Un año después de la invasión rusa de parte de Ucrania hay productos que, pese a la incertidumbre que la situación bélica genera, han bajado de precio, según el Intercontinental Exchange, que es el operador del mercado de materias primas de Estados Unidos y el mercado de materias primas de Chicago, también de aquel país.
Es el caso de alimentos como el trigo, cuyo precio, entre el 24 de febrero de 2022 y el 1 de marzo de 2023, fecha en la que dieron comienzo de las hostilidades, ha caído un 25,3%; el café, que ha bajado en los últimos doce meses un 21,5%; la colza, que cuesta un 20,5% menos que hace doce meses; el aceite de soja, que vale un 16%; la soja, con un descenso del 10%, o el maíz, que se ha depreciado un 8,9%.
Otros alimentos, por el contrario, se han encarecido, caso del arroz, que lo ha hecho un 12,2%; el cacao, que ha subido un 6,6%; o la soja alimenticia para piensos, que ahora cuesta un 5,1% más que hace un año.
En un reciente análisis sobre la situación de los mercados agroalimentarios mundiales, tras conocerse que el IPC de marzo en España se situó en el 6,1%, motivado en gran parte por la subida del precio de los alimentos, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, señalaba que los precios de la mayoría de los cereales y oleaginosas estaban a “niveles previos al inicio de la contienda”.
Ahora, organismos internacionales como la Comisión Europea, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional vaticinan una reducción paulatina de la inflación.
Durante su valoración el pasado 28 de febrero de los datos del IPC de febrero, Planas lamentó también, que en estos últimos 12 meses de conflicto se hubiese convertido a la alimentación en “un arma de guerra y de influencia política”, lo que añadió, “es algo que en el siglo XXI no nos podemos permitir”.
En muchas fases de la contienda, Rusia bloqueó la exportación de alimentos ucranianos desde sus puertos del Mar Negro. No en vano, Ucrania es el primer exportador de girasol y aceite de girasol del mundo y el cuarto en el caso del maíz y la cebada.
Por su parte, los datos de Eurostat del IPC armonizado de los alimentos y bebidas no alcohólicas constatan que estos se incrementaron entre enero de 2022 y enero de 2023 hasta un 20,7%, con España entre los diez países con menos subida de precios en la cesta básica. El IPC alimentario más bajo dentro de la eurozona se corresponde con Chipre, con una subida del 11,4%.
En el otro extremo se halla Hungría, que triplica la media europea y se sitúa en el 62,4% de alza de sus precios alimentarios desde enero del 2022. Todo ello, pese a que en aquel país hay tope al precio de ciertos alimentos como el azúcar, el aceite de girasol, la leche, la harina, la pechuga de pollo y la pata de cerdo.
Esta circunstancia la recordó a finales de febrero el ministro español de agricultura para justificar que topar una cesta básica de la compra, como le pide su socio de coalición Unidas Podemos, no es una solución de garantías para contener el precio de los comestibles.
Según Eurostat, España, con un IPC interanual en enero en comestibles del 17,5% estaría tres puntos por debajo de la media. Los países que más han contenido la inflación en la alimentación son Irlanda (11,9%); Luxemburgo (13,4%); Italia (13,8%) y Malta (14,2%). Todos ellos, por debajo del 15%.
Entre esta última cifra de corte y el 20,7%, la media de la eurozona, se ubican Francia (15,6%); Dinamarca (15,7%); Grecia (16,2%); Finlandia (16,4%); España (17,5%), Austria (18,8%), Holanda (19,7%), Croacia (19,7%) y Bélgica (20,6%). De entre las grandes economías de la eurozona, únicamente Alemania tuvo una evolución de precios más alta que la media con un 22,9%.
Los productores españoles dan por hecho que en el futuro los precios de los alimentos seguirán más caros que antes y que solo bajarán cuando disminuyan los costes de la producción, a los que se responsabiliza de inflación.
Lo pusieron de manifiesto recientemente los representantes de las principales organizaciones agrarias en su intervención durante una jornada dedicada al sistema alimentario español que organizó el grupo popular en el congreso de los diputados.
Pedro Barato, presidente Asaja, piensa que la inflación alimentaria “viene para quedarse”, y el secretario general de Coag, Miguel Padilla, tras subrayar que en 2022 se perdió un 8,7% de renta agraria, dice que los precios no volverán a ser los de antes. Finalmente, Lorenzo Ramos, secretario general de UPA (Unión de Pequeños Agricultores) pide “terminar con los intermediarios” en el sector alimentario.