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Economía

El giro del efecto Trump: lo que iba a ser un motor para la economía se convierte en una amenaza de estancamiento e inflación

El programa económico de Donald Trump ha pasado de ser una promesa de crecimiento, a convertirse en una amenaza para el bolsillo de los estadounidenses. Analistas e inversores están poniendo en duda el impacto positivo de la llegada de Trump a la Casa Blanca, y la incertidumbre sobre la imposición de aranceles ha despertado el temor de que se produzca uno de los peores escenarios macroeconómicos posibles: un regreso de la inflación en la primera economía del mundo, que se combinaría con un estancamiento económico. En pocos días los inversores han dejado claro que están preocupados por las señales macroeconómicas que están surgiendo, como el frenazo en la actividad el sector servicios, o el último dato de actividad manufacturera. La rotación de los inversores, desde la bolsa estadounidense hacia los bonos del país, es prueba de la preocupación que hay, y hay expertos, como Mohamed el-Erian, o James Knightley, economista jefe de ING, que reconocen las malas señales que está dando la economía estadounidense

El giro del efecto Trump: lo que iba a ser un motor para la economía se convierte en una amenaza de estancamiento e inflación

La última semana de febrero ha confirmado el giro de los inversores en sus estimaciones para la economía estadounidense. El temor de los mercados a un frenazo del crecimiento se tradujo en fuertes entradas en la deuda pública del país, un activo al que suele acudir el dinero cuando las previsiones macro dan malas señales. El movimiento fue tan fuerte que llevó al bono a marcar nuevos mínimos del año, en el 4,2% de rentabilidad a vencimiento, y volvió a surgir la expectativa de que la Fed tendrá que ser más agresiva este año con sus recortes de tipos, porque necesitará dar un impulso a la actividad económica en Estados Unidos.

Los inversores han llevado a cabo esta rotación por un motivo: están apareciendo señales negativas para la economía estadounidense, y en buena parte tienen que ver con las políticas arancelarias de Trump, algo que contradice las expectativas que había puestas hasta la fecha del impacto potencial del plan económico del presidente.

El consenso de expertos ha calificado las promesas de Trump como inflacionistas y desde un primer momento se ha descontado que el programa económico del presidente sería positivo para el crecimiento estadounidense, con la promesa de bajadas de impuestos, y desregulación, en el centro de su proyecto para el país. El problema es que ahora se está empezando a poner en duda el impacto positivo de sus políticas en el crecimiento, al tiempo que se espera un aumento de inflación que puede dañar al bolsillo de los ciudadanos.

Las señales del estancamiento

El viernes 21 de marzo, la publicación de un mal dato de actividad en el sector servicios fue la primera señal que puso en alerta a los inversores por la posibilidad de un enfriamiento inesperado. Ese día se conoció cómo se había producido la primera contracción en la actividad de este sector en más de dos años, y el índice de sorpresas económicas de Citi, que mide cómo de positivas, o negativas, están siendo las publicaciones de datos en el país, se hundió hasta los niveles más bajos vistos desde septiembre de 2024.

Estas señales han animado a los inversores a buscar refugios, y el movimiento hacia la renta fija ha sido la mejor demostración, pero no son las únicas: la estimación de evolución del PIB para el primer trimestre de 2025 que mantiene la Reserva Federal de Atlanta se está hundiendo rápidamente, y ha pasado de esperar un 2,3%, la semana pasada, a estimar un -2,8% para este periodo, lo cual sería la una confirmación de que la economía estadounidense ya está frenándose a un ritmo acelerado.

La publicación, este lunes, del último dato de ISM manufacturero, una encuesta al sector industrial que recoge la cantidad de pedidos que hacen las fábricas del país, entre otras cosas, ha confirmado la amenaza que se cierne sobre la economía estadounidense, y relaciona la enorme incertidumbre que hay en este momento con el desconocimiento de dónde terminarán estableciéndose los aranceles por parte de la administración.

En este sentido, el índice de precios que paga la industria, que recoge la última encuesta ISM, refleja el incremento de las presiones inflacionistas: el índice de precios ha alcanzado el 62,4% en febrero, frente a las estimaciones que se mantenían, que apuntaban al 56%. Se trata de una de las mayores sorpresas que se han visto en la historia de la encuesta.

