El escenario más prometedor para Venezuela se daría en 2027, cuando el país podría llegar a producir más de 2 millones de barriles diarios.
Venezuela tiene la posibilidad de volver a ser uno de los mayores países productores y exportadores de crudo antes de 2030. Para lograrlo, debe transitar un camino tortuoso, en el que son determinantes las sanciones de EE.UU., que repercuten en el juego geopolítico influenciado por el acercamiento de la región con China y Rusia.
A lo interno, la coyuntura también exige enfoque, paciencia, voluntad política y planificación orientada en la factibilidad económica. RT conversó con dos economistas que explican el estado actual de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y las dificultades que enfrenta la industria en medio del bloqueo y las sanciones.
El profesor de Economía Petrolera, Carlos Mendozá Pottellá, señala que la situación de la industria, agravada por la radicalización de las sanciones, también es resultado de un proceso de desgaste de décadas, que incluye la vejez de los yacimientos que comenzaron a explorarse a partir de 1920, así como un cúmulo de circunstancias sobrevenidas, que se reflejan en el deterioro de las refinerías.
“Es un proceso largo y tendido de deterioro que se ha agudizado”, indica Pottellá y agrega que parte del daño viene de las presiones e intereses internacionales, que llevaron a que la industria asumiera un camino que no le convenía, como fue apostar todo a los recursos de crudo extrapesado que están en la Faja del Orinoco, antes de continuar con el desarrollo completo de los yacimientos convencionales que siempre trabajó Pdvsa.
Para Pottellá, ese empeño de privilegiar la explotación de los recursos de la Faja, que no pueden llamarse reservas hasta que no sean económicamente factibles extraerlas, hizo que se descuidara el mantenimiento y la producción en los pozos tradicionales.
¿Hay una solución?
La solución no es fácil, dice Pottellá: “Lo primero que hay que recuperar son los campos convencionales para hacer crecer la producción. Son más de 25.000 campos petroleros tradicionales ubicados en Maracaibo, Maturín y Anaco”.
El especialista insiste en que la situación no se resuelve de la noche a la mañana y que no son factibles las proyecciones de producir 5 ó 6 millones de barriles diarios, como se sostiene desde hace más de tres décadas.
En ese sentido, agrega: “También hay que hacer una labor gigantesca de reparación y recuperación para que en 4 ó 5 años, el país pueda producir un máximo de 2,5 millones de barriles diarios, que se podría mantener durante 50 ó 60 años”.
Lo principal, detalla, es que la industria sea realista y planifique con base en lo factible, lo que requiere tomar previsiones y revisar continuamente las proyecciones del valor del crudo, que en el caso venezolano —con sanciones y bloqueo— es menor al del mercado internacional.
Diversificar la economía
Pottellá considera que el país debe asumir que la era de la dependencia petrolera terminó y, sobre esa base, generar una nueva perspectiva de desarrollo que se sustente en una economía diversificada. “Tenemos que comenzar a asumir que vamos a dejar de ser petroleros y que tenemos un país con capacidad para alimentar a 6 países como el nuestro”.
Además, resalta que los venezolanos cuentan “con todos los recursos posibles fuera del petróleo” para consolidar un país “soberano, íntegro y capaz” de exportar diversidad de productos en distintas áreas: alimentos, turismo, textiles, minería y otros.
“Venezuela tiene una población culta y desarrollada que puede avanzar fácilmente a una economía próspera, con todas las capacidades físicas y humanas para ser un país soberano permanente y sin petróleo. Podemos usar el petróleo como una ayuda, pero más nunca va a ser la fuente que va a garantizar el 96 % de nuestras importaciones como sucedía”, sostuvo.
Por otra parte, el especialista afirma que la factibilidad económica debe ser el baremo fundamental para la industria petrolera, pero considera que esta realidad en ocasiones “ha sido descuidada por las pretensiones de que el precio del petróleo se iba a mantener eternamente por encima de los 100 dólares”.
Y es que, con un mercado petrolero tan inestable que presenta un rango de precios entre los 23 a 260 dólares, el principio para la industria es planificar con tacto para no comprometer los costos de producción. Por esto, explica Potellá, Venezuela no puede seguir enfocada en la explotación de los recursos de la Faja, que fueron factibles hasta el 2014.
