El informe oficial de empleo EEUU ha vuelto a dejar este viernes confusos a muchos economistas e inversores. En febrero se registraron 275.000 nuevas nóminas no agrícolas frente a las 200.000 que se esperaban. Sin embargo, el fuerte y sorprendente dato de enero, que destrozó todas las previsiones al superar las nóminas las 350.000, se ha revisado en más de 120.000 puestos a la baja, quedándose finalmente en 229.000. En la misma línea, el también fuerte dato de diciembre se ha revisado en 43.000 nóminas a la baja hasta las 290.000. Aunque estas cifras por encima de 200.000 son altas en la comparativa histórica, las revisiones quitan algo de presión tras llegar a barruntarse un recalentamiento de la economía que haría a la Reserva Federal seguir persistiendo con unos tipos de interés altos para mantener alejado al dañino espectro de la inflación.
Más allá de la confusión con una revisión tan grande en la cifra de nóminas, otros datos del informe publicado este viernes por la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) del Departamento de Trabajo de EEUU corroboran una relajación del mercado laboral que costó más apreciar en el informe de enero. En esta ocasión, los ingresos medios por hora aceleraron un 0,1% intermensual frente al 0,6% de enero. Esto hace bajar una décima la tasa interanual hasta el 4,3%, todavía lejos del 3,5% que, según las estimaciones de la Fed, ayudaría a converger hacia el objetivo de inflación del 2%. El avance de los salarios ha sido muy vigilado por el banco central en la medida en la que se veaía como una fuente de presiones inflacionarias.
Otro dato a destacar del informe es el de la tasa de paro, que repunta del 3,7% al 3,9%, marcando el dato más alto desde enero de 2022. Esta subida se debió a que el indicador de empleo de la encuesta a los hogares (el dato de nóminas sea extrae de una encuesta a las empresas) volvió a caer en 184.000 personas, lo que elevó la tasa de paro en dos décimas. El aumento de la tasa de desempleo se debe también en parte a un sólido incremento de 150.000 personas en la población activa, cifra que podría proporcionar un poco más de confianza a los funcionarios de la Reserva Federal en cuanto a la continuidad del buen comportamiento de la oferta laboral durante el pasado año.
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Los expertos de Capital Economics explican que las enormes revisiones reflejan en parte la corrección de la distorsión meteorológica de enero. “Aunque las nóminas no se vieron afectadas de forma evidente en enero, la ola de frío de principios de mes dejó un número inusualmente alto de personas incapacitadas para trabajar debido al mal tiempo. La reincorporación de esos trabajadores en febrero contribuyó a impulsar la cifra global de nóminas, y puede explicar las mayores ganancias en sectores como la construcción, el comercio minorista y, en particular, los servicios de alimentación. Esta fortaleza se vio contrarrestada en parte por las fuertes revisiones a la baja de los aumentos de diciembre y enero, que ahora se sitúan en sólo 229.000, lo que supone una gran reducción respecto a la estimación inicial de 353.000”, desarrolla su analista Andrew Hunter.
“La media de horas semanales trabajadas, que se había visto afectada por el frío de principios de enero, repuntó el mes pasado hasta 34,3 horas. Y como la debilidad de enero se concentró en los sectores de bajos salarios, este repunte explica también que los ingresos medios por hora aumentaran un débil 0,1%”, añade el experto. Otros economistas han señalado en las redes sociales en el encendido debate tras el dato que el número de personas realmente empleadas disminuyó en 184.000 en febrero a medida que más estadounidenses se ven obligados a aceptar múltiples trabajos. El número de trabajadores empleados (160,968 millones) cayó al nivel más bajo desde mayo de 2023.
El aumento de 275.000 nóminas no agrícolas en febrero puede, a primera vista, reforzar la opinión de la Reserva Federal de que no hay prisa por empezar a recortar los tipos de interés, pero las revisiones a la baja de las nóminas de los últimos meses hacen que el crecimiento reciente parezca menos fuerte de lo que se pensaba. Junto con el aumento de la tasa de desempleo a su nivel más alto en dos años y un aumento mucho más débil de los salarios, ahora hay menos razones para preocuparse de que la renovada fortaleza del mercado laboral impulse de nuevo al alza la inflación, opina Hunter.