China está abocada a ver cómo se ralentiza su economía en, al menos, los próximos dos años. Según el Fiscal Monitor del Fondo Monetario Internacional (FMI). En concreto, cifran el crecimiento del país asiático por debajo del 5% tanto este ejercicio como el que viene, hasta el 4,6% en 2024 y el 4,1% en 2025.
En cambio, las previsiones que tienen desde la administración de Xi Jinping es alcanzar una expansión del PIB para este año del 5,1%, un objetivo “muy ambicioso”, aseguraron varios economistas y distintos think tanks.
En el primer trimestre, China registró un crecimiento del 5,3%, según los datos oficiales. Un crecimiento del PIB que sorprendió fuertemente a los mercados, que no esperaban dicha cifra.
Para 2025 el crecimiento será del 4,1%. Esta ralentización seguirá en el tiempo “a medida que se vayan desvaneciendo los efectos positivos de factores puntuales, incluido el impulso postpandémico al consumo y el estímulo fiscal, se alivien y el debilitamiento del sector inmobiliario persista”, argumentan.
Este menor crecimiento seguirá siendo más débil en el medio plazo por la moderación en la productividad y que cada vez tienen menos población en edad de trabajar.
En lo fiscal, China tampoco tendrá su mejor año. La deuda pública del gigante asiático seguirá empeorando y sobrepasará la barrera psicológica del 100% del PIB en 2027. Según las estimaciones del FMI, llegará, incluso, al 110% en el año 2029.
Esta dinámica de crecimiento de la deuda será causada por el constante desfase entre ingresos y gastos que está sufriendo el gigante asiático. En términos de déficit, seguirá aumentando hasta el 7,4%en 2024 y seguirá expandiéndose hasta alcanzar casi el 8% en 2029. Desde el FMI recalcan que esto se debe a que habrá un mayor desembolso en materia de pensiones y de intereses de la deuda.
El aumento del pasivo en China es un tema de gran importancia, sobre todo el que acumulan las entidades locales. Una deuda casi oculta que en el grupo Caixin cifraron en 9 billones de euros en marzo.
El Gobierno está intentando solucionarlo y aprobó una serie de políticas para diversificar esos pasivos acumulados en las entidades locales y crearon una lista blanca de proyectos que ayudarán a finalizar desde Pekín, ya que gran parte de esa deuda se adquirió para la realización de proyectos urbanísticos y de infraestructuras.
Los expertos aseguran que las medidas son poco adecuadas para el problema real que representa la deuda oculta de estas administraciones. Reiteran que, como mucho, “proporcionarán un alivio” temporal e insisten en que esto ya es “un problema inminente de crisis de liquidez para las autoridades regionales chinas” y que puede acabar en una crisis financiera.
Lo que más preocupa es que el mal comportamiento de la economía china acabe lastrando a otras economías del mundo y a sus finanzas públicas.
“Una desaceleración del crecimiento mayor de lo esperado en China, potencialmente exacerbada por un ajuste fiscal no intencionado dado los importantes desequilibrios fiscales en los gobiernos locales, podría generar efectos de contagio negativos al resto del mundo a través de menores niveles de comercio internacional, financiamiento externo e inversiones”, aseguran los técnicos del FMI.
En el año 2022 china importó más del 12% de las exportaciones mundiales y el 60% de materiales como el aluminio, hierro, cobre y soja. Esto implica que el 15% de los ingresos tributarios totales de las economías emergentes y en desarrollo son gracias al comercio con China durante 2022.
En el caso de que la economía china se empiece a desacelerar y se empiecen a debilitar lasimportaciones tendrán un impacto directo en los ingresos fiscales de sus socios comerciales, especialmente los que comercian con materias primas. Esto supone un gran problema porque esos países dependen, en gran medida, de los ingresos de los intercambios comerciales.
En un análisis cuantitativo basado en un modelo del G20 del FMI sobre perspectivas económicas de la economía mundial cifraron que la caída de ingresos con respecto al crecimiento indican que una desaceleración de China concluyen que por cada punto porcentual que pierde China de crecimiento, estas economías perderían 0,5 puntos porcentuales de PIB durante el mismo período.
En el caso de las economías avanzadas, el impacto sería menor: “Menos de 0,2 puntos porcentuales del PIB”, asegura el informe.
Pero si la contracción del PIB viene acompañada de tensiones financieras, al impacto en el crecimiento de las economías emergentes se sumaría una reducción de los niveles de financiación externa. En concreto, afectaría a los países del África Subsahariana, América Latina y el Caribe.