La economía de España es una de las más endeudadas de la zona euro, con una deuda pública sobre PIB que supera el 105%. No obstante, estos niveles están lejos del 120% que alcanzó hace escasos años con la resaca de la crisis del covid. El fuerte crecimiento del PIB nominal ha ayudado a rebajar los niveles de deuda. Ahora, se espera que el impacto de los fondos europeos en la productividad, el crecimiento y los costes de financiación permitan reducir aún más la deuda pública, una previsión que hacen desde el BCE, pero que a la vez oculta una advertencia: esta misma previsión ha sido revisada muy a la baja ante la incapacidad de España de ejecutar (gastar) buena parte de estos fondos. La primera previsión que se realizó en 2022 hablaba de que los fondos europeos ayudarían a España a reducir la deuda pública entre 12 y 14 puntos, pero la incapacidad para gastar el dinero ha rebajado esa previsión de forma considerable.
El programa Next Generation EU (NGEU) sigue desempeñando un papel crucial en la recuperación económica de la eurozona tras la pandemia, con un impacto significativo en países como España. Según el informe del Banco Central Europeo (BCE) “Four years into the Next Generation EU programme”, los fondos europeos no solo estimulan el crecimiento económico, sino que también reducen las ratios de deuda pública sobre PIB. “El NGEU tiene el potencial de transformar las economías europeas si las inversiones y reformas se implementan a tiempo y de manera efectiva”, destacan los autores. Una oportunidad que puede verse limitada por cómo se apliquen estos fondos y la eficiencia de estos.
Next Generation es el fondo masivo que la Comisión Europea puso encima de la mesa en 2020. El programa de más de 750.000 millones de euros buscaba reactivar una economía de la región que había sido golpeada por el covid. Este plan busca matar dos pájaros de un tiro, apoyar la recuperación económica de la región al tiempo que se imponen objetivos climáticos y de digitalización. El dinero se divide en 360.000 millones en subvenciones y en 360.000 millones en préstamos de larga duración, a devolver en un periodo estimado entre 2028 y 2058.
En el caso de España hasta este año ya se había recibido cerca de 37.000 millones de euros desde que se puso en marcha y este último año se recibieron transferencias por valor de 7.538 millones. Este último dato muestra las dificultades para aterrizar estas ayudas pues para 2024 estaban presupuestados 34.134 millones de euros. En total a España se le han asignado unos 140.000 millones euros con unos 70.000 millones en subvenciones y el resto en préstamos. El motivo es que fue en el país ibérico (y en Italia) donde más impactó la pandemia.
España es uno de los principales beneficiarios de la Facilidad de Recuperación y Resiliencia (RRF), con un acceso estimado de hasta 41.500 millones de euros en préstamos, además de las subvenciones. Según el informe, “los fondos RRF son aditivos en un 80%, lo que significa que proporcionan un estímulo fiscal genuino en lugar de sustituir gastos ya planificados”. Este componente adicional resulta clave para impulsar la inversión pública y, a través de ella, estimular la economía.
El impacto de estos fondos en la deuda se manifiesta a través de tres canales principales: el fiscal, el de las reformas estructurales y el de las primas de riesgo. “El estímulo fiscal derivado de las inversiones públicas incrementa la capacidad productiva a largo plazo y proporciona un impulso inmediato a la demanda agregada”, señala el BCE. Además, la reducción de las primas de riesgo en países como España tras el anuncio del programa NGEU ha permitido aliviar los costes de financiación.
Una de las características más destacadas del programa es su enfoque en la sostenibilidad y la digitalización. “Al menos el 37% de los fondos debe destinarse a proyectos verdes y el 20% a iniciativas digitales“, recuerda el informe. En España, estos recursos se han orientado a infraestructuras verdes, estaciones de carga para vehículos eléctricos y digitalización de pymes, entre otros.
El impacto sobre la deuda es una de las principales ventajas de estos fondos. El BCE estima que, en el caso de España, el NGEU podría reducir la ratio deuda/PIB en hasta 8 puntos porcentuales para 2031. Esto se debe, en parte, al efecto combinado de un mayor PIB nominal y menores costes de financiación. “El componente de subvenciones del NGEU, que no se contabiliza como deuda nacional, tiene un impacto directo en la mejora de las cuentas públicas”, explican los analistas. Sin embargo, el BCE advierte de que España podría estar desaprovechando su oportunidad ya que es bastante menos que los 14 puntos que de recorte que presupuestaban hasta ahora.
Javier Ferri, catedrático de la universidad de Valencia e Investigador de Fedea explica en declaraciones a elEconomista.es que, efectivamente a pesar de que una parte del NGEU aumenta el endeudamiento (los préstamos directos) el resto de sus prestaciones (confianza en el mercado de bonos, subvenciones e impulso de la economía) reducen el endeudamiento. Sin embargo señala que, tal y como indica el informe “las previsiones iniciales se han tenido que corregir a la baja”.
El experto señala múltiples motivos entre ellos la inflación que no estaba presupuestada en 2020 y que ha sido un elemento clave para que el mismo valor del dinero presupuesto tenga un menor peso en el impacto económico de la ayudas y, por lo tanto, del endeudamiento. “Los fondos están en términos nominales, con la inflación su efecto ha sido más limitado.