La economía china debía impulsar un tercio del crecimiento económico mundial este año, por lo que su drástica desaceleración de los últimos meses está haciendo sonar cada vez más las alarmas en todo el mundo. Los responsables políticos se preparan para un golpe a sus economías a medida que las importaciones chinas de todo tipo de productos, desde materiales de construcción hasta productos electrónicos, se desploman. El presidente de EEUU, Joe Biden, calificó hace no mucho los problemas económicos de China como una “bomba de relojería”.
Los datos respaldan las sensaciones. Los inversores mundiales ya han retirado más de 10.000 millones de dólares de los mercados bursátiles chinos, la mayoría de ellos en valores de primera línea. Goldman Sachs y Morgan Stanley han recortado sus objetivos para la renta variable china, y el primero también ha advertido de los riesgos de contagio al resto de la región. Medidas en tromba como las anunciadas este fin de semana para favorecer a los mercados bursátiles del país se antojan insuficientes o llegan tarde.
Las economías asiáticas, junto con los países africanos, son las que más han visto afectado su comercio hasta la fecha. Japón registró en julio su primera caída de las exportaciones en más de dos años, después de que China recortara sus compras de automóviles y chips. Los bancos centrales de Corea del Sur y Tailandia citaron la semana pasada la débil recuperación de China para rebajar sus previsiones de crecimiento. Europa, más abierta a China que un EEUU en regresión en los intercambios con China, también puede verse afectada.
No todo es pesimismo. La ralentización de China arrastrará a la baja los precios mundiales del petróleo, y la deflación en el país significa que los precios de las mercancías que se envían a todo el mundo están bajando. Esto beneficia a países como EEUU y el Reino Unido, que siguen luchando contra una inflación elevada. Algunos mercados emergentes como la India también ven oportunidades, con la esperanza de atraer la inversión extranjera que puede estar abandonando las costas de China.
Pero como segunda economía mundial, una desaceleración prolongada en China perjudicará al resto del mundo, en lugar de ayudarle. Un análisis del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestra lo mucho que está en juego: cuando la tasa de crecimiento de China aumenta un punto porcentual, la expansión mundial se ve impulsada en aproximadamente 0,3 puntos porcentuales.
La deflación de China “no es tan mala” para la economía mundial, ha explicado Peter Berezin, estratega jefe mundial de BCA Research, en una entrevista en Bloomberg TV. “Pero, si el resto del mundo, EEUU y Europa, entran en recesión, si China sigue débil, entonces eso sería un problema, no solo para China, sino para toda la economía mundial”.
Muchos países, sobre todo asiáticos, tienen en China su principal mercado de exportación, desde componentes electrónicos y alimentos hasta metales y energía. El valor de las importaciones chinas ha caído durante nueve de los últimos 10 meses, a medida que la demanda retrocede desde los máximos históricos alcanzados durante la pandemia. En julio, el valor de los envíos procedentes de África, Asia y Norteamérica fue inferior al de hace un año.
África y Asia han sido los más afectados, con un descenso del valor de las importaciones de más del 14% en los siete primeros meses del año. Esto se debe en parte a la caída de la demanda de piezas electrónicas de Corea del Sur y Taiwán, mientras que la caída de los precios de materias primas como los combustibles fósiles también está afectando al valor de las mercancías enviadas a China. Hasta ahora, el volumen real de materias primas como el hierro o el cobre enviadas a China se ha mantenido. Pero si la desaceleración continúa, los envíos podrían verse afectados, lo que repercutiría en las empresas mineras de Australia, Sudamérica y otras partes del mundo.
Los precios de producción en China se han contraído en los últimos 10 meses, lo que significa que el coste de las mercancías que se envían desde el país está bajando. Es una buena noticia para la gente de todo el mundo que sigue luchando contra la alta inflación. El precio de los productos chinos en los muelles estadounidenses ha caído todos los meses de este año y es probable que siga así hasta que los precios de fábrica en China vuelvan a terreno positivo. Los economistas de Wells Fargo estiman que un aterrizaje forzoso en China -que definen como una divergencia del 12,5% respecto a su tendencia de crecimiento- recortaría la previsión de referencia para la inflación al consumo en EEUU en 2025 en 0,7 puntos porcentuales, hasta el 1,4%.
El problema es claramente interno y se refleja en el comportamiento de los consumidores chinos. Es cierto gastan más en servicios, como viajes y turismo, que en bienes, pero aún no se aventuran a viajar al extranjero en grandes cantidades. Hasta hace poco, el gobierno había prohibido los viajes en grupo a muchos países y siguen faltando vuelos, lo que significa que es mucho más caro viajar que antes de la pandemia.
La pandemia y la debilidad de la economía han frenado los ingresos en China, mientras que el desplome del mercado inmobiliario durante años hace que los propietarios se sientan menos ricos que antes. Esto sugiere que puede pasar mucho tiempo antes de que los viajes al extranjero recuperen los niveles anteriores a la pandemia, lo que afectará a los países del sudeste asiático dependientes del turismo, como Tailandia.
Los nubarrones también han llegado a las divisas. Los problemas económicos de China han hecho caer la moneda más de un 5% frente al dólar este año, y el yuan ha estado a punto de superar la marca de 7,3 este mes. El banco central ha intensificado su defensa del yuan a través de diversas medidas, entre ellas la fijación diaria de la divisa.
La depreciación del yuan en el extranjero está teniendo un mayor impacto en sus pares de Asia, América Latina y el bloque de Europa Central y Oriental, según muestran los datos de Bloomberg, y la correlación de la divisa china con algunas otras está aumentando. Según Barclays, el débil contagio del sentimiento puede pesar sobre divisas como el dólar de Singapur, el baht tailandés y el peso mexicano a medida que aumentan las correlaciones.
“Con la debilidad de la economía china, es muy difícil ser optimista sobre las economías y divisas asiáticas, y nos preocupan más las divisas expuestas a los metales”, analiza Magdalena Polan, responsable de investigación macroeconómica de mercados emergentes de PGIM. La debilidad del sector de la construcción podría afectar a las divisas de las economías impulsadas por las materias primas, como el peso chileno y el rand sudafricano. El dólar australiano, que a menudo se negocia como sustituto de China, ha perdido más de un 3% este trimestre, el peor comportamiento de la cesta del G-10.
“El daño económico para el resto del mundo propiciado por la debilidad china se distribuye de forma desigual. Como economía grande y en gran medida autosuficiente, EEUU sufrirá mucho menos como consecuencia de la debilidad económica china que las economías mucho más abiertas de Europa. Hay otro fenómeno que significa que el dólar será el ganador de la debilidad china”, adelanta Ulrich Leuchtmann, estratega de Commerzbank
“Solo hay una economía con un gran déficit por cuenta corriente (es decir, con entrada de capital) y solo una con un gran superávit por cuenta corriente (es decir, con exportación de capital). Lo habrán adivinado: EEUU importa capital, China exporta capital”, continúa el experto.
“Eso significa: si más capital quiere salir de China porque los sueños de crecimiento han terminado allí, el capital no se distribuye por igual por el resto del mundo, sino que fluye principalmente hacia EEUU, eso significa que fortalece el dólar no solo frente al yuan, sino también frente a las demás monedas del mundo”, completa.