,9% y se espera que Rusia caiga casi tres puntos porcentuales debido a las sanciones económicas impuestas por los aliados como castigo a su invasión a Ucrania.

Dudas acerca del crecimiento

La estricta política de Covid cero implantada por el Gobierno de Xi Jinping, basada en cierres y cese de la actividad en ciudades enteras, generó ciertas dudas sobre el crecimiento del país. A finales del pasado mes, China vivió su brote más grande desde comienzos de la pandemia, con casi 450.000 casos nuevos en todas las provincias. Las principales ciudades como Guangzhou, Pekín y Zhengzou sufrieron duras restricciones para contener la transmisión del virus.

Todo esto sucedió días después de que el Gobierno emitiese un documento de 20 medidas que debían tomar las autoridades locales para comenzar la desescalada de la política de Covid cero que nunca se llevaron a cabo, lo que condujo a que Oxford Economics, por ejemplo, pronosticase que el crecimiento previsto para el año que viene “descenderá un punto porcentual” y, por tanto, se alejaría del 5% previsto por el Gobierno chino y del 4% que vaticinan los organismos internacionales como la OCDE o el Fondo Monetario Internacional.

Con todo, esta semana se ha vivido una vuelta hacia la desescalada y el Gobierno dio un paso significativo para relajar su política Covid cero anunciando nuevas medidas. Entre ellas se incluye la de permitir que las personas asintomáticas o con síntomas leves de la enfermedad se aíslen en sus casas, en lugar de recluirlas en centros de cuarentena centralizados.

Por otro lado, también suprimieron la necesidad de presentar una prueba negativa para entrar en lugares públicos, salvo en centros de salud y hospitales, así como en residencias de ancianos y escuelas públicas de Primaria y Secundaria.

Al mismo tiempo, emprenderán un refuerzo en la campaña de vacunación para las personas mayores. Un gran reto al que se tienen que enfrentar ya que los índices de personas vacunadas en este tramo de población son muy bajos.

El lastre del ‘Covid cero’

El anuncio del Gobierno del gigante asiático de que iba a comenzar a relajar las medidas alivió algo las perspectivas del país, pero la férrea política de cero tolerancia hacia el Covid-19 ha lastrado el crecimiento de China y ha generado un daño muy importante a la economía del país del cual va a tardar mucho tiempo en recuperarse.

Un análisis de Bloomberg publicado el 27 de noviembre, en medio del macro brote de Covid-19, aseguraba que las restricciones “empeoraron” la economía durante el mes de octubre. “El efecto de esas restricciones ya es visible en el índice agregado de ocho indicadores de Bloomberg para noviembre”, asegura el análisis.

Este indicador general estaba en tres puntos en noviembre, lo que demuestra “una contracción que indica una desaceleración ya en el mes de octubre y el nivel más bajo desde abril y mayo”, cuando la economía casi se paraliza después de que Shanghái y otras ciudades a su alrededor sufrieron confinamientos estrictos.

Para tener una idea de lo que lesiva que puede ser para China su política de Covid cero, a 21 de noviembre las ciudades que representan aproximadamente el 20% del Producto Interior Bruto del país estaban bajo algún tipo de medida restrictiva , es decir, alrededor de 410 millones de personas se vieron afectadas por aquel entonces por duros confinamientos y pruebas masivas diarias.

Los economistas de Standard Chartered, Wei Li y Ding Shuang, aseguraban que “tanto la producción manufacturera como la no manufacturera continuaron contrayéndose durante el penúltimo mes del año”.

De hecho, el PMI de noviembre -indicador de referencia del sector manufacturero- que publicó la Oficina Nacional de Estadística china (ONE) profundizó en su caída al pasar de los 49,2 puntos de octubre a los 48 en el undécimo mes del año.

El registro de noviembre es el segundo peor del año, tan solo superado por los 47,4 enteros que marcó en abril, cuando se produjo el confinamiento de Shanghái.

La población paga el coste

Los economistas de Bloomberg Chang Shu y Eric Zhu, aseguran que “un alejamiento de la política Covid cero podría impulsar el crecimiento del PIB en el próximo año hasta en 1,6 puntos porcentuales“.

Aun así, resaltan que los costes de las restricciones en China “han caído mucho sobre los trabajadores, especialmente jóvenes”.

El desempleo entre las personas de 16 a 24 años alcanzó su récord del 20% en julio pero “la tasa ha disminuido ligeramente en los últimos meses”, aseguran Zhu y Shu. A pesar de todo, dicen que todavía está por encima de las de otras economías importantes, pero que hay que andar con cautela ya que “la alta tasa de desempleo de los jóvenes amenaza las carreras a largo plazo y los ingresos de por vida”.

