El infinito acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercado Común del Sur (Mercosur) tiene una nueva oportunidad para -finalmente- llegar a buen puerto luego de más de 20 años de negociaciones.
Este 17 y 18 de julio se celebra en Bruselas la cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) donde el acuerdo comercial con Mercosur ocupa gran parte de los intereses de los miembros, así como una condena a la guerra en Ucrania y los compromisos de inversiones verdes.
Pero las conversaciones llegan en un momento crítico para ambos bloques regionales, en relación con sus diferentes realidades.
“Esta cumbre brinda una oportunidad para que Mercosur y la UE aborden sus desafíos existentes y exploren nuevas vías de cooperación (…) que moldearán el futuro de la relación comercial”, apuntó Gabriel Orozco, docente de relaciones internacionales de la Universidad Simón Bolívar.
Tal como lo plantea el catedrático, esta cumbre sucede en un momento donde Brasil emerge de nuevo como una figura de relevancia para la política internacional con la tercera presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva.
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Este aspecto ya se demostró recientemente con los apoyos de Lula a la fórmula de paz de China para la guerra en Ucrania, la propuesta de moneda común entre Argentina y Brasil o la próxima cumbre de agosto de los país del BRICS.
“Este cambio puede atribuirse a la evolución del papel regional y mundial de Brasil, así como a las prolongadas negociaciones con Mercosur que han obstaculizado el progreso del acuerdo de asociación entre Mercosur y la UE. Como resultado, la UE ha encontrado más productivo comprometerse directamente con Brasil como actor clave en el bloque”, planteó Orozco.
El histórico acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur fue alcanzado en 2019 tras una prolongada negociación de más de 20 años. No obstante, el mundo ya no es el mismo que hace cuatro años.
Uno de los principales reparos son los compromisos medioambientales, los cuales, señalan los países europeos, se vieron comprometidos con los cuatro años de la presidencia de Jair Bolsonaro.
De hecho, existe un documento que presentó la Unión Europea en 2019 donde exige unas nuevas garantías medioambientales. Una respuesta a este documento está siendo trabajada por el actual presidente Lula.
La resolución de las trabas y la firma definitiva del pacto comercial entre el Mercosur y la Unión Europea “es una oportunidad única y prometedora para ambas partes”, plantea la consultora LLYC.
De acuerdo con este análisis, las oportunidades comerciales bilaterales se apalancarán en sectores como textil, maquinaria, automóviles y piezas, químico y farmacéutico, entre otros.
El estudio se muestra optimista de una firma del acuerdo este año toda vez que España toma la presidencia temporal del Consejo de la Unión Europea al tiempo que quiere buscar nuevos socios, mientras Brasil emerge como faro líder dentro del Mercosur.
También existen cuestionamientos proteccionistas, agroalimentarias y sociales en las que no coinciden ambos bloques.
Por ejemplo, tal como lo plantea un estudio de la firma de consultoría LLYC, “los productores de carne europeos consideran que el acuerdo hará que la competencia sea desleal, alegando que las reglas y los productos utilizados en la producción agrícola sudamericana son diferentes de las reglas y los productos utilizados en la producción europea”.
