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Economía

EEUU golpea a los países asiáticos en los que las empresas chinas se deslocalizaron

No es en absoluto casual que, en el Top 10 de los países más señalados por los aranceles recíprocos aprobados por Trump figuren cinco economías asiáticas, entre ellas, algunas caracterizadas por una muy baja renta per cápita como Tailandia, Camboya o Vietnam. Si, pese a su escaso peso global, Washington las pone en el punto de mira se debe a que, a través de ellas, propina un severo castigo a su verdadero objetivo en el Lejano Oriente: China.

El gigante asiático, por sí solo, ha sido objeto de una draconiana subida arancelaria. No en vano a las tasas ya existentes del 20% ya aprobadas, debido al rol que EEUU atribuye a Pekín en el tráfico global de fentanilo, se suma desde el pasado jueves un 34% adicional, lo que desemboca en un gravamen total del 54%. Porcentajes comparables al 34%, o superiores, tan solo los alcanzan Camboya, con un 49%; Laos, 48%; Vietnam, 46%; Tailandia, 36%; Taiwán, 32% –todos ellos, paradójicamente, muy por encima del 24% que corresponde a un gran exportador asiático a EEUU como es Japón–.

La causa estriba en que todos esos pequeños países del sudeste asiático constituyen las áreas en las que las empresas chinas se deslocalizaron en la década pasada. Esa fue precisamente la respuesta de Pekín a la primera oleada proteccionista que desplegó el magnate Donald Trump tras su primer desembarco en la Casa Blanca.

A través del traslado de sus fábricas a los pequeños países de la orilla oriental del Océano Pacífico, las empresas chinas buscaron esquivar las restricciones impuestas a los productos chinos en la frontera estadounidense entre 2018 y 2019. Esos gravámenes afectaron a cerca de 180.000 millones de dólares en exportaciones en circulación durante aquellos años.

Vietnam fue una de las economías más beneficiadas por ese tipo de estrategia y es por ello que tiene que afrontar un recargo del 36% con respecto al nivel mínimo de los aranceles recíprocos mundiales que ha establecido Washington y que se sitúa en diez puntos porcentuales.

En declaraciones recogidas por la cadena británica BBC, el exasesor del Gobierno estadounidense en política comercial, Stephen Olson, fue claro al asegura que el castigo a Vietnam está motivado por “el rol que desempeñó en el pasado reciente a la hora de servir como campo base para seguir exportando al tiempo que se esquivaban los aranceles aprobados por Trump en la década pasada”.

“Se trata de un ataque frontal al diseño actual de la cadena de suministro de las empresas chinas”, según ponen de manifiesto los expertos de la gestora internacional SPI. Desde esta firma, subrayan también el importante rol que Camboya o Laos desempeñan en la estructura productiva china, pese a que se trata de dos de los países más pobres, en términos de renta per cápita neta, de todo el mundo.

El ataque de Trump contra China es tan agresivo que Olson considera que la intención última de la Casa Blanca pasa por obligar al presidente Xi Jinping a sentarse en una mesa de negociaciones, y conseguir así una mayor apertura del gigante asiático a la llegada de productos estadounidenses, y un mayor respeto de las empresas chinas a la propiedad intelectual de las multinacionales estadounidenses.

De momento, la actitud oficial de Pekín se encuentra lejos de plegarse a ese objetivo, en la medida en que sus representantes aseguran que están dispuestos a combatir “en múltiples frentes” a Estados Unidos. Sus mercados, incluso mostraron, en el día posterior al ahora conocido como Día de la Liberación de la Administración Trump, un comportamiento notablemente mejor que el propio de Wall Street.

Es más, no todas las economías en Asia deben considerarse como perjudicadas en el actual contexto de flagrante guerra comercial. Portavoces del Gobierno indio se han mostrado recientemente satisfechos con el hecho de que el arancel que les corresponde, del 26%, es comparativamente inferior al propio de varios de sus inmediatos vecinos en la región de Asia Pacífico.

India podría de este modo destacarse como un destino competitivo para futuras deslocalizaciones de empresas asiáticas o provenientes de otros países, lo que le daría un mayor protagonismo dentro del diseño de las cadenas de suministros globales.

El modo en que Washington focaliza su guerra comercial en el Pacífico tiene que ver, según los más respetados analistas políticos internacionales, con el giro geoestratégico hacia el Gran Océano que las diversas Administraciones norteamericanas, ya desde los años del demócrata Barack Obama, pretenden dar a su política exterior, en detrimento de su interés tradicional por sus aliados del Atlántico Norte, Reino Unido y la Unión Europea. En esa área, la Casa Blanca tiene que competir por imponer su influencia frente a gigantes de la talla de Rusia y, sobre todo, de China. Al mismo tiempo, EEUU quiere poner trabas a la estrategia de deslocalización que industrias de tanta importancia económica como la moda o la producción de componentes electrónicos llevan a cano desde hace décadas.

Es así posible encontrar explicación a los problemas experimentados por la cotización bursátil de los mayores fabricantes de ropa y calzado deportivo, la cual registraba esta semana fuertes caídas, que llegaban a superar el 11% en el parqué de Fráncfort para las alemanas Adidas y Puma, así como para la estadounidense Nike.

“Cambiar las cadenas de suministro no es una opción, ya que el calzado de alto rendimiento requiere fábricas y habilidades muy específicas”, afirmó Poonam Goyal, analista de Bloomberg Intelligence en declaraciones recogidas por Europa Press, para quien es probable que se produzcan subidas de los precios para los consumidores.

De su lado, las grandes marcas de moda también se veían arrastradas y compartían protagonismo en el desplome del pasado jueves, con descensos superiores al 4% para H&M, LVMH, y Prada, así como de casi el 7% para Burberry o superiores al 3% para Kering, Hermés y Christian Dior, mientras que Inditex cedía más de un 2%. Asimismo, al otro lado del Atlántico, las marcas de ropa estadounidenses apuntaban a una apertura dramática con caídas esperadas del más del 12% para Lululemon y de casi un 10% para GAP, mientras Abercrombie & Fich llegaron a ceder un 7,5% y la conocida marca Levi’s un 3,5%.

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