Por otro lado, apuntan a que los ingresos también están sufriendo. El aumento del ingreso real de los hogares se desaceleró un 3,2% interanual durante le primer trimestre del 2022, “menos de la mitad del ritmo medio del 6,7% correspondiente a los cinco años anteriores a la pandemia”. Finalmente, la tasa de ahorro “está aumentando nuevamente este año”, dicen. Lo que indica “una señal de ansiedad económica que deprime el gasto y el crecimiento de los consumidores en el país”.

La inflación no le afecta

Las grandes economías del mundo están atravesando una espiral de subida de precios. Aunque está perdiendo impulso, la inflación sigue siendo importante en las principales potencias globales.

En la zona euro, la media del IPC sigue firme en torno al 10% este año y en Estados Unidos ronda el 7%. China, por su parte, se está desmarcando de la regla. Según los datos publicados ayer por ONE, la tasa de inflación interanual de China se situó en noviembre en el 1,6%, lo que supone una bajada de medio punto porcentual con respecto al 2,1% registrado en octubre y es la menor subida de los precios desde el mes de marzo de este año.

Esto hace que la tasa de inflación del gigante asiático en los once primeros meses del año 2022 se situase en una media del 2%, muy por debajo de la de Estados Unidos y la del conjunto de países de la zona euro.

Por otro lado, los precios de producción industrial en China cayeron en noviembre un 1,3% interanual, lo que indica que el ritmo de caída observado en octubre sigue adelante.

En promedio, de enero a noviembre, los precios industriales de los productores chinos se expandieron un 4,6% con respecto al mismo período del año anterior.

En este sentido, el economista jefe de Capital Economics para China, Julian Evans-Pritchard, aseguró que la inflación de los precios al consumidor “cayó a su nivel más bajo en ocho meses” y la inflación de los precios al productor “se mantuvo en un mínimo de 23 meses”.

El experto dice que si bien el alivio de la estrategia de Covid cero en China podría ejercer “cierta presión alcista sobre los precios en el futuro” parece “poco probable” que China experimente un aumento de la inflación comparable en su magnitud al que se vio en otros países cuando comenzaron a aliviarse las restricciones, y que ha llevado el nivel de precios en la eurozona a la mayor cota en toda su historia.

La desescalada

Los ojos están puestos ahora en el progreso de la desescalada en China. El Gobierno de Xi Jinping se enfrenta ahora a un importante reto porque el país necesita prepararse para nuevos brotes y más muertes causadas por la enfermedad.

Los economistas Eric Zhu y Chang Shu aseguran que “siguen existiendo obstáculos importantes para la reapertura total del país”. Tanto Zhu como Shu y Mario Esteban coinciden en que el gigante tiene que avanzar en la vacunación de los grupos más vulnerables. “Esto es una razón que nos hace pensar que la desescalada va a ir lenta”, aseguran los expertos.

A mediados del mes de noviembre, el 90% de la población de China había recibido las dos dosis de la vacuna y el 63% ya contaba con la tercera dosis de refuerzo. Este índice de vacunación es más alto del que tenían, por ejemplo, Hong Koong o Singapur cuando comenzaron a rebajar sus restricciones en abril de 2022 y en el cuarto trimestre de 2021, respectivamente. Pero Eric Zhu y Chang Shu aseguran que las vacunación de China se ha basado en el uso de sueros de elaboración nacional “menos efectivos”.

En el caso de los ancianos, la protección ha aumentado este año. La tasa de refuerzo para las personas mayores de 60 años es más alta que la de la población general. Por otro lado, a mediados del pasado mes, el 66% de las personas mayores de 80 años habían recibido las dos dosis y el 40% se inyectó el suero de refuerzo, frente al 51% y el 20% respectivamente que se registró a mediados del mes de marzo.

Otro de los factores que hace ver que la desescalada va a ser lenta es que, a pesar de las protestas, en líneas generales existe una preocupación pública sobre los riesgos que puede conllevar a una rápida apertura del país, fomentada por la maquinaria del Estado a través de los medios de comunicación afines al régimen que definen el Covid-19 como una “enfermedad mortal”.

Al mismo tiempo, esos medios difunden el argumentario del Gobierno sobre que esta postura de “tolerancia cero “hacia el virus “ha ayudado a mantener bajas las muertes por Covid a diferencia de otros países del extranjero”.

Los expertos apuntan a que los retos a los que se tiene que enfrentar China durante esta desescalada son la preparación de sus recursos sanitarios (hospitales, centros de salud y personal) para hacer frente a los brotes que se van a producir a medida que se vayan relajando las restricciones, pero todo parece apuntar que siguen adelante.