James Knightly, economista jefe de ING, explica sobre los resultados de la encuesta cómo “el informe del sector manufacturero ha sido decepcionante, con grandes caídas en los nuevos pedidos y en el empleo. La incertidumbre por los aranceles puede estar desempeñando un papel en esto y, desde luego, está llevando a las empresas a incorporar estos riesgos en sus precios”, señala.

Esta última afirmación deja entrever que uno de los peores escenarios posibles para la economía está empezando a asomar la cabeza: la estanflación. Mohamed el-Erian, jefe asesor económico de Allianz, y ex CEO de la gestora Pimco, reconoce ahora que “los datos económicos de Estados Unidos tienen cierta esencia de estanflación, y añaden preocupación por la posibilidad de que el único motor fiable del crecimiento mundial está jugando al ‘Twister’ económico, con un pie en el estancamiento, y una mano en la inflación”, señala el-Erian.

Síntomas de presión inflacionista

La amenaza de un nuevo resurgir de las presiones inflacionistas no ha sido un factor descartado en los últimos meses. La propia Reserva Federal insiste en que necesita ver más progresos de la tendencia desinflacionista para poder seguir bajando los tipos de interés, lo cual confirma que el banco central sigue preocupado por un posible rebote de la inflación. El problema es que en las últimas semanas han surgido nuevas señales que confirman la preocupación de la Fed.

Primero fue el dato oficial de inflación del mes de enero, que se publicó el 12 de febrero. El dato consolidado de inflación fue más alto de lo esperado, tanto el subyacente (la inflación que excluye la energía y los alimentos frescos), como el general. A esa mala señal la siguió un incremento inesperado del índice de precios de producción, del 3,6%, frente al 3,3% esperado para el mes de enero.

Además, la semana pasada se confirmó el mayor incremento de los últimos dos años en los costes para el sector industrial estadounidense, según los datos que recopila S&P Global, y un aumento en las expectativas de inflación de los consumidores que mide la Universidad de Michigan, hasta el nivel más alto que se ha visto desde 1995.

Por la parte de los salarios también están creciendo las presiones inflacionistas, y el último dato que se ha publicado de crecimiento salarial por hora ha reflejado un avance del 0,5%, el ritmo más rápido que se ha visto desde septiembre del año pasado. Todo esto supone un cóctel que apunta a más presiones en los precios, y confirma el aumento de la amenaza de la estanflación sobre la economía estadounidense.

Sin embargo, el dato más reciente, y más preocupante, que se ha podido recibir, es la lectura del ISM manufacturero de este lunes. De la misma manera que esta encuesta ha contribuido a incrementar el temor por el estancamiento, también da señales de que las presiones se mantienen en el frente de los precios.

El propio ISM (Instituto para la Gestión de la Oferta) destaca en su comunicado algunas de las declaraciones que han recogido por parte de los participantes en la última encuesta. Por ejemplo, en el sector de la alimentación (donde se está produciendo una crisis inflacionista en algunos productos, como los huevos), reconocen que “la inflación y las presiones de precios siguen generando incertidumbre en nuestras perspectivas para 2025”. En la industria de la maquinaria señalan cómo “la llegada de los aranceles está generando aumentos de precios en nuestros productos. La mayor parte de nuestros proveedores están sufriendo aumentos de costes laborales. Las presiones inflacionistas son una preocupación”, destacan.

Entre los mensajes destacados por parte del Instituto se repiten las referencias a la enorme incertidumbre que está generando la política comercial de Trump, sin tener noticias concretas, a pocas horas de su entrada en vigor, sobre qué nivel tendrán los aranceles. Según algunas de estas respuestas a la encuesta, esta incertidumbre tiene mucho que ver con el frenazo de la actividad que está produciendo en EEUU. “Nuestros clientes son todavía muy reacios a comprometerse con volúmenes de largo plazo, por la enorme incertidumbre que ha generado la propuesta de aranceles a la importación de aluminio y hierro”, es una de las respuestas que destaca ISM por parte de la industria del metal.

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