En julio del 2007 Evo Morales es presidente de Bolivia desde hace un año y medio. Ya estatizó los recursos hidrocarburíferos del país y ahora quiere limitar los latifundios. La respuesta es inmediata: las góndolas se vacían de carne, azúcar, arroz y harina. Los precios suben y el gobierno boliviano contraataca: crea la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa).

La posibilidad de crear en Argentina una Empresa Nacional de Alimentos como respuesta a la escalada inflacionaria invita a entender cómo funciona la experiencia boliviana.

En 2007 la inflación boliviana fue de 11,7 por ciento, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística (INE), la primera de dos dígitos desde hacía una década. Las estadísticas extraoficiales ubicaban a la alimentaria por encima del 20 por ciento. “Esta agresión económica de algunos pocos bolivianos nos obligó a organizar, a crear Emapa”, resumió Evo Morales años más tarde al referirse a la empresa.

Esta iniciativa comenzó actuando como un operador en el mercado de abastecimiento de alimentos importando trigo, azúcar y harina y vendiéndolo al por mayor y de forma directa al público. De esta forma se aseguraba el abastecimiento de productos de la canasta básica y la estabilización de los precios, aunque también generaba distorsiones y mayor especulación en el mercado interno.

Pasada la emergencia y una vez controlada la inflación -que persistió en 2008 pero en 2009 ya fue de 0,8 por ciento-, la empresa pública se fue consolidando en el rol estratégico de potenciar el trabajo de pequeños productores de carne, azúcar y cereales, dotarlos de insumos y bienes de capital, organizarlos a escala, comprarles a un precio justo, facilitarles la distribución y comercialización.

El objetivo fue que los pequeños se consoliden como actores fundamentales para dejar de depender de los grandes. El aumento del precio de los alimentos es lo primero que  afecta el bolsillo de las familias e indica que las cosas no están bien. Emapa fue actor fundamental para que Evo se fortalezca en el gobierno porque eso era un golpe económico”, explica a PáginaI12 Patricia Ballivian, exministra de Desarrollo Productivo del gobierno de Evo Morales y actual gerenta comercial de la Empresa Boliviana de Alimentos.

Pasados 25 años, Emapa interviene en todos los eslabones de la producción primaria. Además de apoyar a pequeños y medianos productores de arroz, maíz, trigo, quinoa y piscícolas a través de asistencia técnica y dotación de insumos, la empresa pública cuenta con seis plantas de acopio donde realiza actividades de recepción, prelimpieza, secado y almacenamiento de arroz, maíz y trigo para “enfrentar situaciones de desabastecimientos, ocasionados por factores climáticos adversos, agro, especulación y otros, que afecten a la economía de la familia boliviana”, describe. También interviene fuertemente en la etapa de la comercialización: cuenta con 44 sucursales y tiendas propias en todo el país y abastece a distintos organismos estatales.

El gobierno boliviano interviene también en la industrialización. Creó tres empresas públicas productivas: de almendras, lácteos y miel que fusionó en la Empresa Boliviana de Alimentos (EBA), con el objetivo de sumar valor agregado a través de capital y tecnología en estos tres sectores. Una empresa “de carácter estratégico toda vez que generará excedentes económicos para potenciar el desarrollo económico productivo y financiar la atención de políticas sociales del país”, se señala en el decreto supremo que la crea.

La batalla económica

“Durante el proceso constituyente ha habido mucha especulación de algunos político-empresarios, especialmente de Santa Cruz. Falta alimento, nos decían, cuando no faltaba alimento”, describía ese momento Evo Morales. La producción ganadera en Bolivia se ubica mayormente en el departamento del Beni lindante con la amazonia brasileña y sin acceso directo vía carreteras desde La Paz.

Por su ubicación, la carne debía pasar por Santa Cruz de la Sierra, centro comercial de Bolivia y donde se encuentra la mayor parte de quienes se oponían a las medidas del flamante presidente, para ser distribuidas por todo el país. “Mandé a la ministra de producción con plata en la mochila para convencer a sus hermanos benianos, porque ella es beniana, de que faenen y distribuyan carne al resto del país. Hemos puesto aviones de carga para que traiga carne a La Paz. La ministra, con sus trabajadores, ha vendido carne en los mercados personalmente. Y así hemos ganado la batalla económica, porque era una guerra económica, por la especulación. No es que faltaba carne, había”, continúa Evo Morales.

El decreto supremo que crea la empresa, firmado en agosto de 2007, es contundente: “El modelo neoliberal desarrolló un patrón económico que en el área agrícola se basó en la consolidación de la economía empresarial (…) Así, las políticas agropecuarias en las últimas décadas han discriminado y marginado a otros actores rurales, que constituyen la base de la producción de alimentos del país. Estas políticas también han incrementado la dependencia del país de productos alimentarios importados, que ha limitado la capacidad productiva de los pequeños y medianos productores”.

Se complementó con la decisión de poner un arancel cero a la importación de alimentos, y con un decreto de noviembre de 2007 que suspendió la exportación de trigo, harina de trigo y manteca animal y, unos meses más tarde, con la prohibición de exportar alimentos potencialmente escasos. En sus comienzos y sin estructura, Emapa se limitaba a intervenir en el mercado a través de la importación de estos productos y colocarlos a un precio menor en el mercado. Para financiarse, contaba en ese momento con regalías de la nacionalización de los hidrocarburos.

