La economía global se está adentrando en una nueva revolución. La inteligencia artificial está dando sus primeros pasos. Al igual que sucedió con la máquina de vapor o con los primeros ordenadores, cuando una nueva tecnología se encuentra en su etapa inicial, resulta difícil cuantificar su impacto y, sobre todo, ver hasta dónde puede llegar. Esa primera etapa, además, suele venir seguida de una transición en la que la nueva tecnología ‘destruye’ más de lo que ‘construye’ para la sociedad en general y para ciertos sectores, lo que suele provocar el rechazo frontal de las partes de la sociedad más afectadas. Esto, sin duda, puede suceder con la inteligencia artificial. Hasta que se conozca con detalle el provecho que la sociedad en su conjunto puede extraer de esta disruptora tecnología, la IA destruirá puestos de trabajo y creará cierto malestar en la población. Esta teoría la explicó muy bien hace años el economista Simon Kuznets. Sin embargo, promoviendo las políticas adecuadas, la IA puede terminar generando en el medio plazo efectos netos positivos para toda la sociedad: mayor riqueza y prosperidad.
Los economistas del Fondo Monetario Internacional han confeccionado un estudio en el que analizan el impacto que puede tener la inteligencia artificial en el mercado de trabajo. “Estamos al borde de una revolución tecnológica que podría impulsar la productividad, impulsar el crecimiento global y aumentar los ingresos en todo el mundo. Sin embargo, también podría reemplazar empleos y profundizar la desigualdad”, advierte Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la presentación de este documento.
Transformación del trabajo
Los economistas del FMI examinan el impacto potencial de la IA en el mercado laboral mundial: “Los hallazgos son sorprendentes: casi el 40% del empleo mundial está expuesto a la IA (inteligencia artificial). Históricamente, la automatización y la tecnología de la información han tendido a afectar las tareas rutinarias, pero una de las cosas que distingue a la IA es su capacidad para impactar trabajos altamente calificados. Como resultado, las economías avanzadas enfrentan mayores riesgos derivados de la IA, pero también más oportunidades para aprovechar sus beneficios, en comparación con las economías de mercados emergentes y en desarrollo”.
En las economías avanzadas, alrededor del 60% de los empleos pueden verse afectados por la IA. Aproximadamente la mitad de los empleos expuestos podrían beneficiarse de la integración de la IA, lo que mejoraría la productividad. Por la otra mitad, las aplicaciones de IA pueden ejecutar tareas clave que actualmente realizan los humanos, lo que podría reducir la demanda laboral, lo que llevaría a salarios más bajos y una reducción de la contratación. En los casos más extremos, algunos de estos puestos de trabajo pueden desaparecer.
La polarización del trabajo
La IA también podría afectar la desigualdad de ingresos y riqueza dentro de los países u Occidente (visto Occidente como un bloque político compuesto por las democracias liberales que disfrutan de economías desarrolladas). Es posible que se produzca cierta polarización dentro de los tramos de ingresos: los trabajadores que pueden aprovechar la IA verán un aumento en su productividad y sus salarios, y aquellos que no pueden, lamentablemente, podrían quedarse atrás.
“Las investigaciones muestran que la IA puede ayudar a los trabajadores menos experimentados a mejorar su productividad más rápidamente. A los trabajadores más jóvenes puede resultarles más fácil aprovechar las oportunidades, mientras que a los trabajadores de mayor edad les podría resultar difícil adaptarse”, sentencia la directora del FMI.
El efecto sobre los ingresos laborales dependerá en gran medida de hasta qué punto la IA complementará a los trabajadores de altos ingresos. “Si la IA complementa significativamente a los trabajadores de mayores ingresos, puede conducir a un aumento desproporcionado de sus ingresos laborales. Además, las ganancias en productividad de las empresas que adoptan la IA probablemente aumentarán los retornos del capital, lo que también puede favorecer a las personas con mayores ingresos. Ambos fenómenos podrían exacerbar la desigualdad”, aseguran los expertos que han realizado el informe.
En la mayoría de los escenarios, la IA probablemente empeorará la desigualdad general, una tendencia preocupante que los formuladores de políticas deben abordar de manera proactiva para evitar que la tecnología avive aún más las tensiones sociales. Es crucial que los países establezcan redes integrales de seguridad social y ofrezcan programas de reciclaje para los trabajadores vulnerables. Al hacerlo, podemos hacer que la transición a la IA sea más inclusiva, protegiendo los medios de vida y frenando la desigualdad.
De EEUU a la India
En cambio, en los mercados emergentes y los países de bajos ingresos, se espera que la exposición a la IA sea del 40% y el 26%, respectivamente. En estos países, buena parte de su tejido productivo está focalizado en trabajos que no requieren una gran formación intelectual, pero sí necesitan de la presencia y la ‘fuerza’ del factor trabajo. Ramas como la hostelería, el turismo, la venta al por menor, carpintería, fontanería, la construcción… parecen a día de hoy menos amenazad.
Un buen ejemplo de estas diferentes entre regiones viene explicado en el trabajo de estos expertos: “Casi el 70 y el 60% del empleo en el Reino Unido y Estados Unidos, respectivamente, se encuentran en ocupaciones de alta exposición a la IA, distribuidas aproximadamente por igual entre aquellas que son posiciones de alta y baja complementariedad. El empleo de alta exposición en las economías de mercados emergentes oscila entre el 41% en Brasil y el 26% en India”, señalan estos expertos.
“Estos hallazgos sugieren que las economías de mercados emergentes y en desarrollo se enfrentan a menos perturbaciones inmediatas derivadas de la IA. Al mismo tiempo, muchos de estos países no tienen la infraestructura ni la fuerza laboral cualificada para aprovechar los beneficios de la propia IA, lo que aumenta el riesgo de que con el tiempo la tecnología pueda empeorar la desigualdad entre las naciones”, advierte Georgieva.
Con todo, la directora gerente del FMI cree que las economías avanzadas deberían priorizar la innovación y la integración de la IA al tiempo que desarrollan marcos regulatorios sólidos. Por ahora, la Unión Europea ha sido la única región que ha generado cierta regulación para la inteligencia artificial. No obstante, más que aplausos, estas medidas han recibido ciertas críticas. Visto desde fuera, parece que mientras que unas regiones son punteras en inventando, innovando y descubriendo nuevas tecnologías (EEUU), otras parece que solo son expertas en ‘inventar’ nuevas regulaciones.