Bizum, PayPal, E-Wallet Los métodos de pago digitales han ido creciendo en los últimos años, dejando a un lado los billetes, cuyo uso bajó hasta el 59% de las transacciones en 2022, según el Banco Central Europeo. Pero además de las ventajas y desventajas del uso de medios electrónicos, también hay que tener en cuenta el efecto que este fenómeno está teniendo sobre la industria que hay detrás de la producción de billetes.
La pandemia y las advertencias sobre una posible recesión económica han pronunciado la caída de este método de pago. Así lo ha reflejado De La Rue, fabricante de billetes británico, que ha señalado que la demanda de dinero en efectivo se encuentra en el nivel más bajo de las dos últimas décadas. De hecho, su negocio no alcanzará los beneficios previstos durante este ejercicio.
En 2022, el uso de efectivo representó el 16% a nivel mundial, 11 puntos menos que en 2018, según Fidelity National Services. Dentro de cuatro años se prevé que baje hasta el 10%.
El efecto de las advertencias de De La Rue tuvo un impacto directo en el valor de la compañía, que cayó el mismo día más de un 30% en la Bolsa de Valores de Londres. Si observamos en un periodo de cinco años, la devaluación es del 91,38%. Esta compañía cuenta con 202 años de historia en los que ha diseñado un tercio de los billetes a nivel mundial.
Los bancos de muchas zonas acumularon mucho efectivo durante la pandemia, dinero al que, en algunos casos, no han dado salida y aunque lo hicieran, no han realizado nuevos pedidos.
No es la primera vez que la compañía se encuentra en un punto crítico. En enero del año pasado los inversores ya solicitaron que se disolviera la empresa, según informó Financial Times. Sin embargo, hay un factor con el que nunca podrán competir los métodos de pago online: la privacidad.
Esto convierte el efectivo en esencial para aquellas personas que quieren mantener el anonimato. Además, en contextos de crisis -sociales, económicos o naturales- el uso de billetes aumenta. Por ejemplo, durante las protestas en Hong Kong en 2019, los ciudadanos comenzaron a usar efectivo para pagar sus billetes de metro, ya que temían que la policía pudiera usar los datos de la tarjeta para rastrear quién fue a la protesta.