“Nos ayudó a regular los precios de la canasta familiar. Bolivia tuvo un crecimiento económico sostenido, hemos sido primeros en la región por seis periodos y Emapa nos ha ayudado a estabilizar la economía”, evalúa Ballivian.

Emapa hoy

Pasado el período de emergencia, Emapa comenzó a intervenir en los diferentes eslabones de las principales cadenas de producción primaria de Bolivia. Ballivian, que hoy aborda la problemática desde otra empresa estatal boliviana de alimentos EBA, comparte con PáginaI12 el diagnóstico de la problemática de los pequeños y medianos productores de Bolivia: apoyarlos vía el acceso a créditos para insumos, tecnología y bienes de capital, organizarlos para producir a escala y que, por lo tanto, cuenten con poder de negociación frente a su comprador y facilitar la comercialización.

* Apoyo a la producción 

En cuanto a su asistencia a los pequeños productores para mejorar el cultivo de arroz, maíz, trigo, quinua y pscicultura en 2021 Emapa apoyó la producción de alimentos en 136.045 hectáreas de 8000 productores. 

El periodista boliviano Fernando Molina detalló a PáginaI12 los impactos en la producción realizada en 2016: “Si en 2007 la producción nacional de trigo abastecía apenas 17 por ciento de la demanda, en 2016 cubre 55 por ciento de la demanda nacional abastecida. Todavía Bolivia importa el 45 por ciento. La incorporación de tecnología mejoró significativamente el rendimiento de cada hectárea de trigo, así como el de la de maíz, que entre 2007 y 2015 pasó de producir 2,5 a 4,5 toneladas. También se ha incrementado la producción de arroz, de 10.000 toneladas por campaña, con un rendimiento por debajo de las 2,5 toneladas por hectárea, a 30.000 hectáreas por campaña, con un rendimiento de 4,2 toneladas por hectárea”.

Sin embargo, no atribuye la evolución meramente a la existencia de la empresa sino que a un contexto de crecimiento sostenido del consumo global.

* Precio justo

Emapa y EBA actúan como referentes comprar a mejores precios la producción de los campesinos, lo que obliga a intermediarios o comerciantes agrícolas a ofrecer precios justos a estos proveedores. “El intermediario, más conocido como ranquero, pone un precio, ¿y nosotros qué hicimos con Emapa? Aumentar 10 o 15 por ciento el precio de compra, puesto que como Estado compramos. ¿Y el intermediario qué hace? Sobre ese 15 por ciento, ponen el precio. ¡Muy bien, estoy feliz!”, anunciaba Evo Morales ante la Asamblea Legislativa Plurinacional en 2016.

Resulta interesante el caso de la fábrica de almendras de EBA: “La almendra amazonia es un producto silvestre sofisticado y muy cotizado en Europa. Los brokers los vendían a un precio muy competitivo hacia afuera pero nada les quedaba a quienes las recolectaban a la intemperie”, cuenta Ballivian. Intervinieron el mercado en principio tercerizando el servicio: les compraban a escala a los productores a un precio mayor y las procesaban en tres plantas alquiladas. Abrieron un propio broker comercializador en Hamburgo, Alemania, para no tener problemas con la exportación.

“Al subirle el precio a los productores hubo una repercusión en los privados. Antes de EBA la caja de 23 kilos de almendras se las compraban a 40 bolivianos al productor, y desde que entró EBA al mercado se duplicó hasta llegar a los 200 bolivianos hoy. Distribuimos riqueza“, explica Ballivian. Hoy EBA no terceriza más el alimento, cuenta con el 10 por ciento del mercado de exportación “pero somos los que fijamos los precios”.

La intervención de EBA en el mercado de la leche para hacerle frente a la monopólica Pil Andina del grupo Gloria tuvo un resultado similar. Si bien EBA es una empresa mediana comparada con Pil, abastecen al 30 por ciento del mercado a nivel nacional y lograron ofrecer una leche entera a 4,5 bolivianos frente a los 6,0 bolivianos que ofrece la competencia.

* Comercialización

En la gestión 2021, la empresa vendió 500 millones de bolivianos -73 millones de dólares- por la comercialización de arroz, maíz y harina, entre otros productos hechos en Bolivia, destinados al mercado interno como prioridad pero también para abastecer a programas estatales y al exterior. Cuenta con 44 sucursales y tiendas propias en todo el país .

El otro papel que cumple Emapa, explica Evo Morales, es el de “reserva estratégica estatal de alimentos”. Con seis plantas de 54 silos Bolivia posee ahora una capacidad de reserva de 273.600 toneladas de reserva de arroz, trigo, maíz y soja para “estabilizar el precio del mercado de alimentos, con el único fin de garantizar la seguridad alimentaria con soberanía”, describe en la rendición de cuentas 2021.

Juancito Pinto

Uno de los aportes de las empresas estatales es el financiamiento del bono Juancito Pinto para incentivar la inserción escolar de niños y niñas de nivel primario. “Desde el año 2014 el Tesoro General de la Nación deja de dar aportes, y únicamente las empresas publicas financian el bono con sus utilidades”, explica Ballivian resaltando la importancia de la existencia de empresas públicas eficientes.

Para 2021, Emapa aportó 50.000 millones de bolivianos a esta política del gobierno que, a su vez, que retroalimenta el círculo económico, “porque esa transferencia monetaria por el Juancito Pinto y otros bonos incentiva el mercado interno de compra de los alimentos que vendemos”, explica Ballivian.