El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido hoy que el crecimiento económico global podría experimentar una desaceleración, llegando a un modesto 2,8% para el año 2029. Y es que pesar a un modesto crecimiento en Europa del 0,5%, alcanzar altas tasas de crecimiento parece difícil. Se necesitarán políticas fiscales y monetarias expansivas, inversión en infraestructura, fomento de la innovación, apoyo a las PYMEs, impulso al comercio internacional, desarrollo del capital humano y enfoque en la sostenibilidad para estimular la recuperación económica de manera sostenible.
La cifra que desvela el FMI queda un punto porcentual por debajo del promedio registrado antes de la pandemia, durante el periodo 2010-2019. El organismo destaca la necesidad urgente de implementar reformas significativas y adoptar nuevas tecnologías que impulsen la productividad para contrarrestar esta tendencia preocupante.
El informe recién publicado subraya la notoria resistencia de la economía mundial ante recientes turbulencias, sin embargo, las proyecciones futuras han sido constantemente revisadas a la baja desde la crisis de 2008-2009. Esta tendencia se atribuye a la desaceleración experimentada por los países avanzados a principios de la década de 2000, así como por las naciones emergentes y en desarrollo después de 2008. Se destaca que los cambios en el crecimiento de la productividad total de los factores (TFP, por sus siglas en inglés) han sido un factor determinante en esta disminución, explicando más de la mitad del declive en las economías avanzadas y emergentes, y prácticamente la totalidad de la reducción en los países de ingresos bajos.
“Esta desaceleración se debió, en parte, a una creciente asignación inadecuada del capital y mano de obra entre empresas de distintos sectores. La caída generalizada de la formación de capital privado tras la crisis y el menor crecimiento de la población en edad de trabajar en las principales economías exacerbaron la desaceleración”, señala la institución.
Estas tendencias plantean serios desafíos no solo para mejorar el nivel de vida de las personas, sino incluso para mantenerlo, y podrían ampliar la brecha de desarrollo entre países ricos y pobres, dificultando que los últimos alcancen los niveles de ingresos de los primeros. Además, el crecimiento de la fuerza laboral se prevé que sea significativamente más bajo para 2030, lo que agrava aún más la situación.
El FMI advierte que un prolongado período de bajo crecimiento, junto con altas tasas de interés, podría comprometer la estabilidad de la deuda, limitando así la capacidad de los gobiernos para responder a las desaceleraciones económicas y para invertir en programas sociales o en la transición hacia una economía más sostenible.
El organismo también indica que existe la “necesidad urgente” de adoptar políticas y reformas estructurales que hagan repuntar el crecimiento mediante una asignación de los capitales y mano de obra hacia las compañías más competitivas, la mejora de la participación de la fuerza laboral y el aprovechamiento del potencial de la inteligencia artificial (IA). El análisis del FMI sugiere igualmente que la implementación de políticas específicas dirigidas a mejorar la competencia en los mercados, fomentar la apertura comercial, ampliar el acceso financiero y aumentar la flexibilidad del mercado laboral podría aumentar el crecimiento económico mundial en alrededor de 1,2 puntos porcentuales para el año 2030. Además, el potencial de la inteligencia artificial (IA) para impulsar la productividad laboral es altamente incierto, pero podría tener un impacto sustancial, añadiendo hasta 0,8 puntos porcentuales al crecimiento global, dependiendo de su adopción y efectos en el mercado laboral.
En situaciones de asignación ineficiente, aunque esta pueda empeorar temporalmente durante perturbaciones macroeconómicas repentinas, la mayor parte de esta ineficiencia se debe a factores estructurales. Esto significa que políticas adecuadas podrían dirigir un crecimiento de la productividad y corregir esta situación a largo plazo.
El FMI subraya que las reformas son críticas, especialmente dadas las altas tasas de deuda pública y la creciente fragmentación geoeconómica, que amenazan con restringir aún más el crecimiento económico si no se toman medidas adecuadas.
En este sentido, recuerda que iniciativas recientes como la Ley CHIPS y la Ley de Reducción de la Inflación en Estados Unidos, el Plan Industrial del Pacto Verde en la Unión Europea, la Nueva Dirección de la Economía y la Política Industrial en Japón y la Ley K-Chips en Corea, “comparten un fuerte énfasis en la innovación en sectores específicos”.
“La mayoría de los paquetes incluyen incentivos fiscales para la innovación en sectores de tecnología verde y avanzada (como la IA y los semiconductores), con una gran dependencia de costosos subsidios”, apunta la institución con sede en Washington.
El informe destaca que una combinación adecuada de políticas de innovación puede generar un crecimiento económico significativo y beneficios fiscales considerables. Según los análisis realizados, estas políticas pueden aumentar el producto interno bruto (PIB) a largo plazo en un rango de 3 a 4 dólares por cada dólar invertido en costes fiscales.