En ese particular, precisa: “La única condición para que el crudo de la Faja sea etiquetado como reserva es que los precios se mantengan por encima de 100 dólares. Si el petróleo va para 200 y a nosotros nos cuesta 40 sacarlo, es factible, pero cuando los precios caen, dejan de ser reservas y se convierten en recursos que hay que aguantar”.
¿Cómo está la producción?
Para el economista Ingerzon Freites, miembro del Observatorio Venezolano de la Realidad Económica, la capacidad de producción actual que se encuentra entre los 600.000 y 800.000 barriles diarios, según el último informe de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), está influenciada por el suministro de crudo condensado que llega desde Irán.
“Estas mezclas ayudan a mejorar el crudo extrapesado que se saca de la Faja Petrolífera del Orinoco”, explica Freites sobre el incremento reflejado entre 2020 y 2021, al pasar de 500.000 barriles diarios a ubicarse en 625.000, según las fuentes secundarias citadas por la OPEP, y los 824.000 de acuerdo a los datos de comunicación directa que refiere el organismo.
Aunque la producción ha aumentado, la situación sigue siendo complicada porque la industria enfrenta situaciones internas, que se agravan con las sanciones financieras impuestas por EE.UU. En ese sentido, Freites considera que las fallas en el suministro eléctrico, el robo de equipos, la migración de personal técnico importante, la falta de mantenimiento y las dificultades para la inversión afectan de manera decisiva la recuperación de la principal fuente de divisas para el país.
Sobre el abastecimiento interno de combustibles, ambos expertos coinciden que se podría superar si se acuerda aumentar y fijar un valor único de venta a la gasolina, que terminaría con la dualidad de precios vigente desde 2020 y que expende combustible subsidiado con limitaciones a 0,02 centavos de dólar por litro; y otro llamado “internacional”, sin restricciones, a 0,50 centavos de dólar por litro.
Pottellá dice que para que esto suceda es inminente la eliminación de los subsidios a la gasolina, pues es la única manera de sostener los costos. Por su parte, Freites cree el aumento debe ser gradual y que los subsidios podrían quedar para algunos sectores de utilidad social.
¿Qué pasará?
A pesar de la difícil situación, el pronóstico parece favorable, añade Freites, pues se prevé que el producto interno bruto petrolero aumente sobre el 5 % al cierre de 2021, lo que significaría un avance “después de pasar varios años en caída y estancada”. Esto estaría acompañado, además, por el aumento paulatino de la producción, que podría llegar en 2022 a un millón de barriles diarios.
“En cuanto a las exportaciones —dice Freites— y el precio del barril del petróleo de Venezuela, va a depender mucho de las excepciones en las sanciones y del descuento que hace Pdvsa a los receptores de estas exportaciones, pues para poder exportar hoy, la industria tiene que hacer una serie de operaciones adicionales para sortear el bloqueo, lo que incide en los costos”.
Freites también señala que, si se logra mejorar y estabilizar la producción, los ingresos por la exportación de crudo podrían tener un aumento entre 20 y 30 %, lo que sería sumamente importante para dinamizar la economía.
Por su parte, Pottellá sostiene que Pdvsa, con grandes esfuerzos y el apoyo de “empresarios temerarios”,puede llegar a generar un millón de barriles diarios, con un ritmo de crecimiento que en 7 años le permitiría producir entre 1,5 y 2 millones de barriles al día. “Con dos millones tendríamos una industria petrolera que se puede mantener, que no sea una carga para el Estado y que ayude al país”, alega.
Para agilizar ese escenario, añade, la industria requiere “una inversión gigantesca” que, con base en análisis foráneos, pudiera ser superior a los 200.000 millones de dólares, una cantidad que Venezuela no posee y que la obligaría a buscar —en medio de las sanciones— la inversión del capital privado.
En ese escenario, dice Potellá, los inversionistas solo se arriesgarían a inyectar dinero y a enfrentar las sanciones de EE.UU., si Venezuela da garantías e incentivos sumamente favorables que les permitan recuperar sus fondos rápidamente y obtener ganancias por al menos cinco años seguidos.
Bajo esta perspectiva, explica el especialista petrolero, la industria se beneficiaría —al principio— en la operatividad, pues tendría la capacidad de producir 2,5 millones de barriles diarios, aunque implicaría restringir los aportes de la industria al Estado hasta finales del 2027.